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Decenas de ONG afrocolombianas e indígenas cierran por los recortes de Trump: “Frenar las ayudas de golpe es irresponsable”

El presidente de Estados Unidos reprochó el “despilfarro” de 60 millones de dólares de USAID en un programa étnico en Colombia

Donald Trump durante su discurso ante el Congreso de Estados Unidos, en Washington, el 4 de marzo de 2025.
Donald Trump durante su discurso ante el Congreso de Estados Unidos, en Washington, el 4 de marzo de 2025.Kevin Lamarque (REUTERS)
Diego Stacey

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se aseguró de abrirle un espacio a Colombia en su discurso del Estado de la Unión ante el Congreso norteamericano. “Escuchen algunos de los espantosos despilfarros que ya hemos identificado”, dijo el martes, con el fin de criticar la magnitud de fondos de cooperación que ha proporcionado Washington en el mundo. “60 millones de dólares para el empoderamiento de comunidades indígenas y afrocolombianas”, destacó. Son los dos colectivos que más resintieron la suspensión de las subvenciones otorgadas por la agencia de cooperación al desarrollo de Estados Unidos (USAID) a finales de enero. Muchos de sus proyectos fueron creados para proteger a los más vulnerables a través de organizaciones sociales que se ven forzadas a cerrar sus puertas.

USAID creó en diciembre de 2021 el programa Juntanza Étnica con el objetivo de “consolidar territorios más inclusivos y menos desiguales y promover el orgullo étnico”. Era el programa más grande financiado por Estados Unidos en la materia. La agencia le creó un presupuesto 60 millones de dólares (unos 245.000 millones de pesos), la cifra a la que se refirió Trump en su discurso. Hasta el año pasado había entregado poco más de la mitad, alrededor de 35 millones de dólares.

Las cifras patentaban su éxito. Durante tres años, USAID y la ONG Acdi Voca, encargada de operar ese programa, colaboraron con 29.000 personas de las comunidades afro e indígena. Lo hicieron a través de nueve organizaciones, encargadas de dirigir los fondos a un centenar de pequeñas empresas y asociaciones locales en proyectos productivos, de construcción de paz y de preservación cultural. Otra gran parte de los esfuerzos se dedicaba al apoyo en la implementación del capítulo étnico de los Acuerdos de Paz de 2016 con las extintas FARC. Todo el trabajo, de repente, se ha paralizado.

La decisión de la Administración Trump de cerrar el grifo a la cooperación internacional ha tenido un grave impacto en Colombia, el país de América Latina que más fondos recibía. Juntanza Étnica se ha frenado y sus beneficiarios han comenzado a despedir a sus equipos. Hace unos días, Acdi Voca recibió una carta firmada por USAID en la que sostiene que su contrato “se rescinde completamente” y pide “detener inmediatamente todo el trabajo”.

La suspensión ha supuesto un duro golpe para la Asociación Nacional de Afrocolombianos Desplazados (Afrodes), una de las nueve organizaciones asociadas al programa. Creada hace 25 años por el líder social Mariano Córdoba, su objetivo principal ha sido apoyar a los afrocolombianos que han tenido que dejar sus hogares por la violencia. Desde hace años se ha beneficiado de los fondos de Estados Unidos para impulsar sus proyectos, principalmente acompañando a familias en iniciativas productivas. La decisión de Trump es su sentencia de muerte.

“Afrodes desaparece como organización”, lamenta Córdoba. “Tuvimos que despedir a todo el personal y nos toca cerrar la sede administrativa en Bogotá, de la que debemos la renta. No hemos garantizado los recursos y no tenemos otra fuente de ingreso”, explica el líder afro. A Córdoba le preocupa la situación en la que quedan las decenas de familias a las que apoyaban en todo el país. “Una familia iba a montar un restaurante. Ya teníamos el sitio. Eso ha quedado en el aire”. Financiaban, además, granjas de pollos para la soberanía alimentaria o grupos de guardias forestales. “Frenar las ayudas de golpe y sin un aviso es muy irresponsable, pues las consecuencias para nuestras comunidades son muy graves”, afirma.

Otra de las organizaciones afectadas es el Consejo Nacional de Paz Afrocolombiano (CONPA), que reúne a comunidades afros, palenqueras y raizales. El coordinador, Richard Moreno, asegura que “el golpe es notable”. El año pasado, USAID se comprometió a entregarles recursos por 700 millones de pesos (unos 170.000 dólares) para sus programas, la mayoría especializados en paz y reconciliación, y para pagar la nómina de sus 23 empleados. “Los que vivimos de la cooperación sabemos que un día hay y otro no, ese es el compromiso”, dice con voz más optimista.

Tanto Córdoba como Moreno fueron figuras esenciales para que el Black Caucus, un grupo del Congreso de Estados Unidos conformado por afroestadounidenses, apoyase en 2013 un presupuesto específico en ayudas a los afrocolombianos, que luego también incluiría a las comunidades indígenas.

“¿Qué tiene de malo empoderar a los pueblos?”

Estados Unidos anunció en enero que cortaría durante tres meses los fondos a la cooperación a todos los países del mundo, excepto a Egipto e Israel. Los demás países beneficiarios, la mayoría en África y América Latina, ven ahora cómo la red nacional de ONG que subsistía en gran medida de estas subvenciones se revienta por la nueva política de Trump. La política de recortes ha sido ordenada por el magnate y multimillonario Elon Musk, encargado del departamento de Eficiencia Gubernamental; y gestionada en el terreno por el secretario de Estado, Marco Rubio.

Cientos de programas en Colombia han sido suspendidos indefinidamente ante la imposibilidad de reemplazar la asistencia que otorgaba Washington. El Ejecutivo de Gustavo Petro ha dicho que intentará subsidiar a algunas entidades como la Justicia Especial para la Paz, pero no podrá cubrir todas pérdidas. Otros actores internacionales, como la Unión Europea, han precisado que no pueden soliviantar los altos gastos. Para 2025, USAID presupuestaba más de 400 millones de dólares (1,6 billones de pesos) en proyectos para el país.

Algunos sobreviven como pueden. Es el caso de Perlaguaneque, una agencia de turismo sostenible en el Santuario de Flora y Fauna Los Flamencos, en La Guajira, que recibía apoyo de Juntanza Étnica. Kevin Rivadeneira, el gerente, indica que su emprendimiento es la fuente de ingreso de 25 familias, muchas de ellas indígenas wayúu. “Teníamos varias metas de crecimiento con el dinero que recibíamos, que ya no vamos a poder cumplir”, deplora. Aun así, admite que todavía no se plantea un recorte de personal y exhorta: “Estados Unidos y Colombia deben tener una buena convivencia. Estos programas están cambiando la calidad de vida de muchos”.

Pero las tensiones aún no acaban del todo. Tras el explosivo enero, cuando un enfrentamiento entre Trump y Petro casi aboca en una guerra comercial, el presidente colombiano sigue siendo muy crítico con su homólogo norteamericano. “¿Qué tiene de malo que se empoderen los pueblos indígenas y los pueblos afrocolombianos?”, cuestionó sobre las referencias de “despilfarro” en el discurso de Trump “¿No saben, acaso, que si se debilitan (...) el narcotráfico barre en Colombia e intoxica la sociedad norteamericana?”, añadió.

Los líderes afros coinciden con esta lectura. En palabras de Marino Córdoba, presidente de Afrodes: “La cooperación no es caridad, es una forma de reparar los daños causados en la guerra en la que también incidió Estados Unidos”.

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Sobre la firma

Diego Stacey
Periodista de la sección Internacional. Anteriormente trabajó en 'El Tiempo', en Colombia. Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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