El apoyo al presidente Lula en su gran bastión electoral se agrieta
La desafección de la clase media de las periferias afecta incluso a la región Nordeste, clave para las victorias del PT, y donde mantiene la lealtad de los más pobres
![Luís Inácio Lula da Silva](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3X3CLLLA3ZV7NS6644LHODSPLM.jpg?auth=e41c988500615b619c312d6d0d9b35584bcc6bba49e9fbf1b0d165cd1148091d&width=414)
![Naiara Galarraga Gortázar](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fa5a22b1a-84b6-40d6-b292-c98a40bd973a.png?auth=c0df4b072b7d9d7a6320aca9be53db4f71063215e26b63e8bf03c10f6b7f4606&width=100&height=100&smart=true)
Humberto Sosa Filho es uno de los millones de brasileños que con su voto lograron que, en 2002, un sindicalista brasileño conocido como Lula (calamar) conquistara por primera vez el poder. Este vendedor ambulante, que se gana la vida en la ciudad nordestina de Fortaleza vendiendo langostas que lucen primorosas en una cesta, cuenta que buscaba un cambio. “Hasta le creí”, dice para ilustrar la magnitud de la decepción. “La vida cambió, al principio se movió más dinero… pero ahora todo va peor, sube el café, suben los impuestos, la renta no aumenta y no nos llega para nada”, lamenta. En las últimas presidenciales, Sosa Filho votó nulo. Ni Lula ni Bolsonaro. Pero en las municipales, eligió a un youtuber de extrema derecha y de 27 años llamado André Fernandes, que es diputado y entró en política a lomos de la ola bolsonarista. “Hay que arriesgar, a ver si cambia algo”, lanza con escaso entusiasmo.
Los resultados electorales indican que el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula pierde apoyo incluso en este rincón de Brasil, el Nordeste, el gran bastión durante las últimas dos décadas. La región más empobrecida del país, la más cercana a Europa.
Si el primer Lula ganó en 2002 con el impulso de las clases medias urbanas y los intelectuales, después el voto nordestino se volvió clave. Millones de personas que no votaban se acercaron por primera vez a las urnas electrónicas para pulsar 13, el PT. Lula pasó de ser percibido como un radical a ser el hombre que trajo a estas tierras áridas un bienestar desconocido, el que redujo la brecha con el Brasil más desarrollado. Reflejo de su fuerza en el Nordeste, aquí quedan los cuatro estados (Bahía, Ceará, Río Grande do Norte y Piauí) y la única capital (Fortaleza) que gobierna la sigla creada en 1980 por sindicalistas, movimientos católicos e intelectuales.
Entre los fundadores del PT, los padres de uno de los emblemas de la cultura y el progresismo urbanita de Brasil, Chico Buarque de Holanda. “El votante del nordeste no es necesariamente progresista. Es más lulista que petista”, explica en Fortaleza la politóloga Monalisa Torres. Los nordestinos abrazaron Lula “porque tienen una memoria extremadamente positiva del gigantesco impacto de las políticas sociales, sobre todo, en los municipios pequeños del interior” durante sus primeros mandatos. Las ayudas contra la pobreza, para construir casas, abaratar los medicamentos, construir cisternas para agua de lluvia o abrir universidades, tuvieron un impacto descomunal en ese electorado, el más pobre del censo. Alcanzaron unos niveles de renta y unas oportunidades impensables hasta entonces. Lula mejoró sus vidas como nadie lo había hecho antes.
![Luiz Inácio Lula da Silva hace campaña en Salvador, Brasil, el 30 de septiembre de 2022.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GX34ONZUTJHUVE5SMZWVDWAP3E.jpg?auth=07fc5bb813cfdee18a347e7025d4d3121141de3cf84989ac13b1b5f358252f89&width=414)
Por primera vez tuvieron la oportunidad de permanecer en su tierra. Sobrevivir ya no requería emigrar para llevarse algo a la boca o labrarse una carrera. La sequía de 1932 fue tan espantosa que las autoridades levantaron una red de campos de concentración para impedir que miles de campesinos hambrientos avanzaran sobre Fortaleza.
Incluso durante la travesía del desierto del PT —la destitución de la presidenta Dilma Rousseff y el escándalo Lava Jato— el Nordeste siguió fiel a Lula y a su partido.
