El Ribeiro se pasa al ‘indie’
El festival “Son de Viño” en San Vicente do Mar mezclará catas de vino, coloquios, bandas pop y playa
El ribeiro siempre fue un vino de beber en cunca en las tabernas y aglutinar grupos de amigos tirando de repertorio gallego hasta desafiar la resistencia de las cuerdas vocales. Sin renunciar a su historia tan ligada a la música popular, ahora el vino busca nuevos nuevos espacios y nuevos públicos. El festival “Ribeiro Son de Viño”, que el sábado 18 de julio celebrará su segunda edición en el Naútico de San Vicente do Mar en O Grove, es un ejemplo de las nuevas formas de reunión colectiva que se tratan de generar a partir de un vino en la mesa.
A lo largo de toda la jornada, se mezclarán actuaciones musicales, catas y coloquios sobre la nueva cultura del vino, al borde de la playa de A Barrosa en ese insuperable marco veraniego y templo de la música “indie” que es el Náutico de San Vicente. “Buscamos acercarnos a gente más joven y abrir un mercado más allá del tradicional, por eso nos abrimos a eventos como este”, explicó en la presentación del festival Miguel Angel Viso, del Consello regulador de la Denominación de Origen Ribeiro. Viso añadió que este tipo de festivales “acercan a la pasión por el vino y aportan más valor a la denominación de origen”. El ribeiro no quiere dejar de seguir siendo el vino de las canciones de taberna de A Roda, pero al mismo tiempo quiere maridarse con las canciones de Ken Stringfellow, líder de la mítica banda The Posies, nacida en Seattle un par de años antes de la eclosión grunge que abanderaron Nirvana en la misma ciudad. Stringfellow será la principal estrella invitada en el cartel del “Son de Viño”, y estará arropado por varias bandas que tienen en común que cantan sus canciones en gallego.
Durante todo el día, el público podrá disfrutar en el Náutico del rock gamberro de Terbutalina, de las letras elaboradas cargadas de ironía de Ataque Escampe, de la diversión electropop de Álex Casanova, el nuevo blues galaico de Blues do País, o el pop delicado de Os Amigos dos Músicos que también tocaron en la presentación.
Desde el mediodía, se combinarán actuaciones musicales con catas de vino y coloquios en una idea de disfrutar la jornada con calma, al estilo de la filosofía slow. Habrá hasta siete vinos diferentes para degustar y los enólogos casi serán artistas al mismo nivel que los músicos. “Se trata de contar el vino y de transmitir su cultura, no de beber por beber”, comenta Cristina Miranda, ideóloga y directora de este evento.
Dentro de esa intención también está ofrecer una degustación de comida diferente a cargo del restaurante Resas de Santiago, un espacio gastronómico arriesgado donde se puede comer escuchando una cuidada sesión dj con vinilos, al más puro estilo berlinés importado por su impulsor el hostelero Pablo Iglesias.
A lo largo de la jornada también habrá coloquios cercanos entre bodegueros y músicos para analizar temas como la ruptura generacional con el vino por parte de los jóvenes y enseñar a apreciar esta bebida. “Buscamos alejarnos del discurso técnico y adentrarnos en apreciaciones sencillas. Por ejemplo, captar la diferencia que existe entre un crianza de lías o barrica o un vino blanco joven” avanza Cristina Miranda sobre los objetivos del “Son de Viño”.
Además de ser directora del evento, Miranda es periodista y sumiller y sabe lo que se trae entre manos. Desde hace cuatro años organiza en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el Enofestival, basado en un concepto muy semejante que había desarrollado previamente en catas privadas en apartamentos que llegaron a tener una cierta repercusión. “Mezclamos vino con música porque no había bares donde pudiésemos escuchar la música que nos gustaba y al mismo tiempo poder tomar un vino, así que decidimos hacerlo nosotros por nuestra cuenta “, rememora la organizadora del evento. Músicos como Julio de la Rosa, Abraham Boba o Francisco Nixon actuaban en estas catas privadas que fueron el embrión del Enofestival. Entre los vinos que participaban estaban los de la D.O. Ribeiro y desde ahí la idea puso rumbo a Galicia, como un viaje de retorno a sus orígenes.
“En una vía de ocio como los festivales de música el vino está desaparecido total y es interesante recuperarlo como bebida en estos eventos”, declara Cristina Miranda a propósito de la intención de este evento que tendrá unas entradas a un precio entre los 12 euros de la venta anticipada y los 15 euros el día del festival, pero que no tendrá un gran aforo. “El año pasado hubo alrededor de 500 personas y calculo que este andaremos por ahí. No es un gran aforo pero lo importante es la proximidad y que la gente esté cómoda”, avanza la directora de este festival que tendrá al vino ribeiro como protagonista en el corazón geográfico de su competencia, la Denominación de Origen Rías Baixas. “El ribeiro también tiene alma atlántica y echa de menos el mar. Por eso quisimos llevarlo al mar no por meternos con la competencia”, bromea Cristina Miranda.
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