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El Pacífico latinoamericano, un paraíso de tiburones que alienta a los ambientalistas

Un grupo de investigadores registró en 167 horas de grabación casi 400 tiburones en siete áreas protegidas; un alivio para una población que ha disminuido un 70% en los últimos 55 años

Tiburon blanco
Noor Mahtani

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Simon McKinley es probablemente uno de los ecólogos que más tiburones ha visto. Entre 2016 y 2019, por sus ojos pasaron 372. Durante estos tres años, un equipo de investigadores liderados por él, desplegó 110 sistemas de video submarino con cebo remoto (BRUV, por sus siglas en inglés) en el Pacífico Este Tropical. Las más de 167 horas de grabación permitieron corroborar lo que ya intuía: que estaba ante uno de los mayores hotspots de tiburones del mundo. El hallazgo, publicado este miércoles en la revista científica PLOS One, es un alivio para una comunidad científica aterrada ante el declive de la población de estos depredadores. Diversos estudios han demostrado que, desde 1970, la abundancia global de tiburones y manta rayas ha disminuido un 71%.

Cada inmersión permitió registrar, sin perturbar apenas a los animales, la presencia y el comportamiento de tiburones atraídos por el olor del cebo, colocado a 20 metros de las cámaras del dispositivo. Las grabaciones sirvieron además para comparar distribuciones y ver de cerca el rol que desempeñan en el ecosistema. El estudio es una ventana sin precedentes a una de las zonas más biodiversas del mundo y menos estudiadas. Un territorio que da pistas claras sobre las amenazas de estos carismáticos escualos, como la pesca.

Enric Sala, explorador en residencia de National Geographic, fundador de Pristine Seas y coautor del estudio, es tajante: “Nuestro estudio reafirma que las reservas marinas donde no hay pesca funcionan y la vida marina se recupera espectacularmente, con beneficios para todos, incluso para los pescadores. El enemigo del pescador es la sobrepesca, no las reservas marinas”.

El estudio, dirigido por investigadores de la Fundación Charles Darwin (CDF), en colaboración con National Geographic Pristine Seas, la Dirección del Parque Nacional Galápagos y otras instituciones de investigación regionales, subraya la necesidad de blindar los océanos de la depredación humana. “Para mí fue un honor poder llevar a cabo la investigación. Soy muy privilegiado de confirmar con un estudio científico lo que había observado buceando”, cuenta en una videollamada con América Futura. “Después de estos tres años, queda claro que las áreas marinas protegidas son cruciales para la conservación de estos animales”.

Esta es una idea a la que vuelve recurrentemente el buzo, quien alerta de las consecuencias letales de las intrusiones humanas -como con la pesca ilegal o el turismo desmedido- y del calentamiento global, que dificulta el acceso de nutrientes y alimentos para las especies. McKinley cuenta que las áreas marinas protegidas remotas, entre las que se incluyen las islas Galápagos, Malpelo, Clipperton y Revillagigedo, albergan algunas de las mayores poblaciones de tiburones registradas a nivel mundial, incluido el tiburón martillo jubarte, en peligro crítico de extinción. Sin embargo, las áreas protegidas costeras muestran signos de grave agotamiento.

Asimismo, la mayoría de los tiburones de Galápagos observados en Clipperton tenían tamaños juveniles, lo que sugiere que este espacio de protección funciona como un importante lugar de cría. Por el contrario, en zonas costeras se midieron principalmente individuos más grandes y maduros, lo que indica que estos sitios sirven como zonas de agregación o de alimentación para los adultos.

“Las islas oceánicas del Pacífico tropical oriental representan una ventana al pasado, donde los tiburones y los grandes peces depredadores son la norma y no la excepción”, afirma en un comunicado Pelayo Salinas-de-León, investigador principal de la Fundación Charles Darwin y autor principal del estudio. “Estas zonas permiten vislumbrar cómo es un océano saludable y ponen de relieve el papel clave que desempeña la conservación de los océanos a la hora de proteger estos últimos bastiones de la sobrepesca sistemática”.

De los 372 tiburones que contabilizaron en la misión, distinguieron siete especies diferentes: el tiburón de punta blanca (Carcharhinus albimarginatus), el tiburón de Galápagos (C. galapagensis), tiburón de puntas negras (C. limbatus), tiburón de tigre (Galeocerdo cuvier), tiburón sedoso (C. falciformis), tiburón de arrecife de punta blanca (Triaenodon obesus) y tiburones martillo jubarte (Sphyrna lewini), en peligro crítico de extinción. “Nos sorprendió positivamente que en Malpelo y Galápagos, eran muy abundantes”, cuenta sobre este último.

Este escualo se ha convertido en un emblema de los mares tropicales, no solo por su singular cabeza en forma de T, sino por el misterio que rodea sus grandes congregaciones en islas y montes submarinos del Pacífico. En lugares como Isla del Coco o Galápagos nadan por montones. Sin embargo, a nivel global esta especie está acorralada por la pesca dirigida -principalmente para el comercio de sus aletas- y la captura incidental. Para sus conocedores, el lewini es un termómetro de la salud marina y un recordatorio de la fragilidad de estos ecosistemas.

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