¡Ábrete Sésamo!
Alibabá: un cuento de las mil y una noches, magia económica, mientras en Cataluña el guion se cumple exceso sobre exceso
Una noticia inesperada lo eclipsa todo: “¡ábrete Sésamo!”, aquí está Alíbabá, el número uno del comercio electrónico planetario asombrando al mundo entero. Maravilloso, “¡ciérrate Sésamo!” con 25.000 millones de euros en la cartera. Los cuarenta ladrones esperan agazapados con las peores intenciones. ¿Es Alíbabá, hoy Jack Ma, santo o demonio? ¿Viene a salvarnos o a perdernos? Un tesoro está en juego. Una fortuna grandiosa para la que “Wall Street es una gasolinera de paso en la conquista del futuro universal”. Su patria es el dinero. Una historia tan enternecedora e imprevisible como la de Alíbabá: vivimos en las mil y una noches. Magia económico/política. Un cuento que no se sabe cómo acaba, si exceptuamos que nunca hay happy end.
¿Quién llega más alto? ¿quién gana más rápido? ¿quién se impone al otro? ¿quién mete más goles? ¿quién acumula más poder? Un muestrario conocido de cuevas de ladrones y tesoros adjuntos se oculta tras la magia del “¡ábrete Sésamo!” que predican machitos planetarios. Sus imitadores orientales, hechos a sí mismos, les desafían: más alto, más largo, más cantidad, más deprisa. Boquiabiertos, comienza el diálogo de sordos y el “no sabe usted con quién está hablando”.
Estos machos en competición salvaje han conformado el mundo tal como está: desordenado, desorbitado, desequilibrado y absurdo
Estos machos en competición salvaje han conformado el mundo tal como está: desordenado, desorbitado, desequilibrado y absurdo. Esta manera de hacer realidad, un ordeno y mando unilateral, empeñado en dominar, controlar y humillar al de enfrente se entiende en todas partes como lo que ellos mismos llaman “ley de vida”: los fuertes aniquilan a los débiles. Esta es la lección que nos devuelve el recuerdo de un Alíbabá que siempre intentaba ser bienvenido. Hoy revive lo ancestral con alegría y sin bochorno. Ellos están convencidos de que llevan a cabo una entrega a ideales superiores (la patria, la verdad, los valores) y protegen al conjunto de la humanidad. Su atrevimiento es el de los fuertes: un rasgo universal, un principio fundacional.
Por ejemplo, Cataluña. El guion se cumple paso a paso, exceso sobre exceso. Cada día tenemos a mano un “¡Ábrete Sésamo!”. Magia potagia para la independencia. Ganó el no en Escocia y Rajoy se felicitó a sí mismo, como si él hubiera ganado y hecho la campaña. Pero, mejor aún: Más también se felicitó. Dijo: “Votar une, no divide. Lo que separa es no poder votar”. Reconózcase que no poder votar (la desunión) es todavía lo que le mantiene en pie: o sea, que es Rajoy quien aúpa a Mas y quizás incluso sostiene a ERC y a la ANC. Porque aquí, queridos machitos de derechas o de izquierdas, somos todos más chulos que un ocho.
Inamovibles. Y habrá que convenir ante la evidencia: unionistas e independentistas, ambos tienen razones, obvio. Y normal. Es muy ibérico, primitivo y tan ancestral como la prominencia social y cultural del modelo macho alfa, paternal e intransigente, que no se admitan (por principio) más razones que las propias. “Si yo sé lo que está bien, ¿qué van a decirme los demás?” Muchas mujeres —nacidas para escuchar y observar— conocemos perfectamente este vicio al que (no dejo de reprochármelo como mujer) aún contribuyen tantas madres.
El experimento catalán animado por “Madrid”, pues, tiene raíces antropológicas y sociales que nos hermanan con otros pueblos, incluido el de Alibabá: el piñón fijo
El experimento catalán animado por “Madrid”, pues, tiene raíces antropológicas y sociales que nos hermanan con otros pueblos, incluido el de Alibabá: el piñón fijo. Hoy y aquí: ¡votemos! es el “¡ábrete Sésamo!” El piñón fijo tiene tanta fuerza que incluso impulsa a la flexibilidad: ¿recuerdan a Mas diciendo que habrá referéndum sí o sí? Luego la palabra fue consulta sí o sí, luego consulta legal, luego con garantías democráticas suficientes (esta es una condición imprescindible para votar cualquier cosa medianamente seria) y, al fin, Mas juega ahora a sí pero “cuando yo quiera”: que espere Rajoy, los fiscales los jueces. Ah, la imaginación. El día 9-N sigue ahí. Nadie sabe si habrá o no consulta: ¿merecen los ciudadanos tanto desprecio?
Hay quien dice que no entiende a Mas, de tantos vaivenes (ahora sí, ahora quizás) en estos dos años. ¿Se entiende Más a sí mismo? ¿ha abandonado el piñón fijo? Otros sostienen que Mas ya no manda nada: que aquí no manda nadie, ni siquiera ERC que de la “desobediencia civil” ahora pasa, según Marta Rovira, mujer fuerte, al “no hemos de ir predicando la desobediencia civil con esta palabra porque, en definitiva, ya la estamos haciendo y a veces la palabra desobediencia puede impactar a algunas personas” ¡Busquemos otro eufemismo y desobedezcamos! (por ejemplo, a ERC, ¿estará permitido?) El guion catalán se cumple como se puede. Ahora la Assemblea Nacional Catalana prepara un abordaje, casa por casa, en busca de votos sí&sí y si prohíben la consulta piensan machacar: ¡consulta, consulta, consulta!
¿Cambiar las leyes? Sólo los socialistas creen en eso, tan desprestigiado por los Alibabá de turno. ¿Qué es la ley frente al ¡ábrete Sésamo!? Los catalanes son aún mucho más plurales que como nos desean los defensores del piñón fijo. Es una gran ventaja: al día siguiente del 9-N alguien tendrá que empezar a suavizar tanto enredo inútil.
Margarita Rivière es periodista.
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