Cataluña prosigue su pulso al Gobierno con cuatro recursos al Constitucional

La estrategia del palo y la zanahoria es vieja en política. La practica el Gobierno central con el Ejecutivo catalán, al luchar con las garras afiladas contra el proceso soberanista y abrirse a negociar el objetivo de déficit. Y al revés, también. Después de un fin de semana en el que el presidente Artur Mas reunió a sus consejeros para exhortarles a dialogar con el Gobierno de Mariano Rajoy, ayer la reunión ordinaria del consejo ejecutivo catalán llevó el palo: cuatro recursos de la Generalitat enviados al Tribunal Constitucional. “En todos los casos, hemos cumplido el proceso de diálogo previo e imprescindible con el Gobierno. Pero, al final, debemos defender nuestros derechos legítimos”, justificó el portavoz y consejero de la Presidencia, Francesc Homs.

La Generalitat ha presentado un recurso contra el impuesto sobre los depósitos bancarios del Ejecutivo, creado a tipo cero para dejar sin efecto el aprobado por algunas autonomías, entre ellos la catalana; también ha enviado al TC la liberalización de horarios comerciales. Y dos medidas incluidas en los Presupuestos Generales del Estado: la centralización de los programas de fomento del empleo; y la suspensión de las aportaciones estatales a la ley de dependencia.

Tales recursos, ha concretado Homs, son compatibles con la llamada al diálogo de Mas. La esperanza de la Generalitat es que la oferta fructifique mañana, en el Consejo General de Política Fiscal y Financiera. El Gobierno catalán confía en un gesto del Estado con las autonomías que suponga la relajación del objetivo del 0,7% del déficit. “El 70% del esfuerzo que ha hecho el conjunto de la Administración pública lo han hecho las autonomías”, denunció Homs. El Ejecutivo de Mas confía en poder elaborar unos Presupuestos con menos recortes gracias a la flexibilización.

El acercamiento con el Gobierno central no significa que el Ejecutivo catalán dé pasos atrás en la consulta soberanista. Al contrario, sigue siendo una prioridad. “La agenda social y la agenda nacional son dos caras de la misma moneda”, dijo Homs. El paso de este fin de semana no inquietaba de momento a ERC, que por si acaso avisó el lunes de que no permitiría moverse ni un milímetro del pacto parlamentario. Homs argumentó que el diálogo con el Ejecutivo está previsto en el acuerdo, y detalló que el camino hacia la consulta sigue adelante: esta semana, concretó el portavoz, se completarán los integrantes del Consejo Asesor para la Transición Nacional, el órgano consultivo del presidente Mas para convocar la consulta. “El Gobierno continúa estando donde estaba”, aseveró el consejero.

El contenido que surgió de la reunión del Gobierno de ayer fue, como viene siendo habitual esta legislatura, escaso: a los cuatro recursos enviados al TC, cocinados las últimas semanas, se le añadieron un paquete de ayudas para la inserción de discapacitados, cambios para mejorar en las bajas de los empleados públicos y dos nombramientos en sendas direcciones generales. Pese a estos contenidos, el Gobierno tuvo que reunirse este fin de semana de urgencia y en secreto para tratar la situación. Homs justificó el encuentro. Negó que fuera una cumbre de “emergencia”, e incluso desmintió que se tratara una reunión de Gobierno: “Era un encuentro del presidente con sus consejeros”. El portavoz describió el acto como una reunión informal en la que se trató la situación actual sin el corsé de los consejos consultivos semanales. “Teníamos la agenda reservada ese día por la cumbre económica [finalmente suspendida]. Por ello decidimos tener una de esas conversaciones que van bien en cualquier equipo humano, sin orden del día y sin generar ningún tipo de actas”. Según su relato, la charla entre Mas y sus consejeros sirvió para encarar las prioridades de este trimestre.

El encuentro trascendió porque fue publicado al detalle por La Vanguardia. El rotativo incluso publicaba fotografías, sin firmar y claramente hechas por un aficionado, del interior de la reunión. En las dos imágenes del encuentro, la silla que ocupó Homs aparece vacía, lo que hizo concluir que el consejero ejerció de fotógrafo. El portavoz jugó al despiste y dejó sin aclarar la incógnita, haciendo gala de su habitual sarcasmo y escudándose en la protección de las fuentes.