La supresión del comedor gratuito en los colegios destapa la pobreza infantil
La Confapa denuncia que decenas de niños comieron este curso una pieza de fruta en una esquina mientras sus compañeros accedían al menú del centro
Acosadas por la crisis, las familias gallegas han hecho el esfuerzo requerido por la Xunta y han aportado en el curso académico que ahora finaliza 8,3 millones de euros a la Consellería de Educación por la extensión del copago de los comedores escolares. Con la decisión de Educación de recortar la gratuidad en un momento de especial debilidad económica, las familias se han visto obligadas a sufragar el 29% de este servicio. Las que han podido, porque la Confederación de Asociaciones de Padres de Alumnos (Confapa) ha “contrastado y verificado” situaciones “tremendas” en algunos colegios públicos gallegos: decenas de niños que, no pudiendo pagar este servicio, y sin derecho al transporte escolar, se han quedado este curso a almorzar en una esquina “un trozo de pizza de la noche anterior que llevaban de casa, o una pieza de fruta” mientras el resto de sus compañeros comía caliente el menú en las mismas dependencias de un colegio público.
La Confapa describe casos como este en el informe que entregará en los próximos días a los conselleiros de Benestar, Beatriz Mato, y Educación, Jesús Vázquez. La confederación de Anpas pretende no solo alertarles de “las graves consecuencias” de los recortes que han impuesto desde sus respectivos gabinetes, sino conminarlos a que colaboren en el mantenimiento de los comedores escolares en verano después de que el PP haya apoyado, aunque matizándola, la iniciativa parlamentaria de AGE en este sentido.
“Hay pobreza severa y menores con graves problemas de alimentación, pero esto es algo que la Xunta debería saber sin necesidad de leer el informe que nos ha pedido ni otros de los que ha dudado, como el de Cáritas; solo tiene que buscar en sus propios ficheros el número de parados, el número de familias que cobran la ayuda de 400 euros con los que no se puede alimentar a una familia y el número de los que ya han dejado de cobrarla”, sentencia la presidenta de la Confapa, Helena Gómez , “muy alarmada” por la situación de riesgo de muchos menores.
El informe de este colectivo que aglutina al mayor número de Anpas de centros públicos de Galicia cuantifica los “problemas severos” de alimentación (y también de vestuario) detectados en los escolares gallegos: más de 800 están en riesgo de exclusión y la mayoría tienen becas para el comedor, lo que evidencia que ahora que este servicio se cierra por vacaciones “no harán ya ni una comida completa al día”.
El demoledor recuento de la pobreza entre escolares ha sido realizado por las Anpas que ya durante este curso, al detectar el drama, se han puesto a llenar como han podido las neveras de los colegios de algunos productos básicos para los alumnos sin recursos y excluidos del comedor gratuito por el decreto del copago. Las asociaciones integradas en la Confapa han podido constatar, por ejemplo, 115 casos de niños en situación límite en colegios de la costa de la provincia de A Coruña y más de una treintena en un solo centro de la periferia de Ourense.
“En las villas o en los extrarradios de las ciudades esta situación se hace más visible que en las ciudades, en donde las propias familias intentan ocultarlo, o que en el rural, en donde la ayuda vecinal y las huertas tienden a paliar algo el problema”, explica Gómez el problema a la espera de una reacción de la Xunta. “El Gobierno gallego tiene que hacer algo ahora que los Ayuntamientos están comprometiéndose” a desarrollar iniciativas para que los escolares con problemas puedan hacer al menos una buena comida diaria durante los meses de verano.
El PP respaldó en el Parlamento la proposición no de ley presentada por AGE para instar a la Xunta a firmar convenios con los Ayuntamientos para abrir desde este mes comedores en centros educativos que puedan garantizar la alimentación de niños en riesgo de exclusión. Pero los populares enmendaron el texto recomendando suministrar los alimentos a las familias que los necesiten “para evitar la visibilidad de la pobreza”; esto es, para evitar la estigmatización de los niños que acudan a los centros en verano. Una tesis que suscribe el Colexio Oficial de Traballo Social de Galicia que reprueba que los grupos parlamentarios hayan buscado “una mala solución” a un problema que “no es otro que el del aumento de la pobreza en Galicia”.
La presidenta de este colectivo profesional, Marta Capeáns, señala en un comunicado que la apertura de comedores gratuitos en verano “estigmatiza a los pobres, atenta contra la dignidad de los menores y no es más que un mal parche”. Cree Capeáns que la solución pasa porque la Xunta aumente de forma “real, efectiva y práctica” la partida de ayuda de emergencia social para que los niños “puedan comer en sus casas con su familias”. Similar es la valoración de la Confederación de Anpas Galegas, paralela a la Confapa. Su secretario, Fernando Lacaci, comparte la tesis del PP y de los trabajadores sociales. Cree que los comedores en verano estigmatizarán a los niños con problemas y sostiene que no son ellos los pobres, sino las familias “que es a las que la Administración debe dirigir las ayudas”.
Pero ni a la Confapa ni a AGE les preocupa tanto la visibilidad del hambre como el hambre. “Sería estupendo que no se visibilizara la pobreza, que no se estigmatizara a nadie, que la Xunta aumentara y pagara estas ayudas a las familias, pues claro que estamos de acuerdo, pero de momento lo que urge es que los niños en situación de riesgo se alimenten y que lo hagan ya: no pueden esperar dos meses a que la Administración mueva la maquinaria”, sostiene el diputado de AGE Ramón Vázquez, autor de la iniciativa parlamentaria. Tanto Vázquez como la presidenta de la Confapa sostienen que los niños que se comen un sandwich frío en una esquina del colegio mientras sus compañeros se sientan a unos metros a una mesa con comida caliente “ya han sido degradados en su dignidad y estigmatizados durante todo el curso”.
La presidenta de la Confapa asegura que la fórmula para garantizar una comida diaria a estos alumnos es sencilla y ya la han aceptado algunos Ayuntamientos: se trata de abrir los CEIP municipales y organizar en ellos campamentos y ludotecas con el imprescindible y gratuito comedor en medio de las actividades. Y la Confapa espera la urgente colaboración de la Xunta que, mientras tanto, anuncia la ampliación en 1.400 comensales para el próximo curso escolar y la licitación de comedores de gestión indirecta (suprime cocineros para contratar servicios de cátering en los colegios, la mayoría del rural, en donde no se alcanzan los 20 comensales).
“Cuando se habla de aumento de plazas de comedor debe quedar claro que las pagan las familias”, explica el parlamentario de AGE puntualizando que la Xunta “no amplía el servicio público; lo que amplía es el negocio de los comedores que distribuye entre las empresas mientras convierte a los usuarios en clientes”. Y pone de ejemplo el cierre del comedor de Manzaneda que “no solo supone entregar el negocio de la alimentación escolar a una empresa privada, sino empobrecer a una comarca que servía los productos frescos al colegio”.
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