Dos dedos
La inversión americana, dicen, hubiese supuesto la construcción y puesta en marcha de casinos, hoteles como rascacielos y ludotecas
Los valencianos del futuro que habiten los alrededores de La Ribera de Cabanes no tendrán, necesariamente, que aprender aquello de faites vos jeux, rien ne va plus, por ver de encontrar un lugar de trabajo como crupier junto a una ruleta. Y es que los multimillonarios norteamericanos del negocio del juego no están especialmente interesados en invertir miles de millones de dólares en Oropesa y meditan si lo harán en Madrid o Barcelona. La inversión americana, dicen, hubiese supuesto la construcción y puesta en marcha de casinos, hoteles como rascacielos y ludotecas de postín en los terrenos previstos para Marina d'Or Golf. Y Marina d'Or Golf, como todo el mundo sabe, es también un megaproyecto lúdico, aparcado porque el monstruo especulativo que originó la crisis devora a sus hijos o los paraliza. Buscan los posibles inversores otros lugares como Madrid o Barcelona que les resulten más rentables, y también en esos otros lugares ya se dejó oír alguna lengua crítica, responsable y viperina a un tiempo, que indicaba su malestar para lo que entendía como inversiones para levantar lujosas casas de lenocinio, burdeles fornicadores en román paladino.
Pero la posibilidad de tener en la costa castellonense una Sin City, una ciudad del pecado y el juego como Las Vegas, levantó los últimos días una serie de tomas de postura que asustan. Un determinado sector empresarial y no pocos dirigentes políticos, locales y autonómicos, consideraban la hipotética inversión poco menos que como un milagro de Lourdes que nos iba a sacar del atolladero malsano de la crisis, en el mismo atolladero al cual muchos de ellos nos han conducido. De este modo, desde el sector empresarial interesado se hablaba de la buena acogida que tendría entre los inversores la posibilidad de construir, sin impedimento alguno, hoteles de 40 plantas; la consejera de Turismo saludaba inversiones de ese tipo porque crean riqueza y puestos de trabajo, y el presidente de la Generalitat haría cuanto estuviese en su mano porque la inversión fuese realidad: la del juego, las apuestas y el vicio, inversiones productivas con futuro. Y el palmarés, como de costumbre, se le llevó Carlos Fabra que dijo que “a cualquier persona con dos dedos de frente le encantaría contar con un proyecto así”, y pedía incluso un esfuerzo económico al Gobierno central para que respaldara tal proyecto. Desesperados todos por un turismo modelo Las Vegas, la ciudad del pecado, porque el modelo Florida — sol y playa para jubilados — no acaba de sacarnos de la crisis.
Por la izquierda se oyeron algunas voces críticas respecto al macroproyecto del vicio. Pero lo más sensato y oportuno con respeto a Eurovegas nos llegó de la mano del obispo de Segorbe-Castellón. El mitrado Casimiro López, aludiendo al proyecto de los casinos afirmó que el origen de la crisis está en las ansias de enriquecimiento, que el desarrollo ha de ser humano, que “el fin no justifica los medios y no se puede crear empleo a cualquier precio”. Un mitrado con dos dedos de frente.
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