Clemens J. Setz: “El nazismo es la teoría de la conspiración más exitosa de la historia”
El escritor austriaco se detiene en la figura de Peter Bender, piloto de caza en la Gran Guerra, escritor y defensor de la teoría de la Tierra hueca, en su nuevo libro ‘Las lunas antes del aterrizaje’

Barba asiria, voz profunda de cantante difónico, gafas metálicas de nerd. Prodigio literario, autoridad de las letras alemanas, escritor pluriempleado. El poeta y narrador Clemens J. Setz nació hace 42 años en Graz, capital de Estiria en el sur de Austria, y ya ha escrito y publicado libros en tres décadas diferentes. Catorce títulos hasta la fecha. Con solo 38 años recibió el galardón literario más importante en lengua alemana, el Premio Georg Büchner. La Academia alemana distinguió en su trayectoria a “un artista del lenguaje que explora constantemente los límites humanos”. Pese al reconocimiento de su impacto en la vida cultural, Setz asume con naturalidad la realidad del escritor: “No puedo ganarme la vida solo con mis libros y los premios”.
Su novela Las lunas antes del aterrizaje, que H&O Editores publica en castellano el próximo 19 de marzo, recibió el Premio del Libro Austriaco en 2023. Setz investigó durante 12 años en tres archivos históricos la vida de Peter Bender, piloto de caza durante la Gran Guerra, escritor y defensor a ultranza de la teoría de la Tierra hueca, una cosmovisión según la cual el mundo es una esfera vacía y vivimos en su interior, en una de sus concavidades opacas.

Setz construye un monumento literario de un personaje lateral a quien El Niño Gusano y el poeta Sergio Algora podrían haber dedicado una canción. Peter Bender, el escritor que creía en la existencia de vida intraterrestre (la RAE ni siquiera recoge la palabra en el diccionario); el teniente del Ejército alemán, herido de guerra y condecorado con la Cruz de Hierro; el revolucionario socialista que exigía un ingreso fijo y un sindicato para las amas de casa y creía en las relaciones poliamorosas; el excéntrico subversivo anticopernicano, elocuente orador en conferencias tituladas ¿Vivimos sobre la esfera terrestre o dentro de ella? ante grupos de acólitos que podían gritan a coro “¡Y sin embargo no se mueve!”; el crítico mordaz de las razones puras de Kant, una figura histórica marginal y olvidada que vivió hace un siglo en Worms, Alemania.
Es una mañana fría en Viena. Los ciclistas ruedan con gafas de esquí. Setz está sentado en el Centro de Estudios de Traducción de la Universidad de Viena, donde ha encontrado un lugar tranquilo cerca de casa para escribir muchas de las páginas de sus obras. Encaja bien, aquí trabajan con palabras en 14 lenguas.
Pregunta. ¿En qué momento decidió que tenía que escribir una novela sobre Peter Bender?
Respuesta. Durante un periodo de lectura voraz, me crucé por casualidad con una referencia en un artículo, una sola frase. Versaba sobre gente que creía que vivía dentro y no fuera del globo terrestre. Entre ellos, un piloto de la fuerza aérea alemana, alguien que podía ver con sus propios ojos la curvatura terrestre y seguir pensando que vivía dentro del planeta. Una disonancia cognitiva. Ves algo y piensas lo contrario: esa forma de pensar siempre me ha fascinado. Todos mis trabajos siguen de alguna manera el rastro de esa fascinación.
P. La editorial alemana Suhrkamp lanzó la obra como “una novela deslumbrante y poco ortodoxa sobre el pensamiento lateral y las verdades alternativas”. La pandemia del coronavirus estaba reciente.
R. La conexión es inevitable, pero las teorías de la conspiración me seducen desde la adolescencia. A los 17 o 18 años no leía sobre otra cosa. Aún lo hago. El fenómeno que desencadenó la covid no me sorprendió. En su contradicción y su idealismo, creo que los conspiracionistas tienen algo que aportar a nuestra sociedad. Y en el caso de Bender, él se tuvo que enfrentar con el nazismo, la teoría de la conspiración más exitosa de la historia.
Su personaje es un Claudio Ptolomeo moderno que desprecia dos milenios de avances en conocimiento astronómico, pese a su cientificismo (“me he objetivado hasta tal punto que apenas existo”, dice Bender en la novela). A Setz le recuerda en cierta forma al polémico Robert F. Kennedy, conocido antivacunas nombrado recientemente Secretario de Salud en Estados Unidos. “Hoy Peter Bender podría ser un político alemán muy respetado”, añade con sorna.
