Los argentinos que combaten el tráfico ilegal del cardenal amarillo y lo reinsertan en su hábitat natural
El ave, conocida como el rey del espinal, está en peligro de extinción. Una alianza público-privada se dedica a la rehabilitación y liberación de ejemplares decomisados
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Félix de Azara publicó en 1802 un libro llamado Apuntamientos para la Historia Natural de los Pájaros del Paraguay y del Río de la Plata. En una de las páginas de esa obra, el naturalista español escribió sobre el cardenal amarillo: “Se pilla fácilmente en cualquier trampera y viven bien en jaula”.
Han pasado más de 220 años desde aquella publicación pero hay cosas que se mantienen inalterables, como la extracción de ejemplares de Gubernatrix cristata, su nombre científico, para abastecer al mercado ilegal. La fuerte presión de caza sobre el animal y el desmonte lo llevaron a ser una especie categorizada globalmente como “en peligro de extinción” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Argentina.
Con el fin de hacer relevamientos, rehabilitación de ejemplares incautados, liberación y monitoreo, el país lleva adelante la Alianza Cardenal Amarillo, un proyecto de colaboración mutua entre la Fundación Temaikèn, el Laboratorio de Ecología y Comportamiento Animal (Universidad de Buenos Aires y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y Aves Argentinas, una ONG que lleva más de cien años de trabajo en el país.
Desde el inicio de la alianza, en 2017, se han liberado 232 cardenales, un 10% de los ejemplares adultos que se registraron en los censos iniciales, según datos de la Fundación Temaikèn sobre estas aves, que habitan en los bosques de espinal en once de las 23 provincias argentinas.
“La fotografía de la situación en 2017 era la de una especie altamente amenazada, con una gran cantidad de decomisos y alta aparición de cardenales en los operativos”, dice Alicia de la Colina, doctora en Ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires y coordinadora del Proyecto Cardenal Amarillo de Fundación Temaikèn. “Impacta mucho en el tráfico porque es un ave buscada por la belleza de su canto y por el plumaje. Se requiere como ave de jaula en América Latina, pero también en el mundo. Las líneas de tráfico provienen de Estados Unidos, Asia y Europa, donde llegan a cotizar a 650 euros. Siempre se suben a la copa de los árboles y te dan la bienvenida al monte. Son muy territoriales y por eso resulta fácil capturarlos; las técnicas de trampeo consisten en poner un llamador -tipo playback- con canto de cardenales”.
Una vez que la Dirección de Flora y Fauna realiza los decomisos -en muchos casos surgen por denuncias de particulares-, los cardenales ingresan al Centro de Recuperación de Especies de la Fundación. Pasan por una cuarentena, chequeos médicos y estudios genéticos para saber de dónde provienen. “No canta de la misma manera un cardenal amarillo del Litoral que uno de Río Negro o de La Pampa. Conocer y estudiar esas diferencias nos permite aumentar su probabilidad de supervivencia. También trabajamos cuestiones comportamentales del animal y su capacidad de vuelo. Es muy importante que no pierdan la musculatura”, agrega De la Colina sobre el ave, que en otros países de la región se conoce como gobernador crestado, cardenal dorado, crestudo amarillo y güirá-tirí (en guaraní), entre otros.
Los estudios genéticos mencionados son fundamentales para la supervivencia de los cardenales porque permiten una selección precisa de los sitios de liberación. Melina Atencio, bióloga de la Universidad de Buenos Aires y especialista en comportamiento animal, fue una de las investigadores que produjo ese material científico que hoy utiliza el centro de rescate. “La determinación molecular en la investigación es básicamente un estudio genético que permite conocer la proveniencia geográfica de los cardenales amarillos que son rescatados del trafico ilegal. Así formamos lo que llamamos unidades de manejo, que se diferencian a nivel genético pero también comportamental y morfológico”, explica.
En Argentina hay tres unidades de manejo. Los dialectos del canto de un cardenal amarillo de una unidad son diferentes a los de otra; eso puede tener influencia en su comportamiento reproductivo, social y de defensa del territorio. Además, la especialista afirma que la liberación de cada ejemplar dentro de su región es fundamental para preservar su variabilidad genética. “También nos permite detectar las poblaciones más afectadas por la captura ilegal. Al conocer el origen, sabemos dónde ocurre la mayor proporción de captura”, cuenta sobre el comercio ilegal.
El trabajo también es arduo cuando llegan al Centro de Recuperación de Especies de Fundación Temaikèn. Aunque suelen estar en buen estado comparado con otras especies -los traficantes saben de su valor y priorizan un animal sano-, son aves adultas que vivieron en la naturaleza pero llevan un tiempo en jaulas, lo que “apaga” su respuesta frente a los predadores sencillamente porque no los tienen. “Cuando se acerca la fecha de liberación, reactivamos ese comportamiento con ejercicios de reconocimiento de predadores. Así luego, en los monitoreos en naturaleza, no tenemos ninguna baja por predación”, cuenta sobre el seguimiento que se hace con radiotransmisores alimentados con paneles solares y baterías recargables.
En este trabajo colaborativo de la Alianza Cardenal Amarillo, también fue relevante el rol que jugó Aves Argentinas y los amantes de la naturaleza que forman sus COA (Clubes de Observadores de Aves), una red nacional fundamental para estimar la población actual de cardenales, a partir de sus censos que comenzaron en 2015. Ellos, junto a guardaparques nacionales, guardafaunas y personal de las direcciones de fauna provinciales, colaboran de manera desinteresada y con gran compromiso para brindar información y tomar acciones concretas.
“Se hacen en distintas provincias del país, en las que sabemos de la existencia actual o pasada del cardenal amarillo. La información de los censos sirve para apoyar la toma de decisiones y para ir diagramando los lugares donde podemos liberar los que vienen del tráfico ilegal. La distribución de la especie está en Uruguay, Brasil, Paraguay y Argentina. Pero este país tiene las mayores poblaciones”, dice Rocío Lapido, coordinadora del Proyecto Cardenal Amarillo de la ONG Aves Argentinas.
Otro gran enemigo es el desmonte. Lapido cree que “uno de los desafíos es generar espacios, reservas provinciales y parques, que sirvan como resguardo a las poblaciones de cardenales. Hoy no existe un área protegida que brinde resguardo a poblaciones saludables de estas aves”, advierte. También explica que en Argentina hay pocas penas significativas -más allá de una sanción económica- respecto al tráfico ilegal de fauna.
La Alianza Cardenal Amarillo realiza liberaciones dos veces al año. Todas las aves llevan sus anillos de identificación. Todas fueron rescatadas de las redes de tráfico ilegal y pasaron cuatro o cinco meses en el centro de recuperación. Estar en el campo cuando las jaulas se abren es el momento favorito de Alicia de la Colina: “En octubre de 2020 liberamos a un macho. Hace poco lo encontré con su pareja y cuatro crías. Es un animal que salvamos del tráfico y devolvimos a la naturaleza. Ahí estás haciendo restauración: la población crece y se fortalece. El resultado es bueno. Y sentís que tu trabajo vale la pena”.
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