La solidaridad, como seña de identidad
Asamblea de Cooperación por la Paz trabaja en la defensa de los derechos sociales El colectivo también media en conflictos políticos, como el palestino-israelí
Es uno de los compromisos adquiridos por la comunidad, así se señala en el Estatuto de Autonomía: “El pueblo andaluz participa de la solidaridad internacional con los países menos desarrollados promoviendo [...] una más justa redistribución de la riqueza”. Para el coordinador en Andalucía de Asamblea de Cooperación por la Paz, José María Ruibérriz, este es el mejor argumento para defender que la comunidad es una región “solidaria, abierta y una tierra de acogida” en la que la cooperación forma parte de su “identidad”. Esta ONG trabaja para la defensa de los derechos sociales básicos —alimentación, saneamiento y seguridad— en países de todo el mundo y en la mediación en conflictos políticos entre sociedades, entre ellos, el que viven desde hace 60 años Israel y Palestina. Este histórico enfrentamiento ha sido protagonista de unas jornadas de diálogo entre jóvenes de ambas regiones celebradas esta semana en Sevilla.
En 2000, Ruibérriz decidió abandonar sus estudios de Derecho y sumarse a la organización. “Desde que tengo uso de conciencia he sido una persona políticamente activa”, reconoce. Explica que, en esta última década, el cooperativismo ha pasado por diferentes fases: de ser una labor desconocida para la mayoría de la sociedad a convertirse en un fenómeno que se creía “consolidado” hasta hace unos años. “La crisis nos ha afectado de lleno. Se está desmantelando la sanidad pública, la educación... la ayuda para la cooperación no se ha salvado”, afirma, tras señalar que desde 2008 la inversión en este área acumula un recorte del 70%. “La derecha está desarrollando una campaña brutal para destruir nuestra actividad. Argumenta que si no hay para cubrir las necesidades de dentro cómo se va enviar dinero fuera”, señala Ruibérriz, quien también es presidente de la Coordinadora Andaluza de ONG para el Desarrollo. “Buscan enfrentar a pobres con pobres, a explotados con explotados”, añade el también coordinador del colectivo, Cristóbal Suárez.
Por un nuevo pacto
En tiempos difíciles, la salida es el compromiso. Con esta filosofía, la Coordinadora Andaluza de ONG para el Desarrollo (Caongd) ha propuesto a la sociedad y a los partidos políticos la firma del bautizado Pacto Andaluz por la Solidaridad y la Cooperación. Entre sus medidas, lograr un mayor compromiso en la lucha contra la pobreza, la injusticia social y la desigualdad; dar un impulso significativo de la educación para el desarrollo; que las Administraciones andaluzas alcancen la inversión del 0,7% del PIB; y apostar por una política pública transparente.
Según ambos responsables, ni la actual crisis económica ni esta corriente de pensamiento han calado en los ciudadanos. “Los andaluces han sabido apartarse de esta política y defender su lado solidario”, explica Suárez. Pero no solo la gente, también sus Administraciones. Ruibérriz asegura que Andalucía es “un ejemplo a seguir” ya que es la comunidad autónoma que más invierte en cooperación, a pesar de que también haya pasado la tijera. En cifras, la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo ha reducido sus cuentas de 58,9 millones, en 2012, a 44 millones para este año. “Parece una gran aportación, pero esta cantidad solo representa un 0,17% del PIB andaluz frente al 0,7% al que se comprometió la Junta”, puntualiza Ruibérriz. “En el caso de las comunidades autónomas, Ayuntamientos o Diputaciones, las ayudas han desaparecido prácticamente”, añade. Como dato alentador, Ruibérriz recuerda que, solo en 2011, la cooperación andaluza permitió ayudar a mejorar las condiciones de vida de 12,5 millones de personas de 70 países. “Hay que dejar muy claro que la cooperación no es dar lo que les sobra, no es caridad”, añade Suárez.
Dejando a un lado el punto moral y social, Ruibérriz y Suárez defienden que la importancia de esta labor es “incuestionable”, a pesar de que las necesidades ya no solo aparezcan más allá del Mediterráneo. “Afecta a todo lo relacionado con el flujo migratorio, el turismo, el cambio climático, el comercio,... Y más teniendo en cuenta la situación geográfica de Andalucía”, apunta Ruibérriz. “Si a los andaluces no les influye lo que ocurre en Marruecos, cómo les va a influir lo que pasa en la otra punta de España”, dice Suárez.
Ante un panorama que se pone cuesta arriba, ambos cooperantes aseguran que es muy importante reforzar la comunicación con la ciudadanía, punto en el que, reconocen, han fallado estas organizaciones. “Las asociaciones se han equivocado a la hora de explicar a la ciudadanía en qué consiste el cooperativismo, la labor que desarrolla y los logros alcanzados. Esto no es solo tarea nuestra, sino que es un compromiso en el que todos debemos participar”, explica Ruibérriz. “Aun así, encuestas como las del Eurobarómetro señalan que el 80% de la ciudadanía apoya la inversión para el desarrollo”, agrega. De igual modo, los responsables de la asociación hacen hincapié en el importante papel que en esta concienciación juega la educación, de ahí que desarrollen actividades en los centros escolares, campañas de sensibilización o jornadas informativas. Ejemplo de esta tarea es el encuentro celebrado esta semana en Sevilla.
Bajo el epígrafe Caminos de paz: otras voces de Israel y Palestina, Andalucía se ha convertido para estos dos pueblos en escenario de “paz y debate”. Así, jóvenes de ambas regiones y de diferentes ideologías han estudiado junto a andaluces las posibles soluciones para este histórico conflicto. El objetivo del encuentro, en palabras de Ruibérriz, no ha sido otro que convertir la comunidad en un puente de diálogo entre ambos pueblos que contribuya a alcanzar la paz, un acuerdo, que tanto para la organización como para los participantes, pasa por la creación de dos estados. “Es necesario que se alcance ya un pacto que ponga fin a esta locura”, concluye.
Según Ruibérriz, su asamblea coordina 20 proyectos en zonas como Oriente Medio, el Magreb, el África subsahariana, Centroamérica y Sudamérica. Entre ellos, campañas de prevención del sida en Guinea Bissau, el desarrollo de una salud pública en el norte de Marruecos y la mediación en el proceso de paz en Colombia. “Siempre de la mano de los movimientos sociales de cada país. No hay que olvidar que esto es una tarea de todos”, concluye.
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