Ir al contenido
_
_
_
_
La punta de la lengua
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Adónde vas con el Donbás

Ese topónimo se formó con los nombres de una cuenca y de una región, por lo que no tiene sentido el artículo masculino

Álex Grijelmo

La región de Ucrania denominada Donbás está alcanzando gran importancia en los últimos tiempos, pues Rusia aspira a quedarse con ese territorio en un hipotético acuerdo de paz.

El topónimo se mantiene por ahora en español conforme a la transliteración exacta desde el ucranio: letra por letra; y no mediante la adaptación del sonido completo de la palabra como solemos aplicar al transcribir nombres escritos originalmente con el alfabeto cirílico (el inventado por san Cirilo en el siglo IX). Así que, al menos por ahora, escribimos esa n delante de b que no pronunciamos como tal (a un hispanohablante le resultará casi inevitable tornarla en una eme). Sucede lo mismo con Canberra, la capital australiana, pero en este caso no hay transliteración porque compartimos con el inglés el alfabeto latino. Tal vez algún día un uso más frecuente haga que escribamos “Dombás” y “Camberra”, si pasamos a considerarlos ya como topónimos del español.

Las transcripciones desde otros alfabetos suelen ser fonéticas, para que así las digamos de la forma más parecida al original. Por eso los medios en inglés escriben “Kharkov” y nosotros “Járkov”, para que la pronunciación termine siendo la misma en ambos casos. Si ellos escribieran “Jarkov” interpretarían esa j inicial como si se tratara de nuestra y (griega): Yárkov; es decir, con arreglo a la correspondencia entre su fonética y sus grafías.

Pero aparte de todo eso, podemos plantearnos qué pinta el artículo “el” delante del nombre de esa región.

La denominación “Donbás” se formó a partir de dos palabras escritas en cirílico: “Donetsk”, nombre del río que pasa por allí como el Pisuerga pasa por Valladolid, y “Baséin”, la cuenca que lo alberga (por tanto, “Donetski baséin”: la cuenca del Donetsk). De ese modo, se funden en una palabra las sílabas iniciales de ambos sustantivos, para crear así “Don-bás”. O sea, más o menos como si nosotros abreviáramos la Ribera del Duero en “Ridué” (espero que no triunfe esta idea). Pero en español tanto “región” como “cuenca” concuerdan en femenino, lo que quita sentido al artículo “el” cuando decimos “el Donbás”. ¿De dónde sale entonces esa construcción?

Empezaron a hablar de “el Donbás” los escasos políticos españoles que están en contacto con otras lenguas y que abordaron la reivindicación rusa. (Yo se lo oí por primera vez a José Manuel García Margallo, exministro de Exteriores). Y de ahí lo habrán tomado quizás los periodistas.

El origen primigenio se halla seguramente en el francés, idioma en el que muchos nombres geográficos (aunque no ciudades y pueblos) sí necesitan el artículo en determinadas situaciones sintácticas (“vive la France”, “j’ai visité l’Espange”…). Y en el que “bassin” (cuenca) es masculino. Eso ha tenido influencia a su vez en inglés, aunque ocasionalmente: “Why is The Donbas important for Ukraine to keep?” (“¿Por qué es importante para Ucrania conservar El [o La] Donbás?”. Portal Sky News, 18 de agosto). Este uso, por cierto, también contraviene las reglas del inglés, pues a las regiones no les precede artículo, salvo que este forme parte del nombre mismo.

La locución “el Donbás” se ha colado además en la página oficial del Ministerio de Exteriores español, en el texto que se refiere a la invasión de Ucrania por Rusia, pero con cierto margen para contentar a todo el mundo: en solo seis líneas de distancia, una vez aparece con artículo y otra sin él. O sea, un ni pa ti ni pa mí. A lo mejor proponen al autor para participar en las negociaciones.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_