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Un réquiem para el teléfono, o el fin de la charla a distancia

El nuevo ensayo de Martín Kohan recorre con concisión y acierto la historia, los usos y las dinámicas de un medio de comunicación en pleno proceso de desaparición

Un hombre y una mujer usan unos telefónos públicos, en Sevilla en 1992.
Un hombre y una mujer usan unos telefónos públicos, en Sevilla en 1992.Alex Webb (Magnum Photos / ContactoPhoto) (EL PAÍS)

¿Podemos considerar que el teléfono está a punto de morir, a pesar de que estemos rodeados de gente que mira constantemente las pantallitas de sus móviles? El escritor argentino Martín Kohan (premio Herralde de Novela en 2007 con Ciencias morales) afirma que sí, pues el uso para el que fue concebido el invento de Antonio Meucci, que astutamente patentó Graham Bell en 1876, está desapareciendo: el de hablar a distancia, algo que se encuentra en la esencia de la palabra teléfono.

El hecho de que Kohan haya retratado el momento en el que todavía se practica la charla telefónica, aunque se encuentre en trance de desaparecer, convierte al texto en una especie de despedida que le proporciona una tensión muy eficaz. Lo más significativo que viene a desvelarnos el autor en este breve pero completo ensayo es que estamos asistiendo a la constitución de un nuevo sujeto, y lo vincula con una observación del sociólogo y crítico Georg Simmel acerca de la invención del tranvía: “Por primera vez en la historia humana ocurría que dos personas que no iban a hablarse se miraban largamente a la cara. Un nuevo medio de transporte habilitaba, de por sí, un nuevo sujeto y una nueva mirada, una forma inédita de vincularse con los otros”.

Algo similar les ocurrió a quienes tuvieron que aprender a emplear el teléfono cuando se implantó en las casas —Proust fue uno de ellos, y de este nuevo uso da cuenta en En busca del tiempo perdido— y tuvieron que dejar atrás otros usos y costumbres gracias a la invención, casi apodable “advenimiento”, de aquel nuevo aparato. Otros artefactos tecnológicos de muerte reciente, como el reproductor y grabador de vídeo o el disquete del ordenador, han sido objeto de gags geniales como los que pudimos ver en Muchachada Nui, en el que ambos objetos charlan en la barra de un bar sobre los viejos tiempos, pero no han marcado tanto nuestras vidas como lo ha hecho el ­teléfono.

Dividido en 87 fragmentos, muchos de ellos verdaderos microensayos, el libro hace un recorrido con múltiples paradas en la historia reciente del teléfono. Ahí aparecen desde las cabinas públicas, hoy prácticamente extintas, hasta las líneas eróticas, que subieron estratosféricamente el precio de las facturas de algunos en los años noventa. Kohan también les dedica atención a las guías telefónicas, en las que nuestros nombres y direcciones se mostraban al alcance de cualquiera que quisiera llamarnos, y también la faceta del teléfono como espectáculo, que incluye desde la obra La voz humana, de Cocteau, en la que se basó Almodóvar para su cortometraje de igual título en 2020, hasta el humor relacionado con la telefonía, con Gila y su característica frase: “¿Es el enemigo? Que se ponga”, como una de las estrellas del género.

En un ensayo dedicado al teléfono parece coherente que la voz sea el subtema principal, y en este ámbito Kohan dialoga con pensadores como Jean-Luc Nancy o el esloveno Mladen Dolar, autor del ensayo Una voz y nada más (Manantial, 2007), dedicado a esta presencia efímera e incorpórea que se ubica “entre los cuerpos y el lenguaje”.

Pero hablar del teléfono es ante todo hablar de ausencias y presencias, pues lo inquietante de constatar que una voz de la que no vemos “el resto” nos habla es un asunto de índole fantasmática. “Un teléfono ha de significar siempre la posibilidad de que alguien más exista”, leemos en el ensayo de Kohan, y con ello en mente nos dejamos guiar por su autor para explorar los encuentros y desencuentros que se han producido en las vidas de todos a través del aparato. Como el mejor Perec, que analiza y cataloga lo infraordinario, Kohan nos lleva a fijarnos en gestos, escenas y hábitos que ya teníamos medio sepultados en la mente; entre otros, el de la escucha de los mensajes del contestador que se llevaba a cabo nada más entrar en casa y que traía consigo cierta expectación ante ese “collage sonoro de mensajes telefónicos”, en palabras del autor.

La conversación telefónica, como toda relación entre humanos, no está exente de dinámicas de poder. Kohan, en la sección que titula Microfísica del poder telefónico, extrae oro de este tango verbal entre dos personas, en el que quien llama tiene, de modo simbólico, la facultad de cortar la comunicación. Las bromas telefónicas, llevadas al espectáculo por humoristas como el Doctor Tangalanga en Argentina (al que el director Mateo Bendesky le dedicó su largometraje El método Tangalanga en 2022), representarían el epítome del poder de quien marcaba el número sobre su interlocutor, a quien se lograba retener en la línea a pesar de que este último ya hubiera descubierto la estafa humorística implícita en la llamada.

Los escritores argentinos actuales afirman que escriben libros breves porque sus condiciones de producción son arduas, ya que las prolongadas crisis económicas del país son su pan nuestro de cada día. Si este libro es breve por esa razón, lo desconozco, pero en su concisión logra dar en el centro de la diana. Al terminar de leer sus 126 páginas nos sorprenderá reparar en cómo el teléfono, en su vertiente más oral, moldeó nuestras vidas durante décadas, a juzgar por la gran cantidad de prácticas humanas y anecdotario vinculados a él y analizados aquí por Kohan. El siglo XX fue el reinado de la conversación telefónica y este ensayo da buena cuenta de ello.

Portada de ‘¿Hola? Un réquiem para el teléfono’, de Martín Kohan.

¿Hola? Un réquiem para el teléfono

Autor: Martín Kohan.


Editorial: Godot, 2023.


Formato: tapa blanda (126 páginas. 14,90 euros) y e-book (6,64 euros).

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