La vigencia de los viejos chistes de Renfe
El Parlament tendrá un pleno monográfico sobre las incidencias de Rodalies el próximo 25 de marzo


Cuando era niño circulaban chistes sobre la Renfe que aún hoy serían de actualidad. No se repiten porque el humor es perecedero y una broma cualquiera enseguida suena vieja y ha sido superada por la siguiente. Pero el leit motiv de aquellos chistes sigue vigente si lo aplicamos a Rodalies. Aunque poca gracia le haría a las personas que día tras día sufren las insuficiencias de un servicio público que desmiente toda presunción de Estado eficaz, líder y puntero. Ya no digo a las que la semana pasada tuvieron que caminar por las vías después del penúltimo fiasco. Por eso, debatir sobre el caos de Rodalies es de lo más tangible que puede hacer un Parlament en estos momentos. Y así ha ocurrido este miércoles en la sesión de control al presidente de la Generalitat.
Sin embargo, la dinámica parlamentaria no ha podido escaparse, ni siquiera esta vez, de los regates cortos de partido. El lunes, tres grupos de la izquierda —ERC, Comuns y la CUP— pidieron un pleno específico para que el Govern dé explicaciones y se puedan aprobar propuestas concretas. El pleno ya tiene fecha, será el próximo día 25.
Al parecer, no haber tenido esa iniciativa resultaba insoportable para el grupo principal de la oposición, Junts per Catalunya, incómodo porque un asunto de tamaño calibre le pasara por delante sin haber podido intervenir. Pero el partido de Carles Puigdemont ha demostrado sobradamente su capacidad para dar siempre una vuelta de tuerca más que sus rivales —habitualmente Esquerra Republicana, pero no sólo ellos—. Y con el asunto de Rodalies no iban a ser menos. Por eso, de manera repentina, trataron de modificar el pleno del Parlament para incluir una comparecencia urgente de Salvador Illa, de modo que no hubiera que esperar al día 25 y que las explicaciones y las posibles soluciones se improvisaran. Un giro de guión digno de los mejores tiempos.
Contaron con la incorporación entusiasta del resto de derechas. En cambio, los tres grupos de la izquierda no estaban dispuestos a ceder el protagonismo cuando ellos llevaban 48 horas de adelanto, hasta ahí podíamos llegar. La argumentación oficial de ERC, Comunes y CUP era la misma: un pleno extraordinario permite un análisis más profundo y reposado y votar acuerdos que se puedan exigir al Govern. El subtexto, no obstante, sonaba a “haberlo pensado antes, ni de guasa vamos a renunciar a nuestro éxito”. Eso sí, la CUP, poco habituada a la política de concertación y a acordar iniciativas con otros grupos, avanzó un paso más, y su portavoz, Dani Cornellà, incluyó en su pregunta al president la exigencia, necesariamente retórica, de la dimisión de la consellera del ramo, Sílvia Paneque.
Por lo demás, Salvador Illa dejó claro que la solución no será fácil, son muchos años de desinversión en las vías locales a cambio del absurdo de convertirse en el segundo país del mundo con más kilómetros de alta velocidad. Al menos, pidió disculpas en dos ocasiones por el desaguisado eterno.
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