La industria cerámica echa el freno y prevé un 2019 sin crecimiento
El sector cerrará 2018 con casi 3.600 millones de euros de ventas, un 1,5% más
2019 no será el año del sector cerámico. Como tampoco lo ha sido el ejercicio que toca a su fin. Es la principal conclusión que extrae la Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos (Ascer) del balance de este 2018 y de las expectativas para los próximos doce meses de una industria que ocupa el tercer puesto del ranking nacional en superávit comercial: 2.597 millones de euros en 2017. “Las ventas globales se desaceleran y cerraremos con apenas crecimiento”, apostilla el presidente de la patronal azulejera, Vicente Nomdedeu.
Las ventas totales para 2018 se estiman en 3.590 millones de euros, lo que implica un aumento de entre el 1% y el 2%, respecto al año anterior. La producción crece ligeramente, en torno al 1%, hasta alcanzar los 535 millones de metros cuadrados que sitúan a España como líder europeo, seguido de Italia. Las ventas en el mercado doméstico, “aunque siguen en aumento, han perdido fuerza y estimamos un crecimiento que rozará el 7%, hasta los 880 millones de euros”, dice Nomdedeu.
Completa esta radiografía en cifras el cuarto vértice: las exportaciones, con una estimación de crecimiento “muy bajo, en torno al 1%”, que situaría el balance anual en 2.710 millones de euros. Un porcentaje, el del 1%, poco halagüeño para un sector especialmente exportador “gracias a su inversión en innovación, diseño y calidad” al que se le sigue resistiendo la producción en nuevos mercados, por la “dura competencia” que supone, informan desde la patronal. Aun con todo, España es el país que más exporta en metros cuadrados. A 187 países entre enero y septiembre y por un importe de 2.098 millones de euros, con un aumento del 1,6 % respecto a 2017.
Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Italia y Alemania son los principales países compradores de cerámica española. Les siguen Israel, Arabia Saudí, Argelia, Marruecos y Rusia.
El “aumento de las trabas y obstáculos que limitan el comercio” es uno de los argumentos esgrimidos por la patronal para explicar parte de esta desaceleración, que se mantendrá en 2019 si persisten las condiciones de enero a septiembre de este año. Lo explica su vicepresidente Ismael García, quien apela al refuerzo de la “tendencia proteccionista” en mercados “de gran importancia para España”, especialmente en el norte de África, como Argelia, Egipto, Túnez o Marruecos. Por su parte, los países del Golfo, otro de los focos comerciales para la industria cerámica, han iniciado una investigación antidumping contra las importaciones españolas. Aquí las ventas alcanzaron los 200 millones de euros en 2017. “Ahora están en juego”, apuntan desde Ascer, que ha organizado la defensa sectorial.
Se aferran en esta lucha al balance de 2017, que se cerró sin medidas para el sector español en lo que al expediente antidumping de Marruecos se refiere. Recuerdan que el sector se ha enfrentado con éxito a otras acusaciones de dumping en el pasado “demostrando haber actuado de forma justa”, y citan los ejemplos de Canadá (1976), la Comunidad Económica Europea (1984), Sudáfrica (1993), México (2003) y Pakistán (2013).
El también vicepresidente de Ascer, Francisco Ramos, afirma que los costes energéticos “son claves para mantener la competitividad de la industria ante mercados con rangos de precios más reducidos”. Recuerda que la industria azulejera es un “alto consumidor de gas natural” y las variaciones del precio tienen una “alta incidencia” en el coste del producto final. La energía supone el 13 % del valor de las ventas. Los costes del gas y de la electricidad son en España de los más elevados de la Unión Europea. “Están por encima de los precios de Italia, nuestro principal competidor en muchos mercados”, asegura.
Se estima que la factura media energética sectorial en 2018 aumentará un 13% (54 millones de euros), pasando de 410 a 464 millones de euros. En 2019, el coste de la energía podría subir entre un 5% y un 10%, estima la patronal. Defiende la cogeneración como herramienta de eficiencia y ahorro energético y urge un marco regulatorio que garantice la retribución de estas plantas y asegure su supervivencia.
Por último, y como conclusión, Vicente Nomdedeu reivindica un plan estatal “que apoye al tejido industrial, que reduzca trabas, que impulse su competitividad y que respalde la inversión en innovación”. A su juicio, las políticas de las Administraciones Públicas “deben incluir un objetivo de industrialización de la economía española, con un peso muy reducido en el PIB, del 16%. La UE tiene como objetivo un 20% en 2020.
Defiende que la industria “es un gran generador de empleo directo de calidad, de empresas auxiliares y puestos de trabajo indirectos”, y destaca su papel como impulsora de proyectos de investigación e innovación en procesos y productos “que favorecen el liderazgo del país” y la innovación del sector cerámico en procesos de reducción de agua y ahorro energético y en productos más sostenibles y versátiles.
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