Clemens J. Setz no personifica el arquetipo de escritor que devoraba libros en su infancia. De hecho, leyó su primera novela cuando tenía 16 años. Y ha olvidado el título, tal vez algo de Max Frisch, Peter Handke, Christoph Ransmayr o Ingeborg Bachmann. Le atraían los ovnis, un poco como a todo el mundo. No tenía amigos ni una gran vida social. Estudió matemáticas y lengua y literatura alemanas en la Universidad de Graz. Ahora tiene una sólida carrera literaria con una obra traducida a 22 idiomas (incluido el esperanto), un número de páginas desafiante y una prestigiosa colección de premios en la estantería (además de los citados, ha recibido el Franz Nabl, el Heinrich von Kleist, el Jakob Wassermann, el Wilhelm Raabe, el Ernst Willner, el Merck Kakehashi de Tokio, los premios literarios de Berlín, Bremen y Estiria y el de la Feria del Libro de Leipzig, y es el Poeta Laureatus del año 2025).
Y también tiene una familia con una niña de tres años y su prioridad pasa por sacarla adelante: “No soy Peter Handke, que es capaz de escribir una novela en tres semanas. La escritura de un libro me exige una energía y una dedicación de al menos un par de años. Tengo que alternar varios empleos. Trabajos ocasionales derivados del oficio literario, como la enseñanza de escritura en la Universidad de Artes Aplicadas de Viena y la traducción. Y trabajos mal pagados que no exigen formación ni experiencia, como recepcionista en una clínica dental”.
Cuando el periódico semanal Die Zeit le preguntó a Sarah Setz, su pareja, cómo se las arreglaba para convivir con una estrella literaria, respondió: “A veces miro a Clemens y pienso en lo fácil que le resultan las cosas. A los 20 años ya publicaba novelas”.
O citando el epígrafe de Elias Canetti elegido por Setz para encabezar su novela: “Es listo como una rueda”.
“Sí, coincido con ella”, dice Setz, “fui afortunado. Creo que tenía 24 años cuando publicaron mi primera novela. Y se me abrieron todas las puertas”.
En Las lunas antes del aterrizaje despliega toda la abundancia de su imaginación poética. Una escritura experimental de frase clara que modula con un marcado acento humanista para atreverse a retratar la cruda realidad de la Europa de las dos guerras mundiales y el holocausto en la acera de un conspiranoico delirante. Peter Bender, a quien el régimen nazi juzga sospechoso de padecer una enfermedad mental, está casado con Charlotte, una mujer judía, pero su cosmovisión no le alcanza para vislumbrar ni la solución final ni los campos de exterminio. A Setz le bastan unas páginas de fe en el arte de la novela —el episodio de la visita a la peluquería de Charlotte— para mostrar la profundidad del pánico cotidiano en la Alemania nazi.
Es una obra de traducción compleja. Parafraseando un pasaje de Las abejas y lo invisible, un ensayo sobre lenguas inventadas de casi 500 páginas, su único título publicado hasta la fecha en castellano (también por H&O Editores), se puede decir que contiene expresiones muy propias, flores para las que la lengua alemana no es más que suelo de cultivo. “La traductora, Virginia Maza, me hizo numerosas preguntas sobre los fragmentos en los que invento palabras y parodio el lenguaje. Me resultó muy difícil explicar lo que pretendía conseguir”. Virginia Maza, consultada, dice: “Fue un placer estar en la cabeza de Setz. Una cabeza brillantísima, que hila fino y teje y teje. Donde no hay nada al azar y todo tiene sentido, hasta el perfecto nonsense. Es un libro magnífico en el que recrea un mundo (la Alemania de las primeras décadas del siglo XX, con todo lo que eso supone) a través de la mirada de Peter Bender (con una locura que parece refugio). Ha sido el trabajo más apasionante de mi carrera”.

Al igual que David Foster Wallace, Setz cultiva obras de difícil traducción como Die Stunde zwischen Frau und Gitarre (La hora entre la mujer y la guitarra, 2015), que rebasa las mil páginas. Se le suele emparentar con el escritor norteamericano. “Tiene una trayectoria interesante como autor posmoderno, con esa clase de obras maestras que nadie lee como La broma infinita”, apunta Setz. “Tal vez compartamos cierta personalidad nerd y el despliegue ambicioso de un lenguaje vasto y erudito, pero sinceramente pienso en su relación con el aburrimiento —yo jamás me he aburrido o he sufrido dolor por ello— o en sus ideales conservadores, y creo que nos parecemos muy poco”.
