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Puigdemont quiere llevar su línea dura al grupo del PDeCAT en el Congreso

El partido celebra este fin de semana una asamblea en la que se podría cambiar la dirección

Camilo S. Baquero
El portavoz del PDeCAT en el Congreso, Carles Campuzano (c.), al finalizar el pleno.
El portavoz del PDeCAT en el Congreso, Carles Campuzano (c.), al finalizar el pleno.JAIME VILLANUEVA (EL PAÍS)

A las fisuras entre las formaciones soberanistas se une el enfrentamiento dentro de los propios partidos. El PDeCAT celebrará una asamblea este fin de semana en la que la dirección —liderada por Marta Pascal— y el sector crítico —reunido en torno a Carles Puigdemont, el expresident ahora fugado en Alemania— chocarán por el control de la formación heredera de Convergència. Puigdemont busca un giro en la actual posición pragmática del grupo parlamentario en el Congreso, que votó a favor de la moción de censura de Pedro Sánchez.

La representación del PDeCAT en el Congreso —integrada en el grupo mixto— es el único espacio sin influencia del expresident. En la votación de la moción de censura del PSOE, Puigdemont había defendido que el PDeCAT se abstuviera. “[Apoyo al artículo] 155 por 155, ¿Dónde está el cambio?”, dijo entonces Eduard Pujol, portavoz de Junts per Catalunya. Finalmente, sin embargo, se impuso el criterio que defendían Pascal y los diputados en Madrid: el PDeCAT apoyó la moción, aunque después ha advertido a Sánchez de que ese respaldo no es incondicional y ha seguido insistiendo en la existencia de "presos políticos" y en la defensa de un referéndum independentista pactado.

La necesidad de Puigdemont de mantener un discurso beligerante le obliga a incidir en la posición del grupo en el Congreso. Pese a que el PDeCAT está integrado en Junts per Catalunya en el Parlament, su capacidad de incidencia en la Cámara catalana es mínima: ahí prima la línea dura. En el Congreso es al contrario: a pesar de que el grupo sigue reclamando un referéndum y denuncia la existencia de “presos políticos”, y las gestiones de Pascal en el voto de la moción de censura no sentaron bien en el entorno del expresident.

Desde hace meses los críticos de la actual dirección amenazaban con derrocar a Pascal si no abandonaba su apuesta pragmática sobre el independentismo. El entorno de Puigdemont sostiene que difícilmente la asamblea de este fin de semana será tranquila para la dirección si no se le garantiza al expresidente poder de decisión. Y eso incluye el grupo parlamentario en el Congreso.

El grupo de críticos, que tiene caras visibles como el consejero de Interior, Miquel Buch, o el alcalde de Molins de Rei (Barcelona), Joan Ramon Casals, está conformado en su mayoría por el grupo que perdió el poder en el momento fundacional del partido. Desde el entorno de Pascal creen que no tienen el apoyo suficiente para dar el asalto.

La coordinadora del PDeCAT, para intentar salir al paso, decidió el pasado junio que lo que tenía que ser una asamblea ideológica se convertiría en un congreso en el que, si los afiliados lo apoyan, se modificara la dirección. Con ello buscaba dar más espacio a las voces disidentes pero manteniendo el control. Pascal incluso ofreció a Puigdemont la presidencia del partido, pero éste la rechazó.

Crida Nacional

El esfuerzo de contención de Pascal quedó herido el pasado lunes, con la presentación de la Crida Nacional, el manifiesto que quiere terminar por ser un “instrumento político” transversal impulsado por Puigdemont, que busca aglutinar personas y no partidos y cuyo objetivo es lograr la independencia. A ojos del PDeCAT, es un abrazo del oso para dejar atrás a esta formación.

“El partido será lo que sus asociados quieran que sea”, dijo la portavoz del PDeCAT, Maria Senserrich. Las bases y la dirección comparten la idea de sumar y ensanchar el espacio independentista pero reprueban que algunos líderes de la Crida “satanicen” al partido. Pascal estaría abierta a negociar un encaje pero plantará cara a entregar las llaves, dicen fuentes de la formación.

“En el PDeCAT picamos mucha piedra para el triunfo de Junts per Catalunya”, critica un miembro de la dirección. “¿Esto va de un proyecto o de una venganza del congreso fundacional?”, se pregunta otro. El PDeCAT tiene unas 400 alcaldías, un punto de apoyo vital si Puigdemont decide en otoño crear esa nueva formación. A nadie se le escapa el tirón electoral del expresident pero la distancia pesa a la hora de dirigir y coordinar una formación, como pasa con Junts per Catalunya.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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