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‘Sobre mi hija’: cuidar y desconfiar

La coreana Kim Hye-jin retrata magistralmente con el choque generacional en un tiempo que todo lo fía al individualismo

Retrato de la autora Kim Hye-jin. Fotografía: Minumsa
Retrato de la autora Kim Hye-jin. Fotografía: MinumsaMinumsa
Marta Sanz

La narradora de esta límpida novela, firmada por la joven escritora coreana Kim Hye-jin, toma la palabra desde un estado de ánimo que es un estado de conciencia: “… no tengo a nadie que venga a rescatarme del cansancio. Me preocupa qué pasará cuando llegue el momento en que no pueda valerme por mí misma”. Desde ese lugar, tan reconocible en las sociedades del neoliberalismo, habla la trabajadora de una residencia de la tercera edad que acoge a su hija, profesora de universidad, que no puede asumir un alquiler y cuya pareja es otra mujer.

La narradora relata la convivencia desde una contradicción: su rechazo a cuidar o ser cuidada por personas cuya forma de amar no entiende —ni siquiera logra imaginar— se opone a su preocupación por el destino de Jen, anciana famosa por su activismo, que ahora yace abandonada en la residencia. Solo la narradora recuerda el valor de una existencia dedicada a los demás. La evolución de la mirada de esa narradora, fruto de su tiempo, su cultura y su desencanto, se desarrolla entre el individualismo aislante de quienes creen que las luchas colectivas no sirven para nada y la certeza respecto a la precariedad de los servicios públicos y la vulneración de los derechos humanos. Los problemas para habitar una vivienda digna; las economías destructivas de asilos que escamotean el uso de pañales; el olvido de una bondad desinteresada; la dificultad para establecer lazos familiares entre la colisión de lo viejo y lo nuevo: todo está contado sin dramatismo, con la inevitabilidad de lo cotidiano, con las palabras de una narradora, inmersa en la sociedad del cansancio, que busca minúsculas fórmulas heroicas. Salvar a Jen.

La metáfora corporal de La vegetariana, de Han Kang, otra sobrecogedora novelista coreana, se adelgaza en Sobre mi hija hasta alcanzar una prosa higiénica que remite al trabajo que desempeña la cuidadora. Kim Hye-Jin, con su observación de bisturí, se adelanta a su edad y reinterpreta literariamente los sentimientos de una mujer, vulnerable y fuerte, que tiene miedo al futuro: piensa que no encontrará refugio en el calor de la intimidad: “Esta chica, nacida de mí, sangre de mi sangre, es quizá la persona que siento más lejana”.

Tampoco encontrará un amparo no vejatorio en el cuidado que los países deben a su ciudadanía. El relato expresa la impotencia de una mujer lúcida que desconfía de todo lo que no sea la buena voluntad personal. Desconfía de la acción política: la implicación de su hija con el profesorado homosexual de la universidad le parece inútil y peligrosa; sin embargo, admira el pasado de Jen.

Con sencillez lacerante, Sobre mi hija se centra en el choque generacional y en la crisis de una sociedad cuyos valores tradicionales —el respeto a las personas mayores, el valor del trabajo bien hecho, la lentitud— son incompatibles con las prácticas capitalistas. La historia maternofilial simboliza el cambio de valores en Corea: la compleja pugna entre tradición y turbocapitalismo genera incertidumbres que están dando lugar a un gran cine y una gran literatura.

La narradora vive el fin de un tiempo y el comienzo de otro salvaje e inhumano, marcado por el ahorro y la falta de respeto a la memoria. Sin embargo, poco a poco se dibuja, con delicadeza y verdad, una leve tolerancia: la tensión de las relaciones se relaja gracias a la pareja de la hija. La misma verdad se emplea para describir la miseria de un mundo corrompido donde, por avaricia, nuestros mayores padecen úlceras profundas porque su pis se empapa con medio pañal y papel de periódico. Aquí aún tenemos abierta esa llaga.

Portada de 'Sobre mi hija', de Kim Hye-jin

Sobre mi hija

Autor: Kim Hye-jin.


Traducción: Irma Zyanya Gil Yáñez y Minjeong Jeong.


Editorial: Las Afueras, 2022.


Formato: tapa blanda (179 páginas, 17,95 euros).

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Sobre la firma

Marta Sanz
Es escritora. Desde 1995, fecha de publicación de 'El frío', ha escrito narrativa, poesía y ensayo, y obtenido numerosos premios. Actualmente publica con la editorial Anagrama. Sus dos últimos títulos son 'pequeñas mujeres rojas' y 'Parte de mí'. Colabora con EL PAÍS, Hoy por hoy y da clase en la Escuela de escritores de Madrid.

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