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Irene Rigau segregará a los alumnos que obtienen peores resultados

Los niños de primero de ESO con malas notas en matemáticas y lenguas serán separados en grupos de refuerzo Los expertos alertan de los riesgos del plan

Irene Rigau, consejera de Enseñanza.
Irene Rigau, consejera de Enseñanza.CARLES RIBAS

Los alumnos catalanes de primero de ESO que arrastren dificultades en matemáticas o lenguas estudiarán en grupos separados al resto de sus compañeros. Es lo que contempla el Programa Intensivo de Mejora (PIM) que se pondrá en marcha el próximo curso en aquellos centros públicos y concertados que decidan adherirse. El proyecto está pensado para alumnos que arrastran dificultades en estas asignaturas desde Primaria y que se espera que estas se solventen durante el primer curso de la Secundaria. “Se trata de reforzar las materias básicas para que todos tengan la misma posibilidad de titulación al final de la secundaria”, defendió la consejera de Enseñanza, Irene Rigau, en la Comisión de Educación del Parlamento catalán.

Con esta medida, incluida dentro del plan de lucha contra el fracaso escolar, la Generalitat espera mejorar la cifra de graduados en Secundaria (uno de cada cinco alumnos no obtiene el título) y del abandono prematuro de los estudios (no se continúa con el bachillerato o la FP), que afecta al 24% de los alumnos.

El programa está especialmente enfocado a mejorar las materias instrumentales —las matemáticas y las lenguas—, las que habitualmente más se les resisten a los alumnos en las evaluaciones. La consejería ha cifrado entre un 10% y un 15% los estudiantes —que son los que obtienen peores calificaciones en las evaluaciones de primaria que realiza la Generalitat— que podrían añadirse al programa de refuerzo, que será obligatorio para los alumnos. Serán los centros educativos los que evalúen cada caso y decidan qué estudiantes deben estar separados del grupo.

“No es una segregación, es un

La previsión con la que trabaja la Generalitat es que esta separación del alumno dure un año. La consejería defiende que con un refuerzo durante un curso —aunque puede durar menos y el alumno puede reincorporarse al grupo en cualquier momento— debe ser suficiente para alcanzar el mismo nivel que el resto de compañeros.

La implantación de este sistema, no obstante, no irá acompañada de una dotación de profesores adicionales para atender a los grupos de refuerzo. Rigau considera que los centros cuentan ya con docentes suficientes y que basta con “organizar mejor las plantillas”. “Además, los profesores tendrán más horas libres en los próximos cursos con la eliminación de asignaturas optativas y con la posibilidad de cursar parte del bachillerato a distancia”, justificó Enseñanza.

La consejera catalana se quiso adelantar ayer a posibles críticas y quitó hierro al aspecto de la separación. “No es una segregación, es un grupo que se desdobla para trabajar mejor”, señaló Rigau.

Actualmente, ya existen diferentes fórmulas de refuerzo escolar. En infantil y primaria se lleva a cabo el Soporte Escolar Personalizado (SEP), destinado tanto a alumnos con altas capacidades como los que tienen dificultad de aprendizaje. Estos apoyos se realizan en grupos muy reducidos de alumnos —a veces también de forma individualizada— y fuera del horario escolar. También hasta hace dos años existía la llamada sexta hora escolar en Primaria, que servía para reforzar materias que quedaban cojas y equiparaba los horarios de las escuelas públicas con las concertadas. Una de las primeras medidas que tomó Rigau al asumir el mando de la cartera en 2010 fue eliminar este refuerzo.

“No hay que crear el grupo de listos y el de tontos”, avisa un experto

La separación por grupos convivirá con estos apoyos escolares fuera del horario lectivo. Los centros educativos serán los que decidan si optan por esta vía o bien crean grupos separados. “Si un alumno va mal en matemáticas, cuando quiera escoger una asignatura optativa se le reconducirá hacia una asignatura que refuerce el área que lleve más floja”, terció Rigau.

El catedrático del Departamento de Didáctica de Ciencias Sociales de la Universidad de Barcelona, Joaquim Prats, apunta que la separación de grupos ya se ha realizado en muchos centros, especialmente en inglés, “pero hasta ahora no era reconocido por la Generalitat”. Prats se muestra a favor de diferenciar a los alumnos según su nivel, por ejemplo, de inglés, pero no ve que se pueda aplicar de la misma forma en matemáticas y otras asignaturas. “Lo criticable es que hagan el grupo de los listos y el de los tontos en todas las asignaturas”, subraya Prats.

Una opinión muy diferente expresa Jesús Enfedaque, profesor de Didáctica de las Matemáticas de la UB, que rechaza el proyecto por la “estigmatización” que puede provocar a los alumnos que son separados. Enfedaque ve inviable que los alumnos con dificultades puedan ponerse al día en un curso e igualar a sus compañeros. “La brecha será mayor. Los alumnos del aula normal avanzarán más rápido y los rezagados se quedarán siempre atrás”, alerta el profesor.

La medida no gustó a los partidos de la oposición, presentes en la comisión parlamentaria donde Rigau anunció el plan. Desde los socialistas, Iniciativa, Esquerra hasta el PP, coincidieron en rechazar la medida. “Atención individualizada y refuerzo sí, pero segregación no”, señalaron todos los grupos.

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