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Los partidos catalanes afrontan el 28-A entre el diálogo y la crispación

Los comicios dirimirán quién ostenta la hegemonía independentista mientras el PSC pugna por desbancar a los comunes

Àngels Piñol
La candidata del PSC por Barcelona, Meritxell Batet, durante el acto de inicio de campaña
La candidata del PSC por Barcelona, Meritxell Batet, durante el acto de inicio de campañaMarta Pérez (EFE)

La campaña del 28-A arrancó ayer en Cataluña en medio de la crispación tras el incidente que sufrió la popular Cayetana Álvarez de Toledo en la UAB cuando un grupo de jóvenes intentó boicotear un acto al que asistía. La tensión se trasladó al Parlament, donde un diputado del PP fue expulsado del Pleno tras un enfrentamiento con la CUP. Los comicios dirimirán quién ostenta la hegemonía independentista: si vence la vía pragmática de ERC o la de las líneas rojas de Carles Puigdemont. Los interrogantes se acumulan en la izquierda —el PSC puede desbancar a los comunes— y en la derecha donde PP y Ciudadanos miran de reojo a Vox.

Pedro Sánchez adelantó las elecciones tras el veto a los Presupuestos y este 28-A se abrirá una nueva fase en el procés, sumido en el juicio del Tribunal Supremo. En medio de una campaña que arrancó con tensión, queda la duda de hasta dónde llegará el independentismo para seguir condicionando la gobernabilidad al referéndum. Sánchez no lo aceptará y por tanto las cartas están sobre la mesa. Junts per Catalunya niega el bloqueo y exige un pacto en ese capítulo mientras ERC se ha despojado de hipotecas. Ni ha prefijado líneas rojas para no facilitar el triunfo de la derecha ni tampoco quiere dar “cheques en blanco” al PSOE que frustren al final el objetivo del referéndum.

Con una carta a la militancia, Oriol Junqueras, candidato de ERC, expresó su disposición al diálogo aderezado con ese gesto de contorsionismo que evocó al pujolismo. ERC ha rescatado en su programa electoral el referéndum pero ayer votó renunciar en una moción a la vía unilateral en el Parlament. La votación permitió a los comunes (primeros en 2016, con 12 escaños) sacar los colores a los republicanos. “Dejen de hacer de CiU”, les espetaron.

Las elecciones dirimirán si ERC (segunda, con nueve diputados) cumple esta vez los sondeos y se impone a los neoconvergentes. La única vez que venció en unos comicios y consumó el sorpasso fue en las europeas de 2015. Las urnas chequearán también la apuesta de Junts per Catalunya de arrinconar al lado más pragmático del PDeCAT (terceros con ocho escaños). Los socios de Govern sí coinciden en algo: han apostado por sus líderes en prisión (Junqueras y Jordi Sànchez) como candidatos y trasladar el procés al Congreso.

Con la mirada puesta en conservar la alcaldía de Barcelona, la joya de la corona, Jaume Asens, líder de los comunes, afronta el reto de frenar la tendencia a la baja que experimentan desde 2016. Su objetivo es que Unidas Podemos forme gobierno con el PSOE y ya no exige el referéndum como condición para pactar. Sumidos en sus guerras internas, los comunes se arriesgan, por un lado, a perder voto soberanista hacia ERC y Front Republicà, la lista surgida de la CUP y, por otro, hacia el PSC.

ERC y los socialistas les superan en los sondeos. Cuartos en 2016, los socialistas confían en desbancar a los comunes atrayendo su ala más federalista avivando el miedo a la derecha. Meritxell Batet busca una campaña tranquila enarbolando la bandera del sentido común y del voto útil para huir de dos bloques que, dice, se retroalimentan.

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La pugna por las derechas se adivina tan cerrada como la secesionista. Inés Arrimadas, que ayer llevó al atril del Parlament la montaña de lazos amarillos que ha quitado, chequeará su estrategia de confrontación con su victoria el 21-D. Delante tendrá a Álvarez de Toledo, protagonista ayer cuando un grupo de la UAB que se autodenomina “antifascista” intentó impedir, sin éxito, la celebración de un acto. El incidente se trasladó a la Cámara, donde la CUP denunció, mostrando una foto, que un colaborador de la candidata se encaró a los estudiantes haciendo un saludo fascista. El diputado Santi Rodríguez acabó expulsado tras un enfrentamiento. El PP fue quinto y C's sexto en 2016 —seis y cinco escaños— y miran de reojo a Vox, que según el CIS les arañará tres diputados.

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