La UPV y sus alumnos se desconectan
Solo votaron 1.580 de los 44.240 matriculados, el 3,5% El dato sitúa la participación entre las dos más bajas desde que los estudiantes pueden votar
Urnas casi vacías, pese a un sufragio universal instaurado hace menos de una década. Es el panorama que dejó la jornada electoral del pasado martes en los tres campus de la Universidad del País Vasco (UPV), donde Iñaki Goirizelaia revalidó su cargo como rector. La sombra de la abstención que pesaba sobre la cita —en la que la presencia de un único candidato, sumada a la calma en la que se había desarrollado la campaña, eran elementos desmotivadores del voto— cumplió con creces las expectativas: el 89,5% de personas llamadas a las urnas que decidieron no participar en el proceso.
La UPV destacó la “alta participación” en todos los colectivos excepto en el del alumnado. Comparando esta cita con el escenario más parecido, el de las elecciones de 2008 en las que Juan Ignacio Pérez fue también el único candidato, la abstención esta vez ha sido muy similar, ya que en 2008 fue del 89,42% —en 2009, con dos candidatos, fue del 82,9% y en 2004 del 73%—.
En términos absolutos —y, por tanto, ficticios, dado que el sistema que se emplea es de voto ponderado—, el rector logró el apoyo explícito de 2.795 personas de un total de 51.642 que componían el censo, entre docentes, investigadores, personal de administración y alumnos.
El rector logró el apoyo explícito de 2.800 de las 51.600 personas
Son, dicho de otro modo, el 5,41% del total de las personas de la UPV. Un dato desolador impulsado por la negativa del alumnado a acudir a las urnas, por razones que se entremezclan entre el pasotismo, la coincidencia con la primera oleada de exámenes del curso, la falta de candidatos alternativos que contribuye a una menor movilización o el llamamiento a la abstención del sindicato estudiantil Ikasle Abertzaleak. Pero hay más.
Un estudio realizado por la propia UPV como diagnóstico para la elaboración del primer plan de participación de los alumnos en la vida de la universidad, al margen del ámbito estrictamente curricular, ya apuntaba a este descuelgue que se podría considerar estructural en el alumnado: casi seis de cada diez estudiantes (59,4%) no participan en actividades universitarias que van desde las actividades deportivas, las charlas o los planes de movilidad hasta los propios procesos electorales de la UPV.
Esta participación contrasta con la que tiene el colectivo de jóvenes vascos (de 18 a 29 años) en procesos electorales fuera de los campus. Es el ejemplo de las últimas elecciones autonómicas donde, según la encuesta postelectoral del Gobierno vasco, solo el 26% se abstuvo. En otras citas electorales universitarias del resto de España, la participación es superior a la de la UPV. Por ejemplo, en la Universidad Complutense de Madrid, por término medio, participa el 10% del alumnado. En los últimos comicios, en abril de 2011, este porcentaje subió al 23%.
Pello Salaburu defiende elegir el rector con agentes externos
Si entre el personal docente investigador permanente y el personal de administración y servicios se superó el 70% de participación, el alumnado confirmó las dificultades para evitar una gran abstención: del 22,4% que logró en 2004 —la primera vez que hubo sufragio universal—, se pasó al 3% de 2008. En 2009, con dos candidatos, aumentó hasta el 14,7%. Ahora, la abstención de los estudiantes ha vuelto a los niveles de hace cuatro años, con una exigua participación del 3,57%, según los datos definitivos. Es decir, 1.580 estudiantes.
La caída de la participación del alumnado es “lo esperable, lo normal, una situación que cada vez va a ir a más”, asegura el exrector Pello Salaburu, poniendo voz a la escasa sorpresa que levantan estas cifras entre las distintas fuentes consultadas. Otros claustrales son más contundentes y hablan incluso de una “sobrerrepresentación” del colectivo de alumnos en las elecciones al Rectorado, ya que se les concede el 22,08% del peso total por ser 44.240, cuando en realidad son muchos menos los que hacen uso de su derecho a voto. “En la UPV va a votar la academia, las personas con un vínculo permanente, mientras que el personal de administración vota bajo consignas más cortoplacistas”, añade Salaburu.
Con el voto ponderado —en el que hay cinco colectivos y cada uno supone un porcentaje concreto del recuento total; por ejemplo, los doctores investigadores, 2.239 en toda la UPV, suponen el 56,25% del peso total—, el 55,31% apoyó la reelección de Goirizelaia, gracias sobre todo al peso del profesorado doctor permanente, con un voto en blanco, el no disfrazado, del 44,69%. Goirizelaia ganó al blanco en tres colectivos —el PDI, los alumnos y el conocido como otro personal docente investigador— y perdió entre el personal de administración y servicios y entre el personal no doctor.
“Pensamos que porque participen los alumnos en el proceso de selección del rector es un sistema más democrático, pero es una idea equivocada: en ninguna de las mejores universidades del mundo se utiliza esta fórmula”, reflexiona Salaburu, que tuvo en su equipo al rector actual. En este sentido, aboga por que la selección de los rectores quede también en manos externas a la universidad, de forma que la sociedad esté representada por medio de un equipo de personas “independientes de la política, pero también de la comunidad universitaria” como la “única forma de salvaguardar” la institución.
Y es que los procesos electorales se convierten en “luchas de intereses”, asegura, que abarcan desde centros concretos a situaciones individuales, unas presiones que, a su juicio, están lejos del verdadero objetivo: “las universidades públicas no son propiedad de quienes trabajamos o estudiamos en ellas, confundimos el concepto de público con el concepto de nosotros, pero no, la UPV es de la sociedad”.
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