La guerra de la fruta y el yoduro de plata

Cientos de miles de frutales y, entre ellos, 46 generadores arrojando yoduro de plata a la atmósfera para prevenir el granizo. Esta estampa, típica durante décadas de los campos de Lleida, dejó de existir en 2005 cuando el primer Gobierno tripartito dejó de financiar los equipos. Ahora, las tormentas que este verano han diezmado las cosechas han reavivado el debate sobre si debe retomarse el uso de este compuesto en 204.000 hectáreas de frutales y cereales en las comarcas del Segrià, Pla d’Urgell, Urgell y Garrigues.

El consenso entre los agricultores es total después de que desde junio, según el Departamento de Agricultura, 55.000 hectáreas, —17.000 de ellas frutales— hayan resultado dañadas por el granizo, lo que según las primeras estimaciones ha causado la pérdida de 2.000 empleos. “Cuando el pedrisco daña incluso cultivos extensivos, como el cereal, el clamor es total”, sostiene Pere Roqué, presidente de la Asociación de Empresarios Agrarios de Lleida (Asaja-Aeall). Las dos principales organizaciones agrarias, Unió de Pagesos (UP) y Joves Agricultors i Ramaders de Cataluña (JARC), defienden la necesidad de analizar el tema científicamente, al igual que la Diputación de Lleida, mientras los ecologistas rechazan el uso del yoduro de plata y dudan de su eficacia.

El uso de este compuesto ha sido la fórmula tradicional para tratar de modificar las condiciones meteorológicas. Sus defensores aseguran que dispersa la niebla, elimina el granizo e incrementa las lluvias. El compuesto introduce partículas en las nubes que actúan como núcleos de condensación y crean gotas de agua. El sector asegura que se usa con buenos resultados en zonas de Aragón y del sur de Francia.

Pelegrí aceptará el uso de yoduro de plata “si no hay riesgos ambientales”

La portavoz de la entidad que controlaba la utilización de los cañones de yoduro de plata —la Agrupación de Defensa Vegetal Terres de Ponent (ADV)—, Maite Torà, defiende que la intensidad de las tormentas de pedrisco se reduciría más de un 40% con el yoduro de plata. “Aunque en Cataluña se dejó de financiar públicamente por motivos económicos y ecológicos, la realidad nos demuestra que antes el tamaño del granizo era similar a una cereza, mientras que ahora es parecido a una pelota de tenis”. La imagen negativa de la técnica de rociar las nubes se justifica porque “el yoduro de plata se usó en años con mucha sequía, por lo que se le echaba la culpa de la ausencia de precipitaciones”, añade Torà.

Las entidades ecologistas recelan de esta vía. Su crítica radica en la peligrosidad e ineficacia desde el punto de vista medioambiental. La agrupación Som lo que Sembrem de Balaguer alude a un estudio publicado en 2006, en el que el Colectivo Antiyoduro de Plata, con la ayuda de la Assemblea Pagesa, constataba que la técnica no logra reducir la superficie de cultivo afectada por el granizo. Tomando como base ese documento, la entidad concluye que las técnicas de modificación de las nubes para favorecer una actividad económica, como es el caso de la agricultura, resultan “inadmisibles”. Además, considera que los productos químicos causan varias enfermedades.

Som lo que Sembrem pide a las administraciones que no apoyen ninguna medida que apueste por cambiar por medios químicos las condiciones meteorológicas. La Diputación de Lleida, sin embargo, ya ha anunciado que organizará una jornada sobre el uso del yoduro de plata en la próxima Feria Agraria de Sant Miquel, a finales de septiembre. El presidente de la Diputación de Lleida, Joan Reñé, apunta a que es necesario estudiar todas las propuestas. “No podemos huir del debate, ya que la petición de investigar los usos del yoduro de plata procede de alcaldes y concejales que se dedican a la agricultura”, señala. Reñé añade que su uso serviría como complemento a los seguros agrarios y a las mallas antipedrisco, los dos procedimientos recomendados por Agricultura.

Los ecologistas consideran “inadmisible” alterar las condiciones metereológicas

Mientras, el consejero de Agricultura, Josep Maria Pelegrí, se encuentra a la espera de que se difundan los resultados del informe que está preparando la ADV Terres de Ponent. Pelegrí dice que Agricultura no se opondrá al proyecto “si existe consenso para aplicarlo y se demuestra que no hay riesgos ambientales”. El consejero destaca que la decisión final la tomarán los científicos y los agricultores, por lo que la Administración debe mantenerse al margen. De momento, insta a los payeses a apostar por las mallas antipedrisco y los seguros.

En el primer caso, el Departamento de Agricultura está presionando a la Entidad Estatal de Seguros Agrarios (Enesa), órgano dependiente del Ministerio de Agricultura, para que no reduzca el importe de las subvenciones a las pólizas para el año que viene.

Paralelamente, la administración catalana trabaja en mejorar las líneas de ayudas para que los productores coloquen las mallas antipedrisco en sus fincas. Aunque la consejería financia un 40% de la inversión necesaria para su instalación, los payeses recuerdan que montar la estructura tiene un coste medio de 20.000 euros por hectárea, un importe difícilmente asumible en el contexto económico actual.