‘Tasmania’, una novela con poca alma y mucha levedad
Paolo Giordano firma un libro sobre las tragedias que acechan el mundo que parte de una trama insulsa y sin tensión narrativa
Con La soledad de los números primos (2008) y su historia de personajes marcados de por vida por el infortunio de una infancia rota que desata humillaciones y culpas, Paolo Giordano ganó el prestigioso Premio Strega y adquirió notoriedad en Italia y en los países a cuyas lenguas se tradujo la novela.
Después de un puñado de novelas que lo han mantenido en el mainstream de la narrativa italiana contemporánea, llega Tasmania (2022) de la mano de un narrador que es físico y a la vez periodista, como el propio Giordano, y que nos ofrece la oportunidad de recordar las tragedias por las que nos vemos acechados, y será “ese interés por las tragedias el asunto de esta historia, […] la necesidad de encontrar, en cada trance difícil de la vida, algo aún más amenazador en lo que podamos diluir nuestro sufrimiento personal”. No sin decepción, las congojas del protagonista se nos antojan meros subterfugios para sustentar la retahíla de pesadillas que oscurecen nuestras vidas, el efecto invernadero, la fusión de los hielos, el Estado Islámico, las pandemias o la emigración, que parecen las luctuosas noticias de los telediarios de los últimos años, comprimidas para la ocasión, y que, como dice el propio narrador, merodean por estas páginas en forma “de frases hechas sobre el desasosegante estado del planeta”.
Se nos amedrenta con distintos apocalipsis, pero el heraldo negro que nos las enumera lo hace con la desidia o la irrelevancia con la que un músico toca de memoria. Giordano invoca aquí a todos los males que nos aquejan hoy en día, y acuden todos a estas páginas como las langostas de una plaga, pero no parece que esta novela sea mucho más que un discurso insípido sobre las tragedias que nos competen y que con oportunismo y visión comercial se hacinan en estas 300 páginas largas, un conglomerado de textos de distinta filiación genérica, pero ataviados con la vestimenta de un diario tan personal como ficticio, que conforman un relato cuya trivialidad contrasta con la trascendencia de los problemas que trae a colación.
A ningún buen lector se le oculta que la literatura se hace con palabras y se nutre de sí misma, de sus técnicas y ardides y de los demás textos, y que jamás una novela le deberá su valía a la realidad de la que el texto quiere hablar sino al texto mismo. Como les decía una y otra vez Nabokov a sus estudiantes de Cornell: “El estilo y la estructura son la esencia del libro; las grandes ideas son idioteces”. Giordano ensambla ideas y trata de concernirnos inútilmente con la enumeración de los horrores que nos envuelven, pero seguramente fracasa en el intento.
Por lo demás, una trama insulsa cuyo eje es el narrador, que se dice escritor y deja caer todos los tópicos sobre el oficio (empezando por la incapacidad de escribir y las preguntas retóricas de rigor, “¿Para escribir no había que vivir frenéticamente?, “escribir justifica (casi) cualquier extravagancia”), y que forma parte de una pareja en crisis que prueba a rehacerse en una isla tropical, referencias constantes y previsibles a la ciencia, un simpático personaje, Novelli, especialista en la migración de las nubes, un interés por escribir sobre la energía nuclear y por las devastadoras bombas lanzadas sobre el Japón —pero no sobre la sagrada Kioto gracias al secretario de guerra norteamericano Henry Stimson, como Giordano explica en una de sus muchas excursiones a Wikipedia—, la descripción de una operación de cataratas, un homenaje a Marie (Curie) Sklodowska en clave de género, alusiones a Elon Musk, Harvey Weinstein y Greta Thunberg, al mansplaining, redes sociales, viajes compulsivos y una banalidad general de la que es un buen ejemplo esta frase superflua: “Era muy triste lo que el terror estaba causando en el mundo”. La novela versa, en fin, sobre la crisis, pero teniéndola tan cerca la va a buscar lejos.
A Tasmania le falta tensión narrativa, le falta alma y le sobra levedad, y la suya no es la levedad de Italo Calvino, es, sencillamente, liviandad.
Tasmania
Traducción de Juan Manuel Salmerón Arjona
Tusquets, 2023
352 páginas, 20,90 euros
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