Hagan fuego, que se acercan elecciones
La sátira política se acentúa en las fallas ante la inminencia de los comicios, junto a la persistencia de la crisis y los recortes
“Este año, Pablo Iglesias sale en todas las fallas, es el personaje del momento”, reconoce Alejandro Santaeulalia, artista de estirpe acostumbrado a poner el acento político en sus efímeras creaciones, y más aún este año, con todo el revuelo electoral en el ambiente. En las fallas de 2015 proliferan también bárcenas, blesas, ratos, tarjetas black y carlosfabras entre rejas.
Santaeulalia firma, entre otros, el monumento de L'Antiga de Campanar, con el lema Barbaritats. “Refleja todas las barbaridades que estamos viviendo, los recortes, la realidad que soportamos y que vemos diariamente en los telediarios o a nuestro alrededor”, comenta el artista. Presidida por la imagen de los bárbaros del Norte (“la Troika, vamos”), que asaltan “el castillo de los españolitos”, la falla desciende hasta un Juego de tronos español, presidido por el Rey, con “toda la casta de izquierda y derecha alrededor”, desde Rajoy a Rosa Díez, pasando por Pedro Sánchez. “En esa mesa concentramos todo el juego político”, subraya el artista, que no ha dejado fuera el conflicto catalán, con el oso, el madroño y Sant Jordi en danza, ni olvidado referencias a “los recortes en sanidad y dependencia, la muerte de las pymes, o las jubilaciones”.
Para este artesano, esta falla tiene un significado especial, porque repite con la misma comisión que plantó su primer monumento. Fue más light, reconoce, entonces le preocupaba “más la estética”. Proclama que la filosofía de las fallas es quemar los trastos viejos, que ya no nos valen y “no pueden servir solo de lucimiento estético, para eso te compras una figurita de Lladró”.
En años anteriores, por ejemplo, Alejandro Santaeulalia no se ha cortado en poner al Rey junto a Carod Rovira, uno con camiseta del Real Madrid, otro con coraza republicana. “Siempre meto crítica política, nadie se salva, hay que ser objetivos, pero suelo hacerlo en clave de humor, con cierto cachondeo, es una manera de decir en tono suave qué cabrones son”. Con su guionista (en este caso, Miguel Prim) busca la risa o la sonrisa cómplice, porque “una falla que no te hace al menos esbozar una sonrisa, no es una buena falla, por más premios que tenga”.
Todos los Santaeulalia incluyen en alguna medida la crítica política, señala el patriarca de esta saga de artistas falleros, Miguel, hoy jubilado. “Nuestro trabajo es producto de la sociedad y ahora está todo muy caliente, además del alboroto mediático con la corrupción, es lógico que se acentúe la caña”, arguye este artista, que piensa que en la Transición estaban “todos más politizados”. Incluso recuerda haber recibido amenazas de bomba en la Falla Ferroviaria, cuando murió Franco. La figura principal era una lámpara de mesa y una abuela que contaba a su nieto los cuentos del franquismo. Pusieron un cura, por primera vez en muchos años, junto con ninots de Lluís Llach, Raimon y otros símbolos de “la canción protesta”. Un año antes de la muerte del dictador, Vicente Luna se había atrevido a pintar sutilmente con los colores republicanos la cresta de una majestuosa Palas Atenea.
“La política es un clásico de la temática fallera, el más recurrente junto al erótico ”, contextualiza Gil-Manuel Hernández, de la Associació d'Estudis Fallers. “Aparece ya en el siglo XIX y es más frecuente en momentos de crisis, como la transición, la República, o el actual; es una tendencia, en los momentos de crisis fuerte, de cambio de régimen, la crítica política se dispara”, añade. “Entonces, la caricatura, la parodia, la sátira se hace más mordaz o dura”.
Ciertamente no es la estética preciosista la predominante este año en la Exposició del Ninot, termómetro de las tendencias monumentales. En un recorrido circunstancial se escucha a una pareja de mediana edad, aparentemente conocedora de las Fallas: “Los del Pilar se han puesto modernos este año”. Miran el ninot seleccionado para la exposición por esta falla de Especial que ganó el año pasado, encabezado por un Artur Mas-Superman de cuya capa cuatribarrada penden personajes como Jordi Pujol sosteniendo su testamento o el Pequeño Nicolás, personaje omnipresente. El monumento, de Pere Baenas, lleva por lema Pantomima, se explaya en la crítica de las falsas ilusiones y engaños. También tiene a Iglesias entre sus personajes.
Y eso, a pesar de que, como dice Gil-Manuel Hernández, “no son tanto las grandes fallas de especial como las más modestas” las que acentúan los aguijones políticos. “Las de especial van a por grandes premios”, justifica. Algunos de los comentarios más cáusticos se pueden ver en los ninots de la sección sexta. En una escena, sus majestades Letizia y Felipe conversan mientras bailan. “Rey mío, se oye hablar de República. ¿No Podemos, no?”, pregunta ella, banderola tricolor en mano oculta a su espalda. “Francamente, querida, me importa un Bledo”. No es la única imagen de la Reina con banderín republicano; la porta incluso en unos ninots donde están caracterizados de faraones. En otros, él, con traje oficial y con la bandera de España hecha unos zorros de fondo, aparecen asediados por letreros de corrupción, paro, Undargarin, Podemos e independentismo. Un pergamino le recuerda que “más que un país” ha heredado ”un montón de problemas que arreglar” y que si no sabe hacerlo, “una república llegará”.
Hay alusiones claras al cambio político en muchas fallas, incluso en la sección especial, como el caso de Convento de Jerusalén, donde otro Santaeulalia, Pedro, incluye en su Ocaso de los Dioses, el crepúsculo de los partidos gobernantes. Uno de los numerosos ninots que representan en la exposición a la actual alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, en este caso de la sección sexta, la caracteriza como Rit-Kong, un gran gorila subido a la torre de El Micalet, junto a un letrero que el que explica que “el político inquieto aguza el sentido porque un pajarito le ha dicho que se acerca el tripartito”.
Entre los abundantes ninots dedicados a Pablo Iglesias —que a menudo amenaza las posiciones de Pedro Sánchez y Mariano Rajoy— uno es un auténtico caganer que prepara el rollo de papel higiénico con el rostro del actual presidente del Gobierno para limpiarse. El líder de Podemos toma laxante La Casta en una falla enteramente dedicada a la Sanitat insana, donde la figura principal es el Hospital La Poca Fe, con el cinturón estrangulándole la cintura y un chucho que va a recibir un inyectable y dice: “Nos tratan como a perros”. No es la única con el tema sanitario; otra de la sección tercera está presidida por la mesa de operaciones de un hospital privado, en la que un paciente exhausto sostiene en la mano una hucha-cerdito con los ahorros, mientras un pájaro vuela con otra mano en el pico. Si te talles en retallades ... es el lema.
No solo los monumentos callejeros acusan la proximidad electoral. Falles Populars i Combatives, un movimiento festivo con epicentro en el barrio del Carmen que se financia por crowfunding, ha convertido la cita con las urnas en el eje conductor de su programa, a base, sobre todo, de humor. El elemento central es un partido político recién creado, Fallem València, que arderá en la Cremà. La falla, construida con la colaboración de colectivos del barrio, tiene una gran urna como figura principal, explica Daniel Tomás, uno de los artitífices: “Pretendemos representar las elecciones municipales y la nueva ciudad que queremos”.El símbolo y el mensaje son inequívocos: Una maqueta de Valencia, en el techo de la estructura visitable, arderá con la falla el 19, y “la ciudad renacera de sus cenizas”.
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