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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Razones para escribir artículos

Digerir la avalancha de acontecimientos augura lo peor: de la inseguridad jurídica al ‘ultramiedo’ que enloquece al personal

¿Por qué escribir un artículo de 4.200 caracteres si a gente moderna le basta y le sobra un tuit de 140? ¿Tanta letra de una sola persona? ¡Uf! Uno ya no sabe si con sus palabras puede ayudar a desenredar la maraña —el lío, como dice Rajoy en su histórica frase: “Vivo en el lío” con memorable réplica del honorable Mas: “yo también”— o, por el contrario, si tanta letra añadirá lío al lío, contribuyendo a que la lectura desaparezca en la celebración de la tontería universal.

¿Y si confieso en un artículo lo que ya saben mis amigos, es decir, que no me gusta nada Tàpies, que el modelo de Las Vegas —por el que disputan Cataluña y Madrid— me parece el infierno hecho realidad y que pienso que Herbert Marcuse tenía razón? ¿Qué pensará de mí tanto moderno e innovador —como el aspirante a premio Nobel y patriota catalán/cosmopolita, Xavier Sala Martín, autor del mantra: “el capitalismo y los mercados están sembrando un tsunami de prosperidad global”— si escribo que el dato sobre la caída en picado de afiliados a la Seguridad Social marca el principio del fin de ese Estado de bienestar que nos demostró que era bueno vivir con una pizca de generosidad?

¿Y si, encima, le agradezco al ministro/antiguo Lehman Brothers, señor Guindos, que ponga límites —600.000 euros, sí— a los sueldos de directivos de bancos ayudados con dinero público? Mientras yo agradezco el recorte al ministro, estos pobres banqueros pueden montar la huelga que esperaba presidente del Gobierno —él lo confesó— porque no les llega el sueldo para pagar su pensión. Hay otra noticia: el señor presidente del Gobierno ya tiene a quién cargarle el muerto de tanto lío: ¡al señor Rubalcaba, naturalmente! ¿No es un sacrificio vivir sin oposición? ¿Cómo va un Gobierno a quitarse las pulgas sin una cara a la que señalar? ¿Muy déjà vu para un artículo?

¿Y si escribo sobre la privatización de la cultura que propone el no menos innovador ministro/sociólogo, señor Wert, que busca mecenas donde no los ha habido nunca (la cultura y los ricos son incompatibles en España, cosa que solo puede saber quién ha tenido alguna proximidad con nuestros ricos). La subida del lujo, sector que aquí ha crecido —¿no éramos cada vez más pobres y austeros?— el 25% en 2011, es un tema fascinante, pero ¡ay! nuestros prohombres —los catalanes, también— ni siquiera han podido sacar a flote una mediana compañía aérea, ¡pese a tenerlo todo pensado, incluido el fabuloso aeropuerto pagado con dinero público, hoy infrautilizado! Por cierto, ¿es un secreto la composición del consejo de administración de Spanair? Por ahora solo hemos conocido aproximaciones, tanteos. ¿Quién inventó la sociedad civil catalana?

¿Y si, encima, le agradezco al ministro/antiguo Lehman Brothers, señor Guindos, que ponga límites a los sueldos de directivos de bancos ayudados con dinero público?

Pocos tenemos madera de héroes para escribir según qué artículos. Y está claro que digerir la avalancha de acontecimientos —desde la crisis al aborto, pasando por la ley de costas, la educación, la corrupción, el señor Trillo en Washington, la privatización de la sanidad, el dopaje de los campeones, las trampas de los tribunales, la expansión europea de Alemania, el pacto PP-CiU o el despido flexible que creará empleo— augura lo peor: empezando por la inseguridad jurídica (lío de leyes morrocotudo) y acabando por la inevitable contribución de esos artículos al ultramiedo que enloquece al personal.

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¿Y si todo lo que nos da miedo es mentira? No sería tan raro: Tim Jackson, un profesor de universidad inglés, publica ahora en España —siempre vamos con retraso— su célebre ensayo Prosperidad sin crecimiento (Icaria). ¡Se puede prosperar sin crecer! No es el único que ofrece explicaciones a preguntas odiosas. Esta es peliaguda: “¿A quién sirve la crisis?” La mejor, breve y lúcida, respuesta la ofrece, en la revista El Ciervo (febrero de 2012), el catedrático de Derecho Constitucional y cerebro gris de la Constitución Española, José Antonio González Casanova: “Estamos ante una contrarrevolución democrática de la oligarquía capitalista” (mafia occidental + comunismo capitalista chino). ¿Objetivo? La democracia, el Estado de bienestar. Su análisis, su sinceridad y rigor son un enorme placer que reconcilia a cualquiera con la palabra que desenreda el gran lio. Ese es el reto.

Margarita Rivière es periodista.

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