Benditas mascotas
"En la Iglesia siempre estamos con cosas raras, y esto es una forma de hacer religiosidad popular", dice el padre Carlos en la bendición anual de mascotas en San Antón
Si le dijéramos a un habitante de otro planeta que un caniche y un mastín son la misma especie animal, el perro, canis lupus familiaris, no se lo acabaría de creer. Hay razones biológicas para saber que todos estos animales son perros, pero la variedad es tanta en la cola de la iglesia de San Antón (Hortaleza, 63), que no lo parece. Todos los gatos, todos los humanos se dan un aire, pero aquí hay perrazos gigantes o perritos que caben en la palma de la mano, peludos o glabros, vivaces o apesadumbrados, pero a todos los bendicen por igual a la puerta de la iglesia. Son las fiestas de San Antón, y toca bendecir a las mascotas. [Fotogalería: La bendición de animales en San Antón]
Una larga cola de ciudadanos espera a recibir la bendición con sus bichos en brazos aguantando el frío mañanero y ante la expectación de algunos periodistas y vecinos curiosos que sacan fotos y vídeos sin parar. Tres señoras de la zona de Puerta de Toledo han venido juntas con sus perritos. "Venimos hace años, es una manera de darse un paseo y salir de casa", dice Ángeles, la humana de la "chuchilla" Manchita. ¿Es Madrid un buen lugar para tener perro? "En nuestra zona sí, tenemos el río y parques cerca de casa", explica. "Lo que hace falta es que nos dejen entrar en más sitios con nuestros animales”" apunta su vecina Magdalena, la humana de un perrito maltés. "Y que nos bajen el IVA del veterinario", añade Sonia, que carga a su perro Wisin, "estas son nuestras quejas, ponlas ahí".
Es el turno del padre Carlos al mando de las bendiciones, que explica la relación entre San Antón y los animales. "Este santo, Antonio Abad, era eremita y tuvo que luchar con sus bajas pasiones, asociadas tradicionalmente a lo carnal, así que en la iconografía, sobre todo barroca, se le ha representado con un cerdo a los pies", explica, "de ahí que luego se tomara como patrón de los animales". Estas actividades, a juicio del sacerdote, son una forma de acercar la religión a la ciudadanía. "En la Iglesia siempre estamos con cosas raras, y esto es una forma de hacer religiosidad popular", dice el padre Carlos. El Papa Francisco está a favor: en su encíclica Laudato sí, presentada en 2015, critica el consumismo y el desarrollo insostenible y ahonda en la necesidad de la defensa de la naturaleza y la vida animal.
La iglesia de San Antón, por lo demás, ya es bastante abierta y popular: gestionada por los Mensajeros de la Paz del padre Ángel, abre las 24 horas, tiene café caliente, calefacción, wifi, televisión y es conocida por acoger cada noche a personas sin hogar. Señal de su fuerte compromiso con la acción social son las efigies que se ven dentro del templo: Vicente Ferrer, Rocío Nieto, Jaime Garralda o el obispo Gabino Díaz Merchán, defensores de los sin techo, las viudas, las prostitutas, los presos, los toxicómanos, los enfermos y otros desfavorecidos.
Fuera siguen pasando animales, como la perrita chihuahua Lula, una caniche vestida de faralaes, volantes, topos blancos sobre fondo rojo. "Es que es muy flamenca”" dice su humano Vicente, vecino de la calle Atocha. "La traigo para que San Antón nos la cuide", explica, "recientemente se nos murió la hermana de Lula y lo pasamos muy mal, como si hubiera muerto una persona. Es que los perros dan mucho cariño".
La gata Musa
Los gatos tienen fama de ser más independientes y huraños, pero se ve a una en la cola, la gatita Musa, embutida en un simpático abrigo para gatos. Su humana es María, ucraniana que lleva 20 años en Madrid. "Esta gatita me salvó la vida cuando estaba muy enferma, me alegró la existencia y pude salir adelante", explica, "luego enfermó ella, estuvo a punto de morir. Pero la trajimos a la bendición de San Antón y logró recuperarse".
Otros animales que han salido adelante son los que trae la asociación Bichos Raros desde El Escorial. Son perros discapacitados que han sido atropellados por coches, han sido la diana de una coz o han sufrido grandes caídas, algunos han sido maltratados o disparados por humanos sin corazón y ya no pueden utilizar sus patas traseras. Van con sillas de ruedas para perros. Cada vez hay más personas que se ocupan de este tipo de perros, cada vez se ven más por las calles. "Ahora la gente se enorgullece de ello, o de adoptar a los animales antes que comprarlos", dice María García, presidenta de Bichos Raros, que se ocupa de 120 animales discapacitados. Lo bueno de los perros es que aceptan sin trauma su condición y enseguida se adaptan, sin el sufrimiento que experimentan los humanos. "La primera reacción de la gente es sentir pena por estos animales, pero ellos están tan felices con su silla de ruedas, y en cuanto se la pones ya están corriendo y jugando con otros perros. Es importante que eso se sepa".
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