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Casas colaborativas para suavizar la crisis inmobiliaria

Esta fórmula, en la que las viviendas son en cesión de uso, ofrece precios más bajos o un envejecimiento activo para las personas de más edad

Vivienda colaborativa Ametxe Gordexola (Bizkaia)
Vivienda colaborativa Ametxe, en Gordexola (Bizkaia), en una imagen cedida.
Sandra López Letón

La especulación se ha convertido en uno de los enemigos de la vivienda, culpable en parte de una crisis galopante que castiga a los ciudadanos. Un castigo doble porque han de pagar por unas casas que casi nunca se adaptan a las necesidades de los residentes y que priman la individualización y el aislamiento.

Frente a los modelos tradicionales de alquiler y compraventa está la vivienda colaborativa (cohousing en su terminología inglesa), una forma de acceso que tiene sus raíces en Dinamarca en la década de 1960. En realidad, el funcionamiento es como el de una cooperativa —es la figura jurídica más adecuada, ya que ofrece el marco más garantista de gestión democrática—. Se trata de comunidades diseñadas, promovidas y gestionadas por sus miembros y constituidas por viviendas de uso privativo y espacios comunes para compartir servicios y cuidados.

La clave es que muchos de estos proyectos apuestan por el modelo de vivienda en cesión de uso, lo que en la práctica significa que sus residentes no pueden hacer negocio con ellas. La propietaria permanente de las casas es la cooperativa y esta cede su uso a los socios. Si uno abandona o fallece se le devuelve la cuota inicial que abonó en su día a él o a sus herederos. Quien le reemplace pagará el mismo coste, es decir, no se aplican las revalorizaciones que se hayan podido producir. “No hay división horizontal, se elimina la posibilidad de comerciar con la vivienda y se mantiene al margen de la especulación y de cambios políticos”, afirma Rubén Méndez, de la secretaría técnica del grupo de vivienda cooperativa en cesión de uso en REAS (Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria).

Bajo este paraguas hay todo tipo de proyectos, unos asequibles y otros no tanto. Hay unos que estipulan para entrar el pago del 20% de capital (entre 5.000 y 40.000 euros aproximadamente), o incluso menos (en función de si hay financiación y subvenciones públicas). El resto, hasta el 80%, la cooperativa lo puede financiar y es el canon mensual que va a abonar cada socio por el uso de la vivienda y los espacios comunes. Se trata de un modelo más similar al alquiler: los residentes van a pagar entre 300 euros (o incluso menos con ayudas públicas) y 700 euros al mes. En cualquier caso, por debajo de los precios de mercado: como es una autopromoción, “es un 15% o 20% menor”, dice Méndez, que abona 700 euros mensuales desde verano en Ametxe, cooperativa en cesión de uso en Gordexola, Bizkaia. Ve en este modelo una alternativa a la crisis de la vivienda en España al “mejorar el acceso en todos los tramos de renta” y cree que es el modelo referente para el futuro.

Distintos son los cohousing privados que acumulan todo o gran parte del capital al principio, es decir, el socio ha de aportar el coste total de la vivienda (incluido el precio del suelo), lo cual exige un gran desembolso. No es apto para todos los bolsillos, puesto que la cuota está entre 100.000 y 300.000 euros y las mensualidades van de 900 a 1.500 euros, según María del Carmen Cobano, representante del área de cooperativas de Hispacoop. “Esto, muy habitual en algunos proyectos séniores (para personas mayores), en la actualidad se asemeja más a la tradicional compra porque se acumula capital sobre la vivienda”, apostilla Méndez. Así, la cantidad que se devuelve al marchar es mucho mayor, pero el proyecto se vuelve más inaccesible. Aunque, también los hay que no acumulan capital, como Can 70 o Solterra, en Cataluña, y Etxekide, en Pamplona.

