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Colombia, el país de América Latina que más fondos pierde con la decisión de Trump de congelar USAID

El cese de las subvenciones supone un duro golpe para las ONG y las agencias estatales del país sudamericano

Un hombre camina entre las cajas de ayuda humanitaria enviadas por USAID, en una bodega en Cúcuta (Colombia), el 21 de febrero de 2019.
Un hombre camina entre las cajas de ayuda humanitaria enviadas por USAID, en una bodega en Cúcuta (Colombia), el 21 de febrero de 2019.Fernando Vergara (AP)
Diego Stacey

La incertidumbre acecha a USAID, la agencia de cooperación al desarrollo de Estados Unidos. El presidente Donald Trump ha dejado en el aire el futuro de esta entidad, que reparte cada año miles de millones de dólares en ayuda humanitaria en todo el mundo y que se ha convertido en un sostén para los países en desarrollo. Colombia, el Estado que más subvenciones recibe de toda América Latina, teme por las graves consecuencias económicas que tendría el cese definitivo de las operaciones de esta agencia, de la que recibe más de 400 millones de dólares anuales, alrededor de 1,6 billones de pesos, en promedio. Organizaciones sociales y humanitarias, empresas privadas y agencias del Estado se preparan ante el impacto que supone este recorte vital al país.

Todos los fondos de USAID están en pausa durante tres meses, plazo en el que el Gobierno de Trump estudia si los programas que financia en el país se ajustan a su política de America First, que busca “proteger los intereses del pueblo estadounidense”. La Administración, a través del magnate Elon Musk (encargado del departamento de eficiencia gubernamental), ha dado indicios de que habrá importantes recortes a la ayuda que proporciona al extranjero.

La suspensión temporal de la dotación económica ya ha tenido importantes efectos en Colombia. Varias ONG dedicadas a la defensa de los derechos humanos han advertido de situaciones críticas y de los cierres de programas en varias zonas, la mayoría dedicados a la implementación del Acuerdo de Paz de 2016. La medida afecta también la operación de organizaciones internacionales con presencia en Colombia como Save the Children, Médicos del Mundo, Oxfam o el Consejo Noruego para Refugiados.

A su vez, representa un fuerte golpe para las instituciones del Estado. Migración Colombia anunció que el programa de Puntos Visibles, un mecanismo de atención para tramitar la regularización de migrantes venezolanos, está en vilo. También se han congelado los fondos destinados a la Agencia Nacional de Tierras o a la Justicia Especial para la Paz (JEP). El tribunal de justicia transicional, que recibe de USAID unos 3,5 millones de dólares al año, alega que varias investigaciones en contra de exintegrantes de las FARC y agentes de la Fuerza Pública podrían verse retrasadas.

El Gobierno del demócrata Joe Biden, que dejó la Casa Blanca el pasado 20 de enero, había pedido al Congreso de Estados Unidos un presupuesto para la USAID que incluía 413 millones de dólares destinados para Colombia. Los sectores que iban a recibir más dinero eran los de asistencia humanitaria (130,7 millones), migración (111,4 millones) y políticas de clima (40 millones). Que Estados Unidos reanude la totalidad de ese monto es ahora una incertidumbre.

El analista de relaciones internacionales Manuel González afirma que la ayuda no va a desaparecer, sino que se va a recortar. “Permanecerá la cooperación, así sea en menor cantidad, a los puntos prioritarios en la agenda de Estados Unidos”, pronostica. El gasto militar y lucha contra el narcotráfico seguirán siendo una piedra angular para Washington, pues afecta directamente a su seguridad. La migración, con un enfoque mucho más restrictivo, también. Por el contrario, proyectos de arte, educación o cultura, especialmente los dedicados a minorías, se perfilan como los grandes perdedores.

Un claro ejemplo del impacto a los programas que forman parte del componente “blando” —aquel enfocado en el desarrollo— salió a la luz el lunes. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, habló del “derroche” de 47.000 dólares que USAID otorgó a una “ópera trans” en Colombia. Se refería a la adaptación de la obra estadounidense As One, centrada en la historia de una mujer trans y su proceso de transición. La embajada de Estados Unidos en Colombia premió al proyecto y subvencionó su estreno en un conocido teatro de Bogotá. Una de las fijaciones de Trump es precisamente derogar cualquier apoyo a la promoción de la diversidad de género.

Para González, el freno operativo de la agencia norteamericana recuerda la “relación asimétrica” de la potencia mundial con Colombia y otros países de la región. “Trump ha repetido en varias ocasiones que no necesita de América Latina, sino que somos nosotros los que dependemos de Estados Unidos. Y con esto vemos en práctica el uso de la coerción económica para que sus aliados sigan sus intereses”, sostiene.

La dependencia económica de Colombia a Washington ha sido puesta en evidencia en solo dos semanas, desde que Trump se volvió a posesionar como presidente. Una pugna por los deportados entre el mandatario norteamericano y su homólogo colombiano, Gustavo Petro, casi aboca a una guerra comercial entre ambos países, con el anuncio de los dos mandatarios de una imposición de aranceles que habría afectado desproporcionadamente más al país sudamericano. El choque se solucionó en pocas horas, pero la amenaza quedó latente.

David Varela, catedrático de economía internacional en la Universidad Javeriana, lamenta que Colombia no hubiera roto durante la última década con esa dependencia. “La mayor parte de los donantes han venido reduciendo el volumen de sus operaciones en el país”, agrega. Sin embargo, para el experto, la situación no es tan catastrófica: “Un país como Colombia tiene ya un nivel de desarrollo económico que no lo hace dependiente de ninguna operación internacional. No es Haití, no es Honduras, no es Bolivia. A estas alturas ya deberíamos de haber previsto la drástica reducción de la ayuda proveniente de Estados Unidos”. El presupuesto ha caído en los últimos años. La asistencia de USAID a Colombia en 2023 fue de 453 millones de dólares, un 8,8% menos que la solicitada para 2025.

La pregunta que permanece es cómo actuará el Gobierno colombiano ante el casi seguro recorte. El presidente Petro ha anunciado que cubrirá el vacío que deja la congelación de los fondos de USAID a la JEP, y no se descartan medidas similares para otras instituciones estatales. El problema es que esto generará aún más presión al ya de por sí desfinanciado presupuesto nacional, luego de que el Congreso rechazara en diciembre la reforma tributaria propuesta por el Ejecutivo, que buscaba recoger 12 billones de pesos.

Para el internacionalista González, el breve conflicto entre Trump y Petro tampoco ayuda. Aunque la suspensión de las subvenciones es una medida que se ha aplicado a todos los países, excepto Israel y Egipto, para Washington la reducción de la cooperación puede tener sentido, incluso más allá de la relación bilateral. “Marco Rubio [secretario de Estado y ahora administrador interino de USAID] puede tomar esa situación como un ejemplo de que Colombia ya no es un aliado confiable y castigarlo. Por el contrario, premiará a países como El Salvador que han mostrado ser más receptivos a las determinaciones de Estados Unidos”.

La otra opción que tiene Colombia es conseguir más apoyo en otros países. Pero esto tampoco es tarea fácil. Los datos de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) muestran que Estados Unidos proporcionó el 70% de toda la ayuda humanitaria que llegó a Colombia del extranjero durante 2024. Le siguieron la Unión Europea (4,6%) y los gobiernos de Suecia, Canadá y Suiza, que no superan el 3% cada uno.

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Sobre la firma

Diego Stacey
Periodista de la sección Internacional. Anteriormente trabajó en 'El Tiempo', en Colombia. Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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