Presupuesto en cuarentena para 2013
La falta de decisión del Gobierno consolida la prórroga como una opción real
El Gobierno ha terminado la primera ronda de contactos, y última antes del trámite parlamentario de los presupuestos para 2013 que comenzará el próximo día 12, más solo que cuando comenzó. En apenas una semana, la expectativa de los recortes que va a tener que afrontar y de sus consecuencias, han dejado al lehendakari, Iñigo Urkullu, en solitario frente a todos los agentes políticos y sociales, salvo quizás, Confebask. El candidato de consenso para EiTB, Mikel Aguirre, ha renunciado al ver lo que se le avecinaba; la Mesa General de la administración se ha roto tras el anuncio del Gobierno de dinamitar este martes el acuerdo histórico de las 35 horas para aumentar la jornada y se anuncian movilizaciones; los partidos de la oposición han salido horrorizados del primer contacto con los presupuestos, no tanto por el contenido, que aseguran no conocer después de todo, sino porque nadie les preguntó si estaban por la labor de llegar a acuerdos y cómo; y algunos conflictos provinciales como el de Bidegi —el caso del burofax de Bildu pidiendo numerosas facturas al PNV— le pueden cerrar todavía más puertas, en un momento en el más necesitado está de apoyo.
La versión oficial es que
Una coyuntura que deja en cuarentena el proyecto de presupuestos para 2013 y convierte a la prórroga —de las últimas cuentas de los socialistas— en un políticamente incorrecto plan A, pero en un más que aceptable Plan B. El problema es que, sobre el papel, el Gobierno podrá gastar 1.200 millones más de los que va a poder ingresar. A ese rechazo general a las cuentas se suma que, a falta de 30 días para los teóricos 100 del primer exámen, el Gobierno —que ha agitado incesantemente la bandera de la “emergencia nacional”— no ha presentado ninguno de los proyectos que anunció. El plan de empleo con los 208 millones de la paga extra que no cobraron los funcionarios vascos está en el limbo, como el plan de financiación a las pymes a base de capturar el ahorro que los trabajadores tienen en las EPSV.
El Gobierno vasco no ha logrado ninguna alianza ni preacuerdo
Conclusión, el Gobierno se tiene que jugar los presupuestos para 2013 a una carta, en el Parlamento vasco, sin ninguna alianza ni preacuerdo, y sin ni siquiera buenas palabras de algun partido inicialmente dispuesto a abstenerse para que los aprueben. El PSE, de momento nada, el PP tampoco, y UPyD —que de unir su escaño a los del PP podrían con su abstención facilitar el trámite— tampoco. ¿Estrategia o incapacidad?, se preguntan los partidos de la oposición un tanto desconcertados después de ser invitados a una ronda de negociaciones en la que Hacienda ni siquiera les enseñó las cuentas por departamentos como para poder hacerse una idea más precisa de por dónde van los ajustes.
Sólo los grandes números
Lo que los parlamentarios conocen de los presupuestos para 2013 apenas si es la corteza: el techo de gasto (9.200 millones), 1.200 menos sobre el presupuesto inicial aprobado por los socialistas para 2012, y los porcentajes de bajada por departamentos. Salud es el departamento que más ha avanzado en sus cuentas, —el resto todavía no las han cuadrado— y el que menor impacto tendrá al caer un 4%. En el de Educación, Política Lingüística y Cultura, el ámbito de la Educación tendrá una rebaja de su gasto del 7%, mientras que la caída de Cultura y Política Lingüística será del 22%. La Educación tiene la consideración de ámbito prioritario mientras que la cultura no. EITB se financia sobre todo por un contrato programa, una transferencia de capital que va a caer, inicialmente, el 20%. El Departamento de Empleo y Políticas Sociales va a sufrir un tijeretazo de nada menos que del 24% y el heredero de la antigua Industria, el departamento de Desarrollo Económico y Competitividad, cae un 33%. Medio Ambiente y Política Territorial podrán gastar un 22% menos. También es significativa la reducción del gasto de la Consejería de Seguridad, — 11%— cuando en este caso, la mayor parte del presupuesto pra pagar los salarios. Interior buscará desprenderse de bienes como algún helicóptero y aplazar cualquier tipo de inversisón. La plantilla de la Ertzaintza es ya de 8.000 agentes. Aunque el recorte teórico que tiene que hacer el Gobierno es de 1.200 millones debido al ajuste del déficit al que le obliga la administración central y a la caída de los ingresos, sobre el presupuesto ejecutado el pasado año, el ajuste real será sensiblemente menor y podría incluso bajar de los 800 millones de euros.
Para los socialistas y EH Bildu es tremendamente inquietante que se anuncien ajustes en Empleo del 20% y de casi el 35% de Desarrollo y Competitividad, el departamento que sucede a Industria. Para los populares “es imposible conocer sus tripas hasta que el día 12 no abramos el pendrive (con las cuentas). No han dado ninguna clave de cómo lo van a hacer”. Salvo el presidente de la patrona vasca Confebask que le ha echado un capote, al asegurar que confía “mucho en la visión de la economía” que tiene Urkullu —el Gobierno le compró su idea de echar mano de las EPSV para lubricar el tejido industrial— el resto de los agentes políticos y sociales empiezan a sospechar que tanta apelación a la responsabilidad de la oposición en sacar adelante las cuentas, y tan poca definición negociadora sólo puede responder a que están trabajando en la hipótesis de continuar con los presupuestos prorrogados de 2012. La versión oficial es que no.
Desde el portavoz del Gobierno, Josu Erkoreka, —“sería un fracaso de todos”, dice— hasta el propio consejero de hacienda, Ricardo Gatzagaetxebarria — “sería un país irreal”, precisa— la consigna es que el PNV y el Ejecutivo quieren un presupuesto nuevo. Pero quienes creen todo lo contrario aseguran que una prórroga permitirá al PNV gobernan sin interferencias con casi una doble contabilidad. La presupuestada y la gastable, aprobando incrementos de parrtidas de manera puntual si es necesario. Esa vía permitiría al PNV hacer el ajuste a medida que pasa el tiempo y con algunas bazas que covierten al tiempo en un aliado, como la más que posible relajación del objetivo del déficit, actualmente fijado para el 0,7% en 2013, y al ingreso extra de la reforma de Rajoy.
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