Ambos convergen en la voluntad de experimentar y en el aplauso de la crítica, que ha conducido a Setz a ser considerado una de las voces menos convencionales de la literatura contemporánea en alemán. Se siente cómodo cambiando de género narrativo, en el ensayo, la poesía, la novela, el relato, el teatro y el artículo periodístico. El escritor total. Pero la brecha generacional es obvia. En Setz desaparece la obsesión por la televisión y llega Twitter (no X). Su último libro es una compilación de poemas de gramática heterodoxa publicados durante años en la plataforma (Das All im eignen Fell. Eine kurze Geschichte der Twitterpoesie, que se podría traducir El universo en su propio pelaje. Una breve historia de la poesía en Twitter), hasta que Elon Musk la compró en 2022. “Elon Musk es como un virus que habría que sacar del sistema”, dice Setz.
Está leyendo a Camilo José Cela. “Leí La familia de Pascual Duarte hace tiempo. He empezado a leer su novela Mrs. Caldwell habla con su hijo y no estoy entendiendo nada. Si buscas información sobre Cela en internet, te encuentras con todo tipo de anécdotas extravagantes. ¿Debió de ser un tipo bizarro, verdad?”.
Cita al escritor francés Claude Simon —”un escritor muy diferente a Cela”— como una de sus lecturas recurrentes. “Los escritores Ernst Jandl, Friederike Mayröcker y sobre todo Josef Winkler, un autor único en la literatura mundial, siguen siendo mis estrellas náuticas. Pero también me inspiran algunos de mis contemporáneos, como Barbi Markovic, Stefanie Sargnagel y Saša Stanišić. Es un placer compartir época con ellos”. Ahora se está documentando obsesivamente sobre un tema que le magnetiza, el accidente nuclear de Chernóbil en 1986, posible embrión de su próxima obra, aunque aún duda sobre el molde narrativo. “El ataque reciente de un dron al sarcófago que protege el reactor es una de las noticias más dementes que he leído jamás”.
Un habitual de las noticias es el líder prorruso de la extrema derecha austriaca, Herbert Kickl. En la última campaña electoral se presentó como Volkskanzler, “el canciller del pueblo”, que es como se denominaba Adolf Hitler a sí mismo, aunque Kickl rechaza la conexión nazi. Setz, que conoce bien la obra del filólogo alemán Victor Klemperer sobre el lenguaje totalitario del Tercer Reich, dice: “Es una elección de palabras muy calculada. Inevitablemente provoca que muchos lo llamen ‘nazi’, lo que enciende a sus seguidores más fervientes. Ser tildado de nazi se ha convertido en una suerte de moneda social en el mundo de aquellos que hacen política al margen de los hechos. Él puede decir: ‘¡Otra vez me llaman nazi! ¿Ven cómo quieren censurarme?’ Y la gente lo aplaudirá y le asegurará que ellos también lo ven, no permitirán que lo silencien, y así sucesivamente”.
P. ¿La extrema derecha actual encarna una gran teoría de la conspiración como en su momento el nazismo?
R. La mayor parte del discurso político actual se construye con teorías de de la conspiración. Estamos en la cima de su potencial. Por ejemplo, la idea del “gran reemplazo” [el supuesto plan para sustituir a la población europea blanca y cristiana favoreciendo la inmigración africana y musulmana] no se apoya en un análisis demográfico serio. En el caso particular de la extrema derecha austriaca, su discurso ha virado del antisemitismo fundacional —el FPÖ es un partido fundado por antiguos nazis que ahora es proisraelí— hacia un odio antimusulmán. Sus conspiraciones las protagonizan musulmanes y africanos.
Por primera vez enseña los dientes, hasta ahora su voz sedosa salía de una barba. Lo hace para reírse: “La pureza de Europa, incontaminada de influencias, es una invención ridícula, no existe, no ha existido nunca”. La sala donde conversamos se he llenado de estudiantes, futuros intérpretes y traductores de lenguas universales, que con su sola presencia parecen darle la razón. Resulta extravagante estar hablando aquí de profecías xenófobas.
P. ¿Es cierto que ha aprendido a interpretar canto difónico?
R. ¿Ha escuchado alguna vez un canto polifónico con una sola voz? ¿Quiere hacerlo?
Abandonamos el hormigón brutalista del templo de la traducción y nos acercamos al imponente edificio modernista aledaño para aprovechar la acústica del foyer del Instituto de Egiptología, entre frescos del pintor Oskar Laske y una estela egipcia. Entonces canta. Y como su personaje Peter Bender, crea un mundo hueco propio y completamente real más allá de lo visible.

Las lunas antes del aterrizaje
Traducción de Virginia Maza
H&O Editorial, 2025
496 páginas. 26 euros
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