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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

‘Visca la terra, muyra lo mal govern!’

Los Gobiernos soberanistas se han ocupado mucho entre 2010 y 2017 de agitarse con vivas a la tierra. Se empeñaron tanto a ello que no se dedicaron a gestionar

Xavier Vidal-Folch
Romeva, Turull, Junqeras y Puigdemont en el Parlament.
Romeva, Turull, Junqeras y Puigdemont en el Parlament.ALBERT GARCIA

La revuelta de los segadores que desembocó en la primera independencia de la Cataluña moderna (duró 12 fatales años) se fraguó en 1640 al grito de Visca la terra, muyra lo mal govern!

Los Gobiernos soberanistas se han ocupado mucho entre 2010 y 2017 de agitarse con vivas a la tierra. Se empeñaron tanto a ello que no se dedicaron a gestionar. El capítulo de infraestructuras aquí descrito no fue lo peor. Pero acabó fatal: en septiembre y octubre la licitación cayó un tercio.

Fue peor la producción legislativa. Carles Puigdemont anunció 45 leyes para sus prometidos 18 meses de mandato (enero de 2016-julio de 2017). Apenas fabricó la mitad. En 2013 solo se tramitó una. En 2014, apenas tres sustantivas.

Y la única relevante, la (bienintencionada) 24/2015 de pobreza energética —impedía cortar la luz a los pobres que impagaran— fue de tan mala calidad que la suspendió el Tribunal Constitucional, por defectuosa. Se rehizo. Pero como el Govern no se atrevió a dotarla de reglamento, le endilgó un protocolo. Que fue anulado hace unos días por un juez barcelonés de lo contencioso.

El principal esfuerzo del último Gobierno secesionista fue dotar a su propia Hacienda de alguna misión. Era menos eficaz que la de La Rioja, externalizaba buena parte de la recaudación de los impuestos propios a la Agencia Tributaria estatal o a los registradores y no cobraba multas. En los seis años anteriores se hizo la siesta.

Las grandes partidas de gasto de la Generalitat (precisamente, el social) se gestionaron con crueldad, ineficacia o indolencia. Crueldad social: desde la crisis hasta 2015 Cataluña lideró los recortes sociales (caída del 26,26%). Ineficacia sanitaria: de vanguardista en 2008 pasó a colista en 2016, con las peores listas de espera quirúrgicas (tras Canarias): 173 días, por 115 la media española. Indolencia educativa: desvió dinero de las guarderías a la escuela concertada y solo revirtió (en parte) los recortes máximos de personal cuando ya caducaba su mandato, este 2017.

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El estrambote fue el disparate de convocar huelgas desde el Govern, sabotear la seguridad jurídica, provocar la fuga de empresas. Demasiado visca la terra para tapar tanto mal govern.

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