La necesidad de financiamiento para los países del sur ante la crisis climática
Los recursos permitirán la acción climática a través de medidas significativas de mitigación y transparencia en la implementación, lo que no es poco en medio de una emergencia que genera impactos cada vez más devastadores
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Los eventos climáticos cada vez más frecuentes, duraderos y severos, como olas de calor y frío, sequías e inundaciones, entre otros, producen pérdidas y daños incuantificables en las diferentes regiones del mundo. Esto se evidencia en hechos como las inundaciones en el sur de Brasil que, además pérdidas y daños en la infraestructura y calidad de vida de la población, generaron la crecida del Río Uruguay en Argentina y, por consiguiente, la evacuación de más de 500 personas en la provincia de Corrientes.
Del 3 al 13 de junio se llevó a cabo en la ciudad alemana de Bonn la sexagésima conferencia de cambio climático, una reunión intermedia y técnica, de cara a la Cumbre de Cambio Climático de Naciones Unidas COP29, que se celebrará en Bakú, Azerbaiyán. En ella, no se toman decisiones, sino que se preparan los potenciales textos que serán discutidos en la COP.
Uno de los temas de mayor importancia y donde se centran las mayores expectativas es el financiamiento, debido a su transversalidad a los otros puntos de la negociación, como adaptación, pérdidas y daños, mitigación y transición justa.
En cumbres pasadas, los países del norte se habían comprometido a movilizar 100.000 millones de dólares anuales a los del sur global hasta 2025. Y, este año, durante la COP29, se negociará una nueva meta colectiva cuantificable de financiamiento para que dé continuación a esa promesa, convirtiéndose así en uno de los temas que causa más interés y preocupación. Los recursos, por ejemplo, permitirán la acción climática a través de medidas significativas de mitigación y transparencia en la implementación, lo que no es poco en medio de una crisis climática que genera impactos cada vez más devastadores, especialmente en las poblaciones más vulnerables.
De acuerdo con el último reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD, por sus siglas en inglés), en 2022 se logró el cumplimiento de la meta, movilizando casi 116.000 millones de dólares. Sin embargo, respecto del financiamiento climático público (91.6000 millones de dólares), solo el 28% fue en forma de subvenciones, es decir que los préstamos continúan siendo el canal más representativo, en un 70%. Esto genera una mayor deuda en los países del sur global, debilitando aún más sus economías e incrementando su vulnerabilidad frente a los eventos climáticos derivados del cambio climático.
Si bien esto denota cierta urgencia en la definición de las metas de financiamiento y sus elementos, a ello se suma la brecha de financiamiento que existe entre adaptación y mitigación. De acuerdo con el reporte de la OECD, en 2022 solo el 28% del financiamiento fue destinado a la adaptación.
En la reunión de Bonn, donde desde la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) participamos como organización observadora de las negociaciones en representación de Argentina, ha quedado en evidencia cómo, durante las dos semanas, los países del sur global pidieron que el texto de negociación y, especialmente el monto, refleje sus necesidades y circunstancias.
Tal es así que el documento de decisiones más importante que se tomó en la pasada COP28 y que se conoce como Balance Mundial menciona que dichas necesidades se estiman actualmente en entre 5,8 y 5,9 billones de dólares de aquí a 2030, monto necesario para la implementación adecuada y efectiva de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional. Respecto a la adaptación, las necesidades de financiación de los países del sur global se estiman entre 215.000 y 387.000 millones de dólares anuales hasta 2030. Además, es necesario invertir unos 4,3 billones de dólares anuales en energías limpias en ese periodo, aumentando luego a 5 billones de dólares anuales hasta 2050, para poder alcanzar ese año con la carbononeutralidad.
Más allá de lo establecido por el balance mundial a finales de 2023, los países no han hecho presentaciones tan ambiciosas. Por ejemplo, el grupo negociador árabe propuso una meta anual de 1,1 billones de dólares. El G77+China ha propuesto la misma cantidad que el grupo anterior, pero con la diferencia de que, de acuerdo con una posición no publicada, menciona que los países ricos podrían gastar el 0,8% de su PIB por año para alcanzar los 441 millones de dólares y movilizar el financiamiento privado correspondiente para llegar a los 1,1 trillones de dólares.
Sin embargo, más allá del monto, hay otros aspectos importantes a tener en cuenta para la definición de las metas de financiamiento. En este sentido, elementos como el marco temporal, la existencia de submetas, el acceso, la base de contribuyentes y temas de transparencia son cuestiones que no deben ser olvidadas, pero que poco han sido abordadas en las dos semanas de negociaciones. Si bien urge llegar a un acuerdo en materia de la nueva meta de financiamiento y sus elementos centrales, resulta fundamental ir un paso atrás y contar con una definición de lo que es y no es financiamiento climático.
Se espera que todos los interrogantes que aún quedan por resolverse lleguen a buen puerto en la COP29 en pos de tener una definición de la nueva meta de financiamiento, una meta ambiciosa y realista que refleje las necesidades y circunstancias de los países del Sur Global.
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