La erosión del apoyo es menor que en el resto de Brasil, pero avanza. Los primeros sondeos de 2025 han puesto nervioso al presidente Lula. A nivel nacional muestran por primera vez más rechazo que apoyo (49% frente a 47%). También en el Nordeste cae la popularidad (siete puntos en un mes, al 60%). Así que, en el ecuador de su tercer mandato, Lula ha empezado el año con nuevo director de comunicación y viajes para vender logros.
El PT, el partido con más poso ideológico de Brasil, tiene varias almas. Lincoln Secco, autor de Historia do PT, señala que “esos Gobiernos [estatales del Nordeste] son, en general, del ala derecha del partido, más pragmáticos y conservadores. La gobernadora de Rio Grande do Norte es más progresista, pero los sucesivos Gobiernos bahianos han tenido una gestión represiva e índices alarmantes de violencia policial”.
Apunta el historiador Secco al flanco por el que hace agua el apoyo al partido. “Su antigua base de trabajadores urbanos y militantes de las clases medias democráticas se ha alejado. La razón es sencilla: el PT gobierna para los muy pobres y para los muy ricos, pero no para los trabajadores de renta media, los pequeños comerciantes, pequeños empresarios o dueños de pequeñas áreas agrícolas, que son fácilmente absorbidos por la ideología neoliberal”.
Fortaleza, capital de Ceará, es la cuarta ciudad de Brasil con sus 2,4 millones de habitantes. Un litoral de paradisíacas playas donde siempre es verano. Y un laboratorio para asomarse a las grietas por las que Lula pierde electores. El youtuber bolsonarista Fernandes casi vence a la maquinaria del PT en las municipales de octubre en Fortaleza. Quedó a menos de un punto (11.000 votos) del actual alcalde, Evandro Leitão. Su elección fue la mayor alegría que se llevó el PT en esos comicios.
La politóloga detalla que el bolsonarista derrotado “ganó en, prácticamente, toda la periferia de Fortaleza, con un discurso centrado en la seguridad pública, que ni siquiera es competencia de los alcaldes, y el emprendedurismo. Dialoga con un público que antes era elector del PT”. El señor Humberto, el vendedor ambulante de langostas, es uno de ellos.
Entre los factores que han propiciado ese distanciamiento, esta profesora de la Universidad Estatal de Ceará destaca: Uno, el PT se ha volcado mucho en cuestiones identitarias, “que más que unir segregan”. Dos, “ha dejado de mirar para esos nuevos trabajadores que surgen en las periferias, precarizados, informales, sin relación con los sindicatos”, un colectivo que cada vez considera al Estado más un estorbo que un aliado. Tres, el fracaso de la política de seguridad pública en los estados que gobierna el PT. “La gente de las periferias es la que sufre con las guerras entre bandas [del crimen organizado], la que tiene miedo al volver a casa. Y esto ha abierto una trinchera por la que avanza la derecha”. Cuatro, la influencia de las Iglesias evangélicas.
Para la historiadora Patrícia Valim, de la Universidad Federal de Bahía y militante de PT, este tercer mandato de Lula es “una cobardía”, una receta para el fracaso. Coloca la madre de todos los males en “la política de austeridad, el techo de gasto, que hiere de muerte la memoria del PT. Los criterios para recibir ayuda social se endurecen, la comida sube con salarios más bajos y empleos precarios. Y, claro, Lula baja en las encuestas entre las mujeres, los pobres, en el Nordeste”, colectivos que antes se daban casi por garantizados.
El PT del Nordeste, además de aportar votos, ejerce poder en Brasilia. Un puñado de barones territoriales nordestinos, antiguos gobernadores, integran el corazón del Gabinete de Lula y sirven de puente entre el poder federal y los Estados. El presidente nació en el Nordeste, en Pernambuco, pero emigró de niño a São Paulo, de modo que consigue ser uno de los nuestros en ambas regiones.
Por si los desafíos fueran pocos, Lula tiene 79 años y problemas de salud recientes. No son pocos quienes creen que el personalismo con el que ha dirigido durante estos 45 años el Partido de los Trabajadores puede ser letal para la sigla en el futuro.
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