Solo salarios y deuda escapan de la prórroga
Al no aprobar Presupuestos, el Gobierno impide nuevas inversiones y subvenciones este año y condena al recorte a la mayoría de las partidas
Ninguna nueva inversión en una carretera, un hospital o un colegio si no estaban previstos en el presupuesto de 2012. Ninguna subvención de esas que salen año a año y que financian la actividad de centenares de entidades sociales. Así ha estado la Generalitat los siete meses que han pasado del año y, probablemente, así continuará los que faltan para cerrar el ejercicio. Son cosas de las prórrogas presupuestarias, una fórmula pensada para gestionar las cuentas públicas mientras se cierran las definitivas, pero que el Gobierno catalán previsiblemente convertirá hoy en su fórmula para continuar recortando gastos e intentar no tener que alejarse en exceso del límite del déficit fijado por el Ministerio de Hacienda.
Las prórrogas lo único que hacen es mantener activas las partidas presupuestarias del año anterior, que en muchos casos tienen un punto final: una estación acabada no se volverá a construir el año siguiente, pero unas ayudas a un colectivo necesitado sí que puede ser recurrente en el tiempo, pese a que se convoquen anualmente a través de concurso. Para ese último caso, la decisión de que se vuelvan a convocar dependerá de la flexibilidad que quiera asumir el Gobierno o el Departamento de Economía. Una exconsejera que sufrió durante medio año la prórroga presupuestaria de 2014 subraya que “entonces no podíamos convocar ningún tipo de subvenciones, pero ahora sí que se han dado algunas”.
“Lo único que no se puede tocar es el capítulo 1 [salarios de los trabajadores; recortados por otras vías] y las partidas para pagar los intereses y las amortizaciones de la deuda de la Generalitat”, asegura otro ex alto cargo. El resto de partidas se adaptan a la disponibilidad del gasto. Y eso, este último año, ha sido equivalente a recortes. El Departamento de Economía ha aprobado dos prórrogas presupuestarias para adaptarse a los sucesivos límites de déficit (0,7% primero y 1,2% después), lo que primero supuso recortar todas las partidas excepto las mencionadas un 28%. Después ese tijeretazo se relajó, pero las partidas continuaron siendo muy inferiores a las de 2012, el segundo año de los recortes de Mas. En algunas partidas, como la de la renta mínima, se mantuvo el presupuesto pero, eso sí, se ha bloqueado el acceso a nuevos beneficiarios.
El gasto corriente de la Generalitat se ha visto limitado y eso ha supuesto problemas de cobro a proveedores. Otra exconsejera recuerda que en 2004, cuando se producía ese problema, los distintos consejeros ejercían de intermediarios entre los proveedores y las entidades financieras para que se concedieran líneas de crédito que aligeraran las cuentas empresariales. Ahora, cerrado el crédito y con la desconfianza sobre las administraciones, ese tipo de ayudas sirve de poco.
“Siempre es Economía la que decide si una nueva partida puede ser aprobada, por lo que la arbitrariedad es absoluta”, explica otro ex consejero del Tripartito, que recuerda la complejidad de traspasar recursos de una partida menos prioritaria a otra más importante. Todas esas complicaciones son ahora una virtud para recortar el gasto y no abundar en la brecha del déficit. Pero mantener una administración como la Generalitat acarrea otro problema: no es posible aprobar la Ley de Acompañamiento de Presupuestos que permite crear nuevas figuras impositivas y subir tributos y tasas ya existentes. Y eso significa menos dinero a las arcas.
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