Donal Brown: “Los consumidores esperan que los alimentos sean muy baratos y eso nunca fue sostenible”
El vicepresidente adjunto de programas del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) resalta el rol poderoso que tienen los consumidores en cambiar la situación que viven las zonas rurales
EL PAÍS ofrece en abierto la sección América Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.
¿Por qué hemos dejado de valorar los alimentos?; ¿por qué estamos tan poco dispuestos a pagar más por los que, a todas luces, serán más saludables para nuestro cuerpo?; ¿cómo nuestra relación con la comida y los precios que pagamos por ella afectan directamente la condiciones vitales de millones de personas que habitan las zonas rurales? Según informes del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), en los países en desarrollo, “el 80 % de las mujeres, los niños y los hombres que viven en situación de extrema pobreza habitan en zonas rurales”. ¿Qué nos ha llevado como sociedad a mantener en la marginalidad a esta población, de la que depende la producción del 30% del alimento global?
En entrevista con América Futura, Donal Brown, vicepresidente adjunto del departamento de Administración de Programas del FIDA lanza una advertencia contundente: necesitamos pensar en otros sistemas alimentarios, sistemas que no solo sean sostenibles en el tiempo y respetuosos con el planeta, sino que, sobre todo, nos permitan volver a valorar todo los procesos y trabajos que hay detrás de que lleguen alimentos frescos y saludables a la mesa.
Pregunta. ¿Qué tenemos que cambiar como sociedad para resolver la paradoja que mantiene en la pobreza a las millones de personas que cultivan nuestros alimentos frescos?; ¿por qué no hemos sido capaces de darles la dignidad que merecen?
Respuesta. Estamos en una situación global en la que los consumidores esperan que los alimentos sean muy baratos y eso no es sostenible. No es sostenible para el planeta seguir produciendo alimentos como lo hacemos. La degradación ambiental del sistema de producción de alimentos que tenemos actualmente destruye el suelo, su fertilidad. En el corto plazo puedes poner más fertilizantes y productos inorgánicos pero eso nunca fue sostenible y no lo va a ser en los próximos 15 años. Por eso es que tenemos que empezar a hablar de sistemas de alimentación más que de alimentos, tenemos que encontrar un nuevo sistema.
Además, asistimos a un profundo desconocimiento y una desvalorización de lo que significa producir esos alimentos. Tenemos que devolvernos a los tiempos en los que valorábamos los alimentos y estábamos dispuestos a pagar por ellos y es ahí en donde conectamos con los productores. Si pagamos un precio justo por lo que ellos cultivan, entonces ellos no vivirán en la pobreza.
P. Usted insiste mucho en hacer las zonas rurales atractivas. ¿Por qué considera que esto puede representar un cambio para las áreas rurales de nuestros países?
R. A menos que hagamos las zonas rurales más atractivas, no vamos a mantener a la gente en el campo. Si ellos no tienen buen internet y no tienen información sobre cuánto es un buen precio para vender sus productos en la ciudad, les toca depender de un intermediario que es el que se queda con todas las ganancias que deberían ir a los cultivadores. Así que las zonas rurales necesitan infraestructura, infraestructura social y económica.
Además, otro elemento importante a considerar es que el sistema de alimentos empieza con la producción, pero luego está todo lo que se tiene que hacer para que ese alimento llegue al plato de los consumidores y la mayoría de las ganancias en el sistema de alimentación viene del procesamiento y del marketing. Entonces, si los campesinos son expulsados de estos momentos de la cadena, ellos nunca van a tener un buen pago. Si puedes organizar a unos cultivadores en una cooperativa, ellos pueden tener su propia planta de procesamiento y obtener los beneficios. La juventud quizás no quiera arar la tierra, pero sí quiera trabajar en una planta de procesamiento, y así no solo está en la producción, sino como parte de todo el proceso. Por eso es que en FIDA hacemos mucho trabajo en la cadena de valor y en adicionar valor a los alimentos.
P. Después de décadas de experiencia trabajando con las zonas rurales de varios lugares del mundo, ¿cuáles diría que son los proyectos que de verdad tienen impacto y de verdad vale la pena financiar?
