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La Comunidad rechaza dejar carroña a los buitres para evitar ataques al ganado

Medio Ambiente se plantea ofrecer indemnizaciones tras la muerte de un ternero en Colmenar Viejo

Buitres en el refugio de rapaces de Montejo de la Vega (Segovia) en 2015. La asociación WWF, que dirige el refugio, tiene un acuerdo con los ganaderos y mataderos locales para aportar un suplemento alimentario a los buitres.
Buitres en el refugio de rapaces de Montejo de la Vega (Segovia) en 2015. La asociación WWF, que dirige el refugio, tiene un acuerdo con los ganaderos y mataderos locales para aportar un suplemento alimentario a los buitres.

La denuncia de un ataque de un centenar de buitres a un ternero en Colmenar Viejo ha reabierto el debate sobre la proliferación de estas aves al mismo tiempo que escasea su alimento natural: la carroña. La Comunidad de Madrid (Partido Popular) rechaza de plano, por razones “sanitarias y ecológicas”, dejarles comida en el campo, a pesar de que la normativa estatal lo permite desde 2011. Sin embargo, el Ejecutivo regional estudia la posibilidad de ofrecer a los ganaderos indemnizaciones como las que reciben por los ataques de lobos.

Jorge Izquierdo y su hermano Ángel lo vieron a lo lejos, pero enseguida se imaginaron lo que estaba pasando: el centenar de buitres que se agolpaban a unos 200 metros de distancia estaban atacando a un ternero recién nacido. Cuando se acercaron, aseguran, el animal ya estaba muerto sobre un charco de sangre. “Era el más grande, el más torpe, por eso fueron a por él”, cuentan estos ganaderos de quinta generación en Colmenar Viejo (47.000 habitantes, a 27 kilómetros al norte de la capital).

Ayer, cinco días después del ataque, señalaban al pequeño agujero que los buitres habían abierto a la altura del ombligo del animal y por el que acabaron eviscerándole. “No es la primera vez que nos pasa. Nos han atacado también a alguna vaca que estaba teniendo problemas para parir”, se quejan los hermanos.

Foto tomada el jueves pasado por lo hermanos Izquierda tras el ataque al su ternero.
Foto tomada el jueves pasado por lo hermanos Izquierda tras el ataque al su ternero.

Más agresivos

Tras la crisis de las vacas locas, el temor a un contagio provocó la prohibición de abandonar animales muertos en el campo y en los tradicionales muladares de las explotaciones ganaderas que servían para eso. “Los buitres se volvieron más agresivos debido a la escasez de alimento, lo que les condujo a atacar a animales heridos o enfermos”, explica Javier de la Puente, biólogo de la ONG ornitológica SEO/BirdLife. Es el hombre, por tanto, el culpable de ese cambio de comportamiento de los buitres, insiste el biólogo.

La situación debería haber mejorado tras la aprobación en noviembre de 2011 de un decreto estatal que permitía la creación de zonas de protección en las que los ganaderos pudieran depositar los cadáveres de reses. Las comunidades autónomas debían trasponer la normativa a la legislación, pero Madrid no tiene intención de hacerlo.

“En la región está prohibido dejar carroña en el campo y en los muladares, tanto por cuestiones sanitarias como de equilibro ecológico”, informan fuentes de la Consejería regional de Medio Ambiente. Los técnicos opinan que ofrecer a un animal alimento con tanta facilidad podría provocar una acumulación de aves en puntos concretos, interfiriendo en su dispersión natural. “Habría unas poblaciones inmensas con el consiguiente perjuicio para los ganaderos”, indica el citado portavoz regional.

Alimentos en vertederos

En este contexto, aparte de esos esporádicos atáques, ¿cuáles son las opciones aliminetarias de estas aves carroñeras?. “Siempre pueden encontrar alguna res que ha muerto en el campo, antes de que la retiren”, pero, sobre todo, se alimentan “desde hace unos 10 años” en los vertederos al aire libre, explica De La Puente. Frecuentan, por ejemplo, el de Colmenar Viejo, el más cercano a la sierra y que se ecnuetra a unos cinco kilómetros al sur del prado donde fue atacado el ternero de los hermanos Izquierdo. La dieta entraña sus riesgos, añade el biólogo: “Nos encontramos trozos de plástico en el suelo bajo los nidos de buitre negro (especie protegida), lo que quiere decir que las crías pueden ingerir esos productos que implican un riesgo para su salud”.

En la Península Ibérica vive más del 50% de la población europea de buitre y en España se reproduce el 98% de la población europea de buitre negro (2.068 parejas reproductoras) y el 94% del leonado (25.541 parejas), según el último censo de 2008 realizado por SEO/BirdLife. En Madrid vivían entonces 461 buitres leonados, en 20 colonias ubicadas sobre todo en la sierra del Guadarrama (oeste y noroeste de la región). La expansión de la especie ha sido tanto numérica –en 10 años, de 1998 a 2008, se multiplicó por 2,5- como territorial. Los ecologistas destacan la colonización de Puebla de la Sierra y, en la misma zona, la de la presa del embalse de Villar y la de La Cabrera. A esta población hay que añadir 110 parejas de buitre negro, el 5% de la población europea.

Compensaciones económicas

El Gobierno regional carece de información sobre el número de buitres que vive en la región. Se escudan en que “es muy complicado cuantificar los asentados por la situación geográfica de Madrid, un lugar donde confluyen las rutas de estas necrófagas que están de paso”. Pero sí son un número suficiente, en todo caso, como para preocupar a los ganaderos ante el aumento de los ataques.

“Si nosotros no le echamos la culpa a los buitres: los animales van a comer si tienen la oportunidad, pero necesitamos soluciones”, reclama Jorge Izquierdo, que añade que el choto que le han matado valdría unos 300 euros ahora mismo y el doble dentro de seis meses. Por eso, si no se ponen otros remedios, los ganaderos reclaman —así lo ha hecho ya la Unión de Pequeños Agricultores, UPA— compensaciones económicas.

Ésta es una posibilidad que, según fuentes de la Consejería de Medio Ambiente, sí que se está estudiando en estos momentos. Se trataría, añaden dichas fuentes, de proporcionar ayudas similares a las que reciben los ganaderos por ataques atribuidos a los lobos. Por ejemplo, el año pasado, la indemnización por ovejas o cabras (de 6 meses a 7 años) atacadas por lobos o perros asilvestrados era de 120 euros; y en el caso de vacas de 1 a 10 años, 1.200 euros.

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