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Lea Vélez: “Me convirtieron en escritora las muñecas Nancy, Core y Lesly”

La autora, también guionista y dramaturga, acaba de publicar la novela ‘La hija de Gardel’, situada en la dictadura argentina

Lea Vélez
Daniel Mordzinski (editorial contraluz)

Lea Vélez (Madrid, 1970) creció entre libros: su padre, Carlos Vélez, conducía el mítico programa de Televisión Española Encuentros con las letras. Ahora ella es guionista, dramaturga y escritora: su última novela, recién publicada, se titula La hija de Gardel (Contraluz).

La hija de Gardel tiene como trasfondo la dictadura argentina. ¿Existe cura para un trauma como ese? No sé si hay cura, pero el tratamiento es contar, mirar y escuchar. Creo que ahí el cine o la novela tienen un papel importante. La ficción es una forma de emocionar y de elevar la realidad como decía Cortázar, a un plano superior y examinar el trauma es el primer paso para suavizarlo.

La novela gira en torno a la idea de la identidad. ¿Cuánto pesa en ella la memoria histórica? Pues mucho. Yo tuve un abuelo falangista. Un día de 1998 o así, yo leo en la prensa que el juez Garzón acusa a mi abuelo, que llevaba muerto desde 1948, de crímenes de estado y su nombre figura en una causa de la memoria histórica española. Esto abre conversaciones familiares. ¿Era un buen hombre? ¿De dónde vienen mis valores? Sabemos que lo era. ¿Es un buen tipo porque salva al poeta Victoriano Cremer del penal de San Marcos, que fue un centro de detención repulsivo similar a la Esma? ¿Soy como él? ¿Por qué condenan a muerte a mi abuelo en 1938? ¿Qué sintió al ir a la cárcel por supuesta traición?

¿Qué libro la convirtió en lectora? Los cuentos de Maupassant en lectora literaria, pero en lectora voraz, Las aventuras del Coyote.

¿Y en escritora? A mi me convirtieron en escritora las muñecas Nancy, Core y Lesly, que eran las madres de Los Barriguitas. Con todos ellos jugaba a inventar melodramas de Douglas Sirk.

¿Qué aprende una novelista escribiendo televisión y teatro? Aprendes a escribir como Sherezade, con la amenaza constante de que te corten la cabeza.

¿Y viceversa? Que existe un mundo inconcebible, el literario, en el que los que mandan al fin te hacen caso.

¿Qué libro tiene ahora mismo en su mesilla de noche? En la mesilla tengo varias cajas de lorazepam caducadas, pero en el kindle leo El secreto, de Donna Tartt.

¿Y uno que no lograra terminar? Casi nunca termino los libros. Los que no me gustan los dejo enseguida y los que me gustan no los quiero acabar.

¿Cuál es la película que ha visto más veces? O Memorias de África o Rayo Mcqueen, una de esas dos.

Cite sus tres series favoritas de todos los tiempos. Las chicas Gilmore. El ala oeste de La Casa Blanca. La señorita Marple.

¿Y la última que vio del tirón? Los doce, la adaptación australiana.

¿Un músico al que admire especialmente? Bob Dylan.

¿Qué canción suena en bucle en su cabeza en este momento? Uncle John’s Band, de The Grateful Dead.

¿En qué museo se quedaría a vivir? En el Prado no, porque ahí ya se ha pedido vivir mi madre. Yo en el museo Cerralbo, que está lleno de cajitas.

¿La última obra teatral que ha visto? The Motive and the Cue, con Johnny Flynn haciendo de Richard Burton, en Londres.

¿Tiene algún placer culpable en materia cultural? Soy capaz de ver cualquier cosa, por horrible que sea, en la que salga Sam Neill.

¿Cuál es la mejor crítica que ha recibido? Mi padre entrando en mi cocina con los folios de El jardín de la memoria en la mano y lágrimas en los ojos diciendo: “Esto es maravilloso”.

¿Y la peor? Pues casi todas la anteriores críticas de ese mismo padre. Asentía lacónico y, muy correcto, me decía: “Sí, está muy bien”. Para mí eso era mortal.

¿Cuál es su personaje histórico favorito? Eva. Todas las mujeres seguimos siendo la Eva de la injusticia original.

¿Qué trabajo no aceptaría jamás? Por desgracia ya acepté el peor trabajo del mundo, ser la presidenta de mi comunidad de vecinos.

¿Qué está socialmente sobrevalorado? La fama, los premios y sospecho que los coches eléctricos.

De no ser escritora, le habría gustado ser… La chica que canta con Bob Dylan Oh, Sister en el álbum Desire.

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