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Una soterrada guerra de símbolos en las calles de Madrid

Se suceden los ataques a iconos y símbolos públicos en la ciudad, que este mes ya acumula tres ataques

Pablo León
La placa en memoria Yolanda González Martín, militante del PST y estudiante asesinada en 1980 por un grupo de ultraderecha liderado por Emilio Hellín Moro.
La placa en memoria Yolanda González Martín, militante del PST y estudiante asesinada en 1980 por un grupo de ultraderecha liderado por Emilio Hellín Moro.

Se suceden los ataques a iconos y símbolos públicos en la ciudad. Las placas de calles, plazas, parques o monumentos dedicadas a personajes como el poeta Marcos Ana; a los brigadistas internacionales; o a políticos como La Pasionaria o el fundador del PSOE Pablo Iglesias son arrancadas, pintadas o destrozadas. Este mes ya van tres ataques. El lunes pasado ocurrió otro parecido: desapareció la insignia dedicada a La Veneno, en el Parque del Oeste. Había sido instalada una semana antes y era la primera de Madrid dedicada a una mujer transexual. Para el Ayuntamiento, el incidente apunta a “transfobia” y a un posible delito de odio.

El odio fue también la motivación de los profanadores de las tumbas de La Pasionaria y de Pablo Iglesias, el pasado febrero en el cementerio de La Almudena: aparecieron mancilladas con pintura. “Hay una diferencia clara entre vandalismo y ataques de odio por ideología, identidad, raza...”, remarcan desde el Consistorio, que considera estos ataques como una reacción a las políticas municipales de memoria histórica y su visibilización.

En 2015, y tras 24 años de mayorías absolutas, el PP perdió el poder en el Ayuntamiento: Aguirre cedía ante Carmena. Fue un duro golpe para los conservadores. Madrid siempre ha tenido un gran capital simbólico para la derecha. Con el nuevo Gobierno, la capital se planteó democratizar su callejero, que había esquivado la Ley de Memoria Histórica, aprobada por el Gobierno en 2007. “La cultura dominante ha sido complaciente con quienes han ejercido o se han beneficiado del franquismo”, dice Emilio Silva, de la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Por eso, cuando hay que ceder espacio a otros personajes, iconos o referentes se producen reacciones.

“La placa en homenaje a Cristina Ortiz, La Veneno, fue retirada en un acto vandálico. Estamos trabajando para reponerla lo antes posible”, expresó la alcaldesa Manuela Carmena en redes sociales. La regidora mostraba su repulsa por la desaparición de esta insignia que se dedicaba a “una mujer trans visible en los 90”. Había sido instalada una semana antes, el 8 de abril. “Madrid es tolerante, abierta y moderna y hará desaparecer de nuestras calles la transfobia”, continuaba la regidora.

“Si la retiran 70 veces; 70 veces la pondremos”, dijeron desde la asociación LGTBIQ Arcópoli. En general, esa es la filosofía que se aplica. Así, se limpiaron las cruces de hierro que aparecieron también el 8 de abril en el homenaje a las víctimas del franquismo de Hortaleza. Lo mismo con la pintura lanzada el 4 de abril contra la placa dedicada al poeta Marcos Ana, el preso franquista que más tiempo pasó en prisión. Para los colectivos, los ataques no son más que un indicador de lo necesario que era visibilizar a esas personalidades.

La placa dedicada a Yolanda González recibió amenazas antes de su inauguración. En noviembre de 2018 se instaló en Aluche una insignia en memoria de la joven de 18 años que vivía en ese barrio y que fue asesinada en 1980 por un grupo de ultraderecha liderado por un integrante de Fuerza Nueva. Entre noviembre y diciembre, la insignia tuvo que ser repuesta hasta en cuatro ocasiones; una vez cada 15 días de media. “Es abyecto que arranquen una placa en memoria de una estudiante asesinada por fascistas”, declaró el edil Carlos Sánchez Mato, actual candidato de IU a la alcaldía de Madrid.

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El año pasado también aparecieron esvásticas en varias ocasiones en los monumentos de Vicálvaro y Ciudad Universitaria dedicados a las Brigadas Internacionales, que lucharon por la II República.

“Los ataques en los casos políticos se dirigen a un grupo social determinado: a las víctimas del franquismo. Representan un ataque a la democracia y un delito de incitación al odio”, dice Eduardo Ranz, abogado y asesor del Gobierno, del Ministerio de Justicia, en Memoria Histórica. Ranz considera que en muchos casos la Fiscalía debería iniciar una investigación al respecto, “pero no siempre lo hace”. “Otras víctimas más recientes [del terrorismo] no sufren el abandono y el desamparo al que se somete a las víctimas del franquismo”, continúa Ranz, que define los ataques como “actos aislados, torpes y que muestran inseguridad”. Para el presidente de la Fundación Marcos Ana, Willy Meyer, son una señal de alerta: “Fuerzas políticas como Vox pretenden desenterrar la ideología franquista”.

La polémica de Mame Mbaye

El mes pasado, apareció una placa en Lavapiés en recuerdo del mantero Mame Mbaye, fallecido en marzo de 2018 de un ataque al corazón en la calle. Su muerte originó graves protestas: la comunidad senegalesa acusaba a la policía de hostigamiento y de que ese podría haber sido la causa del infarto de Mbaye. La autopsia concluyó que el joven tenía una tara cardiaca congénita. "Víctima del racismo institucional del Estado español", decía la insignia, instalada de manera simbólica por vecinos de la zona. El PP exigió al Ayuntamiento su retirada: "Ofende gravemente a España", dijo su portavoz. Pero el Pleno de Centro votó en contra de la retirada. "Si Carmena no retira inmediatamente la placa a Mbaye, lo hará Vox", dijeron desde el partido de ultraderecha. A los pocos días, la placa había desaparecido.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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