En España la penetración de la vivienda colaborativa es escasa y aún busca un apoyo más contundente de las administraciones para asentarse, aunque cada vez más comunidades autónomas tienen proyectos, articulación sectorial, desarrollo del marco legal o ayudas públicas. Hoy existen 179 proyectos en marcha repartidos por la geografía española, de los que 40 están habitados y 59 con suelo disponible o el edificio en construcción. “Se ha pasado de 100 viviendas habitadas en 2020 a superar las 2.000 en 2025; con la dinámica actual se podrían duplicar para 2028″, calculan en REAS. Una de las primeras está en el barrio de Sants (Barcelona). En 2018 se inauguró La Borda, una promoción autoorganizada de 28 viviendas en cesión de uso. Cataluña, donde se han desarrollado 1.000 casas entre 2016 y 2024, es el ejemplo más avanzado gracias a la colaboración público-cooperativa. En la Comunidad de Madrid fue pionero el complejo sénior Trabensol, en Torremocha del Jarama, que arrancó en 2013.

'Cohousing' sénior Entrecantos, en Tres Cantos (Madrid).
'Cohousing' sénior Entrecantos, en Tres Cantos (Madrid).

Muchos de los cohousing en marcha son para personas mayores, generalmente de 55 años en adelante, que buscan un envejecimiento activo y saludable. “Hemos finalizado la construcción del edificio sobre una parcela de 3.000 metros cuadrados de nuestra propiedad y estamos a la espera de las correspondientes licencias municipales para comenzar a habitarlo. El cupo de socios está completo e incluso tenemos lista de espera”, señala Juan de Dios López, coordinador de la comisión de publicidad, admisiones y bajas del cohousing sénior Entrecantos, en Tres Cantos (Madrid). El complejo consta de 35 apartamentos y para acceder hay que tener entre 50 y 70 años y buena salud física y cognitiva. La inversión es de 260.000 euros por socio (están calculando la cuota mensual que servirá para cubrir todos los servicios que ofrece la cooperativa, como alimentación, limpieza, salarios...). En este caso se trata de un proyecto de iniciativa privada que ha optado por acumular capital sobre las viviendas.

Mucho más que un techo

En España hay 12 proyectos séniores funcionando y unos 20 en desarrollo. Más que un techo, son una alternativa a las residencias habituales y la soledad no deseada. La vivienda colaborativa se presenta para resolver problemas de orden social, ambiental y económico. Y muy especialmente en las destinadas a personas mayores, ya que se configura como un espacio donde vivir con autonomía. “Es una solución para hacer frente al creciente envejecimiento y a los cambios sociales a los que se enfrenta la sociedad”, comenta Cobano.

Además de sénior, hay complejos intergeneracionales, de mujeres, de personas LGTBIQ+ , de ciudadanos con diversidad funcional o de jóvenes. “Cada proyecto es único e irrepetible, están hechos a la medida de cada grupo y diseñados por el grupo”, indica Méndez.

Los socios observan las obras del 'cohousing' intergeneracional  Axuntase, en el pueblo de Caraviés (Asturias), en una imagen cedida.
Los socios observan las obras del 'cohousing' intergeneracional Axuntase, en el pueblo de Caraviés (Asturias), en una imagen cedida.

Axuntase, el primer cohousing de Asturias, nació en 2014 a partir de la unión de cinco mujeres de entre 39 y 64 años. “Es intergeneracional, va dirigido a todo tipo de personas de 0 a 70 años”, dice Mary Asun Rodríguez, presidenta de Axuntase, una de esas mujeres que empezaron a dar forma al proyecto cuando se jubiló, con 64 años. Ahora tiene 74. Se trata de 30 viviendas y 1.000 metros de zonas comunes (comedor comunitario, lavandería…) que están en obras. “En verano estaremos viviendo”. La inversión, financiada a través de la banca ética, ha superado los siete millones de euros. Cada socio paga 165.000 euros. Rodríguez se queja de la falta de ayudas. “Reivindicamos la mirada comunitaria porque somos mucho más competitivos que el sector privado y porque nuestro beneficio es hacer las cosas bien. Generamos mucha riqueza”. Una petición, junto con la de una mejor fiscalidad, que es común en el sector. “Ahora mismo se producen agravios que penalizan gravemente a un modelo que ofrece mucho más valor social que otras soluciones”, remata Méndez.


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Sobre la firma

Sandra López Letón
Redactora especializada en el sector inmobiliario, del que informa desde hace más de dos décadas. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en EL PAÍS. Actualmente, escribe en el suplemento de información económica 'Negocios'. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.
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