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L’Horta no está en la agenda política

Dos universidades valencianas y el CSIC publican un libro para divulgar los valores de la huerta

Zona de huerta en la localidad de Alboraia.
Zona de huerta en la localidad de Alboraia.TANIA CASTRO

Decenas de voces hablan desde diversos puntos de vista sobre la huerta en el libro que, promovido por la Universitat de València, la Politécnica y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), acaba de ver la luz. Con claro afán divulgador, Veus per l'horta recoge en torno a 50 textos que, desde el inicial La última línia de combat del escritor Manuel Vicent al último, El sabor de l’horta autòctona del cocinero Ricard Camarena, dejan en evidencia que la agenda política no tiene un hueco para la huerta. Por suerte, la explosión de la burbuja inmobiliaria le ha dado un respiro.

“No hay política de la huerta”, afirma Antonio Ariño, vicerrector de la Universitat de València. Ha pasado más de un año y medio desde que se presentó un proyecto audiovisual y ensayístico en torno al libro Paisaje cultural con futuro incierto. Su coordinador, el catedrático de Geografía Joan Romero, subrayaba que el tiempo de los informes, estudios y documentos estaba “tocando a su fin” y llegaba el momento de las propuestas y la acción política para preservar L’Horta.

Desde entonces, la acción política ha brillado por su ausencia. Y no porque la actualidad no haya dado toques de atención. La segunda sentencia sobre La Punta, que declara nulas las actuaciones que desplazaron de este valioso enclave hortelano a todos sus habitantes, fue publicada por el Tribunal Superior en marzo de 2013. Lo recuerda en el libro la escritora Carme Miquel. Ahora, La Punta “es un espacio yermo y medio seco”. En ese periodo dimitió también la artífice de un plan integral para la huerta, Arancha Muñoz. Romero firma un texto en el que reclama pasar “de las palabras a los hechos” y remarca que “el retroceso será irreversible si no se impulsan planes territoriales a escala metropolitana”, algo que no ha hecho de manera eficaz “ningún gobierno democrático”.

Pequeños y en aumento

J. M. J., Valencia

A principio de 1960 la huerta tradicional de Valencia ocupaba 20.000 hectáreas, de las cuales hoy se preserva solo una cuarta parte. Lo avisan estas Veus per l'horta, pero el libro no es alarmista. Escudriña también el fenómeno de la proliferación de huertos urbanos mientras la gran huerta se encoge, y dedica un aparte al último huerto de la capital: el Jardín Botánico. Cuenta también que se cultivan 17 variedades autóctonas de tomates y cuáles son sus cualidades, que se pueden mantener aumentando su competitividad con métodos biotecnológicos y tradicionales. Y habla del gran potencial biotecnológico de los habitantes microscópicos de L'Albufera, cuyo metagenoma se ha descubierto que es también único, sin parangón con otros lagos costeros. Magníficas fotos y relatos científicos, literarios, costumbristas, periodísticos o técnicos salpican un libro que facilita al menos avisado los rasgos de la huerta periurbana de Valencia, una de las poquísimas que quedan en Europa, con su rica y particular arquitectura y entramado hidráulico.

Casi todos se refieren a la agricultura y al papel primordial de los agricultores junto al necesario recambio generacional del colectivo. Pero el geógrafo Josep Vicent Boira llega a sugerir una posible agricultura sin agricultores, con otros profesionales vinculados al espacio rural y agrario, “sin productos pero con paisajes”. Vicent Sales, agricultor e ingeniero, presidente de la Fundación Assut, apuesta por “reinventar al nuevo agricultor a través de la formación profesional” y pide a las universidades “emprendedores agrícolas” y expertos “en gestión de tierras”. Se insiste en la necesaria rentabilidad de los cultivos, sin la cual poco se puede hacer y José Pío Beltrán, coordinador del CSIC, señala un paso para el futuro de la huerta a través de “la máxima eficiencia para producir alimentos”.

Para eso están la ciencia y la tecnología. "La huerta es el núcleo central a partir del cual se articula el compromiso de contribuir a la calidad de vida del territorio, utilizando los recursos más destacados de las tres instituciones”. Así contestan los responsables de las tres entidades promotoras a la pregunta: ¿Por qué otro libro sobre la huerta? Reconocen que hay que “superar la fragmentación entre el ámbito científico y la actividad agrícola”.

Propuestas no faltan. Beltrán, presidente de la European Plant Science Organisation, aboga por la “coexistencia de cultivos derivados de semillas mejoradas por técnicas tradicionales o de ingeniería genética y la utilización de técnicas agronómicas sostenibles”. Por aquí la tecnología ha hecho maravillas en este sentido. Lo certifica Luis Navarro, investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) cuando recuerda que el valenciano es “el único caso en la citricultura en que todas las plantas se han originado a partir de plantas cultivadas en tubos de ensayo”.

Una razón más para este nuevo libro coral y divulgativo es mantener abierto “el debate social y político” sobre L’Horta. Entre todas las señas de identidad que han salido a la escena pública últimamente apenas ha estado presente, salvo a través del Tribunal de las Aguas, del que el libro también se ocupa y que, si no se remedia, corre el riesgo con el tiempo de quedar como puro testimonio de algo que fue.

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