Una guía para seguir la pista de lo que sucede en la COP16 de Cali
En la cumbre mundial de biodiversidad, los países deben presentar los planes nacionales con los que pretenden hacer frente a la pérdida de especies
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La Conferencia sobre Diversidad Biológica de la ONU, conocida como COP16, acaba de aterrizar en Cali, Colombia, reuniendo a delegados de todos los países del mundo. Seguramente durante las próximas semanas se repetirán frases, ideas y conceptos que suelen estar encerrados en el mundo de los negociadores de biodiversidad, pero que es necesario entender para seguir la pista a lo que sucede en este evento: uno en el que las acciones nacionales, los recursos genéticos, el conocimiento ancestral y el dinero serán temas clave para lograr detener la dramática pérdida de especies y ecosistemas que vive el planeta.
América Futura presenta una breve guía para que no se pierda en estas discusiones:
Convenio de Diversidad Biológica (CBD)
Es la razón principal razón por la que los países se reúnen hoy en Cali. En 1992 nació el Convenio de Diversidad Biológica con tres objetivos: conservar la biodiversidad, usarla sosteniblemente y repartir sus beneficios de manera justa y equitativa. Cada dos años, los países que lo ratificaron – entre los que solo siguen por fuera Estados Unidos y el Vaticano – se reúnen para negociar cómo cumplir esos objetivos. De esas reuniones, llamadas Conferencia de las Partes, es de donde sale la famosa sigla de COP.
El Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal
Para enfrentar la pérdida de biodiversidad hace falta tener metas y eso es lo que ha buscado hacer la convención. En 2010, los países crearon 20 metas, conocidas las Aichi, que se debían cumplir para 2020. Pero el resultado estuvo lejos de ser un éxito: la misma convención reconoció que ninguna meta se logró y solo seis avanzaron parcialmente. Tras ese escenario desolador, en 2022, en la COP15 - la primera que se dio tras la pandemia y con dos años de retraso precisamente por esta crisis - se estableció un nuevo plan histórico: el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal. Este marco tiene cuatro objetivos para 2050 y 23 metas para 2030 que incluyen retos como proteger el 30% de los ecosistemas del planeta y recolectar 200.000 millones de dólares al año para la biodiversidad.
Planes nacionales de biodiversidad o NBSAPs
Sus siglas NBSAPs vienen del inglés: National Biodiversity Strategies and Action Plans, y se refieren a los planes nacionales que debe presentar cada país ante Naciones Unidas describiendo cómo piensan cumplir con las metas del Marco de Biodiversidad. Se supone que, tras la COP15, Cali era el lugar para que los Estados presentaran por primera vez estos planes. Pero a la fecha, más de la mitad de los países del convenio no lo han hecho.
Protocolo de Nagoya
Con la idea de cumplir el objetivo tres del convenio, el de repartir equitativamente los beneficios de la biodiversidad, en 2010 se firmó el Protocolo de Nagoya, una suerte de “hijo” de la CDB. Este protocolo determina que cuando una farmacéutica, compañía o país recoja alguna especie en una nación biodiversa para explorar su material genético y desarrolle un producto con esa información, no sea la única que obtenga beneficios. Nagoya establece que la utilidad, sea monetario o no, se debe compartir tanto con el país del que es nativa la especie, como con la comunidad local o ancestral que la protege.
DSI o información digital de recursos genéticos
El Protocolo de Nagoya, sin embargo, dejó un vacío en la era digital. Actualmente, existen bases de datos abiertas con la “información secuencial digital” sobre recursos genéticos de muchas de las especies de todos los países. Esa “información secuencial digital” – o DSI por sus siglas inglés – permite que, de nuevo, una farmacéutica o compañía pueda usar es información para desarrollar algún producto sin ni siquiera viajar al país del que es nativa para explorarla. Durante esta COP16, seguramente, se escuchara mucho sobre DSI, ya que uno de los puntos clave de la conferencia será determinar cómo podría funcionar un fondo para repartir los beneficios de los productos que salgan del uso de estas secuencias genéticas.
Protocolo de Cartagena
El Protocolo de Cartagena es un segundo “hijo” de la convención. Pero, no solo es más joven – nació en el año 2000-, sino que busca garantizar la seguridad de los organismos vivos. En otras palabras, que las especies que han sido modificadas genéticamente o por procesos de biotecnología, no representen ningún riesgo ni para la salud humana ni para el medio ambiente.
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