Rajoy en un país de creyentes
El Gobierno presentado es más continuista que el ‘Libro de los Números’. Y el presidente lo ha hecho en la mejor tradición: ni rueda de prensa ni premio de consolación de comparecencia en una pantalla de plasma
Este país es tan católico que hasta los masones conocían a fondo los catecismos de Astete o Ripalda. En agosto de 1936, una vez comenzada la Guerra Civil española, un grupo de librepensadores disolutos reunió los restos del obispo Josep Torras i Bages y les prendió fuego en la catedral de Vic, donde habían recibido en su día cristiana sepultura. El objetivo de la venganza post-mortemera, por lo menos, evitar la resurrección corporal del prelado que en vida les había combatido a consciencia. Los masones, conocedores del dogma, pretendían impedir por vía ejecutiva la resurrección de Torras i Bages, entendida como reanimación del cadáver. Y para ello jugaron con las propias armas del catolicismo.
Eso sucedía hace 80 años. Ahora, incluso en democracia, nadie apea a España del podio de los campeones de la fe y la tradición. Este país es tan profundamente católico que solo un 12,1% de quienes se confiesan creyentes va a misa los domingos y fiestas de guardar. Por eso no sorprende que la ministra reincidente de Trabajo, Fátima Báñez, se encomiende a la Virgen del Rocío para superar la crisis económica. Pero eso no es todo. A un ex titular de Interior —Jorge Fernández Díaz— el ángel Marcelo le ayudaba, según propia confesión, a aparcar el coche. Probablemente ahora le sea retirada la escolta divina. Queda, sin embargo, para la Historia la sospecha de si en la elaboración de la ley mordaza han pesado entusiastas espíritus puros entre las nueve categorías angélicas: Serafines, Querubines, Tronos, Dominaciones Virtudes, Potestades, Principados, Arcángeles y Ángeles. Tampoco hay que descartar la presunta participación de la Virgen en la reforma laboral de 2012. Y el concurso divino se hace también incontestable en ese regalo que ha supuesto, según la hermenéutica de la ministra Báñez y del PP, la salida de España de la crisis. Por si alguien se había despistado, la doctrina oficial del PP asegura que hemos dejado atrás los peores momentos de la situación económica.
Este es un país aconfesional en el que no solo se condecora a la Virgen, sino en el que el actual presidente del Gobierno jura su cargo ante el Rey, teniendo enfrente la Constitución, la Biblia y el crucifijo. En fecha tan señalada, las Sagradas Escrituras que iluminaban a Mariano Rajoy estaban abiertas por el inquietante Libro de los Números, que es un puente entre los israelitas recibiendo la Ley como preludio de su tortuosa preparación para entrar en la Tierra Prometida. En el terreno de la exégesis, el texto lanza una clara advertencia contra la rebelión y recuerda que el desafío a la autoridad divina hizo que Dios castigase a su pueblo a vagar 40 años por el desierto. Toda una generación murió por su mala y desobediente cabeza sin ver la Tierra Prometida. Es lo que tiene oponerse a los designios divinos. Y es que la elección de Mariano Rajoy también tiene mucho de sobrenatural: el Partido Popular ha logrado ser la fuerza más votada en pleno estallido judicial del caso Gürtel. Asimismo, el presidente ostenta tan alta magistratura gracias a la infinita misericordia de sus viejos, antiguos y presuntos opositores.
El día del juramento del cargo, la mano izquierda del presidente del Gobierno español se hundía en el capítulo 30 del bíblico Libro de los Números. En él se subraya que, cuando un hombre hace un voto al Señor, no debe faltar a su palabra. Y a fe que la ha cumplido. El Gobierno presentado el pasado jueves por Mariano Rajoy es más continuista que el Libro de los Números. Y el presidente lo ha hecho en la mejor tradición: ni rueda de prensa ni premio de consolación de comparecencia en una pantalla de plasma. Ha sido tan escueto como las tablas de la ley: ha pasado una gacetilla con la lacónica lista de 13 nombres y ya está. Nadie puede sentirse engañado ni en las formas ni en el fondo. Ya avisó durante la sesión en que fue investido presidente de que habría pocos cambios. Cuando uno manda y los demás obedecen, la alianza entre Dios y su pueblo va sobre ruedas. Lo advierte ese texto bíblico cuya autoría se atribuye al mismísimo Moisés. Es curioso, pero a veces da la impresión de que ciertos libros sagrados los ha cargado el mismísimo diablo.
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