R. Primero, antes que enfocarte en los proyectos, tienes que enfocarte en las políticas del Gobierno, porque si las políticas no son correctas, tienen grandes problemas con los proyectos. El proyecto será exitoso si influye en las políticas del Gobierno. Segundo, cuando diseñas un proyecto, necesitas saber cuáles son las estrategias de salida, porque para que cualquier cosa pueda ser sostenible en el tiempo, tienes que entender qué estás haciendo, y qué necesitas hacer para que, cuando el proyecto se haya ido, continúen sus efectos en el territorio.
Otro frente que es muy importante en las áreas rurales es asegurarse de que estás construyendo la mejor y más adecuada infraestructura. A pesar de que el proyecto esté enfocado en agricultura, es posible que te des cuenta de que el verdadero problema es que los agricultores no tienen acceso a financiamiento, puede que te estés centrando en los temas técnicos, cuando estos pueden ser sencillos de solucionar, pero si un campesino no puede adquirir un crédito para invertir o no tiene una carretera para sacar sus alimentos, no importa lo que hagas en otros frentes. Un factor adicional y de gran importancia es involucrar a los beneficiarios en el proyecto porque, si no se sienten dueños de ese proyecto, no lo valoran. En cambio, si es su proyecto, van a continuar incluso cuando el proyecto se acabe. Necesitas tener ese nivel de apropiación y eso se consigue entendiendo cuáles son sus prioridades, si les sirve más construir una carretera o un mercado local.
Finalmente, necesitas proyectos que sean inclusivos. La gente tiene una idea de que la agricultura es de hombres, pero eso es muy equivocado. Muchas mujeres son productoras y son invisibles en Latinoamérica, Asia y en África, así que necesitamos que las mujeres no solo hagan parte de los proyectos, sino de las decisiones de esos proyectos.
P. Ha mencionado lo determinante que es trabajar con las políticas de los Gobiernos. Desde su perspectiva, cuál es el estado de esas políticas hoy en día, ¿cuán dispuestos están los Gobiernos a abordar estos temas?
R. Por muchos años intentamos que los Gobiernos se tomaran en serio la sustentabilidad del sistema alimenticio y había sido una pelea perdida. Sin embargo, con el Covid y la crisis de la cadena global de suministros, los Gobiernos se pusieron serios sobre la comida, porque no era un tema que afectaba solo a África, éramos todos, México, Reinos Unido, todos teníamos problemas para conseguir alimentos. Así que estamos en un momento muy interesante y asistimos a un buen periodo de Gobiernos enfocados en esto.
El gran elefante en el cuarto es el cambio climático, pero, de nuevo, hay un reconocimiento cada vez mayor de que no puedes tener una cadena de alimentos sin que reconozcas lo que está ocurriendo con el clima. Los pequeños productores de áreas rurales producen el 30% de los alimentos globales, ellos son los más vulnerables, porque básicamente dependen del agua para su producción. Las grandes cadenas se adaptarán, pero si no puedes contar con la producción de ese 30% porque no se pueden adaptar, entonces estaremos en serios aprietos.
P. ¿Cómo hacemos para que los consumidores sean más conscientes del rol que juegan en reconocer y pagar el precio justo por los alimentos que consumen?
R. Tenemos que trabajar en campañas educativas que muestren lo que le hace la mala comida a la salud. Esos alimentos pueden ser baratos, pero no son saludables. Si un tomate luce muy bien es porque está lleno de insecticidas, los tomates que no lucen tan lindos, quizás son los mejores y quizás son los de mejor precio porque nadie los quiere, eso lo tiene que saber la gente. Desde la crisis del covid, empezamos a tener un gran movimiento que empezó a vincularse más con los mercados locales y a invertir más en alimentos de calidad. Tenemos que fortalecer eso. Si la gente no tiene idea de dónde viene su comida, no puedes pedirle que paguen por ciertos procesos que desconocen. El turismo además ha sido un gran aliado, porque mientras más se ve la realidad de estas áreas y producciones locales, el consumidor está más dispuesto a darles apoyo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.