La piqueta saca a la luz la huella del tranvía en Madrid
Las obras de la calle de Atocha desentierran antiguas vías de este medio de transporte que surcó la capital durante un siglo, hasta 1972
¿Qué son esos hierros que han aparecido bajo el asfalto en las obras de la calle de Atocha? Son restos olvidados que recuerdan que Madrid fue, durante un siglo, una ciudad llena de tranvías. “En realidad, quedan muchas vías bajo las calles, porque lo que se hizo cuando se quitó este medio de transporte fue echarles asfalto encima”, explica Álvaro Bonet, de la asociación Madrid, Ciudadanía y Patrimonio. En Ciudad Universitaria, junto al Faro de Moncloa, todavía queda un pequeño tramo de vías a la vista, el único de la ciudad. Aunque ahora la huella sea tan escasa, los tranvías permanecieron en la capital desde 1871 a 1972. Esta es su historia.
La primera línea se puso en funcionamiento el 31 de mayo de 1871 y enlazaba la calle de Serrano con el barrio de Argüelles (pasando por Cibeles y la Puerta del Sol), según explica Antonio Martínez, historiador y miembro de la asociación Metropolitano Histórico de Madrid. A partir de ahí, vivió una expansión desigual y algo anárquica, “ya que distintas empresas privadas solicitaban y obtenían licencias” para poner en marcha recorridos, “cada una con sus propios tranvías, vías y cocheras”, añade Martínez. El historiador cifra en 24 las concesiones que llegaron al inicio del siglo XX.
El libro Aquellos tranvías de Madrid (La Librería), de Diego Gutiérrez, ahonda en esta cuestión: “La historia de los tranvías de Madrid hasta el final del XIX es el intento de enlazar el centro con la periferia en todas las direcciones [...] mediante diferentes promotores, cada uno con su propio proyecto”. Los primeros vehículos no eran precisamente silenciosos: “Dos fueron los sistemas de tracción utilizados: el de sangre [las mulas] y el de vapor; más que un tranvía, parecía un pequeño tren”, escribe Gutiérrez.
La electrificación no llegaría hasta 1898, y con ella los primeros problemas. “La velocidad de los coches eléctricos era muy superior a la anterior y el número de atropellos, muchos mortales, era considerable, produciéndose a veces verdaderos motines como el ocurrido en Puerta de Toledo cuando el tranvía atropelló mortalmente a un niño”, escribió en un artículo en 1994 Carlos López Bustos, autor de otro volumen sobre el tema, Tranvías de Madrid.
En los primeros años del siglo XX, casi todas las concesiones confluyeron en la Sociedad General belga, y más adelante en otras empresas. Luego, las líneas siguieron aumentando: en 1905 había 25 (aunque no todas funcionaban a diario), mientras que en 1923 eran unas 50, que movían unos 471 tranvías al día. “La Guerra Civil causó un gran destrozo en la red, siendo destruidos muchos vehículos”, explica Martínez.
Tras la contienda, se trató de recuperar algunos recorridos, pero el tranvía no se recuperaría del todo. Es complicado saber el número de líneas que llegó a haber, ya que muchas cambiaban de número o recorrido, pero la numeración llegó hasta la línea 81. En 1947 se crea la Empresa Municipal de Transportes (EMT), para, entre otras cosas, gestionar todos los tranvías y, poco a poco, los va sustituyendo por autobuses. “Se creó un estado de opinión que mantenía que los tranvías eran un trasto antiguo que entorpecía el tráfico, y se fue eliminando toda la red, primero en el centro y luego en el resto de la ciudad”, explica el ingeniero Antonio Manuel Sanz. Las vías desaparecieron de la Puerta del Sol en 1949, y en 1956 de la plaza Mayor.
Un portavoz de la EMT confirma que las dos últimas líneas, la 70 (Plaza de Castilla-San Blas) y la 77 (Pueblo Nuevo-Ciudad Pegaso) realizaron su último viaje el 1 de junio de 1972, exactamente 101 años después de su puesta en marcha. Además, señala que en las cocheras de la EMT de Fuencarral sigue en pie una nave de tranvías, aunque hace dos años se asfaltaron las vías. “Hemos guardado dos trozos de las vías en el Museo de la EMT”, añade.
En cuanto a los vehículos, el único que se conserva puede verse en la estación de metro y metro ligero de Pinar de Chamartín. La asociación Metropolitano Histórico de Madrid aboga por crear un museo monográfico en las antiguas cocheras de tranvías de La Bombilla, convertidas en dependencias de la Policía Municipal. A la espera de que alguien recoja el guante, las vías de Atocha dan testimonio efímero de este pasado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.