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‘Gente muy fría’, una brutalidad... y una genialidad

La estadounidense Sarah Manguso despliega en su primera novela un retrato demoledor de la autodestrucción individual asociada al aislamiento y al sectarismo social

La escritora estadounidense Sarah Manguso en 2021.
La escritora estadounidense Sarah Manguso en 2021.Beowulf Sheehan
Laura Fernández

Sarah Manguso (Massachusetts, 48 años) se considera una miniaturista. Lo que quiere decir que, literariamente, trabaja con miniaturas. Esto es, con pequeños textos como instantáneas que se abren camino en mitad de la nada y que, poco a poco, con una austeridad envidiablemente adictiva, deliciosa, dibujan un mapa. Un mapa que, en el caso de su primera e impactante novela, Gente muy fría, pequeña pieza de orfebrería delicadamente gélida y rabiosamente ardiente a la vez, es el mapa de la toma de conciencia de una niña. Ruthie. De lo que Ruthie toma conciencia es del mundo que la rodea. Cruel, fantasmagórico. Un mundo como un animal herido que no piensa curar ninguna de sus heridas, sino que va a presumir de ellas. Va a contagiar su frialdad.

El lugar es un lugar ficticio, la helada Waitsfield, una supuesta pequeña población de Massachusetts, en la que, si un día, sin querer, das marchas atrás a tu coche y éste se empotra contra una montaña de nieve —como le ocurrió a la madre de Ruthie—, no vas a poder sacarlo, y tampoco te atreverás a pedirle a ningún vecino que te eche una mano. Porque los vecinos, y sus familias, se comportan como pequeñas sociedades que nada quieren saber del resto. Pequeñas sociedades sectarias en las que todo está permitido porque ¿no es así en todas partes? Hay padres que se dan baños con sus hijas adolescentes, y madres que consideran que ya están haciendo suficiente por evitar que eso ocurra. Una de ellas es la madre de Ruthie, una autodestructiva y fría niña grande.

La imaginación —aquello que inventas para que nada te toque— se convierte, casi sin poder evitarlo, en la única salida

En Waitsfield, y en casa de Ruthie, los libros son algo que se consigue en el vertedero —como la ropa—, y los regalos nunca se compran, siempre son cosas que tienes en casa. Nadie es amable contigo, y por eso, cuando alguien hace algo por ti, lloras porque no crees que lo merezcas. La imaginación —aquello que inventas para que nada te toque— se convierte, casi sin poder evitarlo, en la única salida. Y no consuela, porque no hay nada que consolar cuando crees que las cosas no podrían ser de otra manera. Al regresar de casa de sus tíos, con una gabardina Burberry prestada, Ruthie imagina que su familia es rica. La vida sigue, y a la vez, se desmorona. La niña crece y empieza a arrancarse las pestañas de cinco en cinco, sin saber por qué, ¿y no será que es el dolor lo único que entiende?

Podría inscribirse Gente muy fría en la corriente de la new sincerity —la corriente de las pequeñas y dolorosas confesiones, el asomarse al abismo del otro, a través de pormenorizados y recónditos detalles cotidianos— y, de hecho, por más que no esté describiendo en absoluto —quién sabe— nada semejante a la infancia de la propia autora, debería hacerlo, porque su aproximación a la vida de Ruthie comparte la idea de la intimidad por momentos insoportable del movimiento. Que Sheila Heti —junto a Tao Lin, una de las voces clave de la new sincerity— figure en los agradecimientos —como una de las primeras lectoras del manuscrito— quizá no sea una mera coincidencia. ¿Y no sería maravilloso que un género confesional alzase el vuelo como género de ficción pura?

Lo sería. Pero lo que hace Manguso —más conocida como poeta, y ensayista, y en general, responsable de inexplicables y brillantes artefactos literarios de todo tipo— es ir aún más allá. Porque la forma y el fondo, esto es, la manera en que se cuenta, y lo que se cuenta, coinciden en sublimar —y exprimir— la idea misma de austeridad. Hay una economía del recuerdo invocado en Gente muy fría que hace que la novela sea a la vez un personaje de la propia historia que está contando. La aparente inanidad desarmante de cada pincelada —de alguna forma, impresionista— que Ruthie —interpretada por Manguso— da es una puerta abierta a una escritura por completo despojada de aquello que no posee la narradora: autoestima. Una brutalidad. Y una genialidad. En muchos sentidos.

Portada de 'Gente muy fría', de Sarah Manguso.

Gente muy fría

Autor: Sarah Manguso.


Traducción: Julia Osuna Aguilar.


Editorial: Alpha Decay, 2023.


Formato: tapa blanda (192 páginas, 21,90 euros).

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Sobre la firma

Laura Fernández
Laura Fernández es escritora. Su última novela, 'La señora Potter no es exactamente Santa Claus' (Random House), mereció, entre otros, el Ojo Crítico de Narrativa y el Premio Finestres 2021. Es también periodista y crítica literaria y musical, y una apasionada entrevistadora de escritores y analista de series de televisión.

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