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Claudia Vásquez: “El mensaje pesimista sobre el medio ambiente no funciona”

La directora en Colombia de The Nature Conservancy pide cambiar la mirada sobre la crisis ambiental y apostar por la naturaleza como un motor de desarrollo

Claudia Vásquez, directora en Colombia de The Nature Conservancy, en el Festival de las Ideas, este sábado en Villa de Leyva (Boyacá).
Claudia Vásquez, directora en Colombia de The Nature Conservancy, en el Festival de las Ideas, este sábado en Villa de Leyva (Boyacá).PRISA
Diego Stacey

A dos semanas de que inicie la COP16 en la ciudad de Cali, la cumbre de biodiversidad de las Naciones Unidas, la agenda y las discusiones adquieren un tono cada vez más verde. Durante varios paneles del Festival de las Ideas, un foro de PRISA Media (sociedad editora de EL PAÍS) se conversó, entre otros temas, sobre el momento de incertidumbre para la industria petrolera y de la importancia de que se agilice la transición energética en el país. Claudia Vásquez (Bogotá, 54 años), directora para Colombia de The Nature Conservancy (TNC), una ONG ambiental de talla global, destaca en entrevista con este diario la importancia de cambiar la mirada sobre la crisis medioambiental y la oportunidad que representa la cumbre para el país que, según asegura, no ha sabido aprovechar su naturaleza.

Pregunta. Hay una sombra de pesimismo y de incertidumbre entre la mayoría de políticos, empresarios y académicos que participaron en el festival. ¿Siente lo mismo con respecto al medio ambiente?

Respuesta. Desafortunadamente siempre ha habido pesimismo, pero ese mensaje sobre el medio ambiente no funciona. Si hubiera funcionado no estaríamos en esta situación tan adversa. Desde TNC queremos mostrar que debe haber esperanza cuando hablamos de la naturaleza. Si no tenemos esperanza por la naturaleza, no la tendremos tampoco para la humanidad. Hay que tener un mensaje más positivo sobre el futuro, a ver si así logramos mover la rueda mejor.

P. Una de las voces más pesimistas en este aspecto es la del presidente Gustavo Petro, que en su discurso ante la ONU vaticinó que “había comenzado el fin”. ¿Qué opina de esa visión fatalista?

R. Es cierto que estamos en una década crucial para llegar al famoso punto de inflexión, no solamente climático, sino también de pérdida de biodiversidad. Estamos viviendo dos crisis graves, que están íntimamente relacionadas. Siempre se dice que Colombia casi no emite gases de efecto invernadero como si no fuera nuestro problema, pero sí lo es y no estamos preparados para las consecuencias del cambio climático.

P. ¿Qué opina de la gestión de la ministra de Ambiente, Susana Muhamad?

R. Tenemos una relación muy cercana y constructiva con ella. Es una persona muy capaz y considero que lo está haciendo bien. El problema es que la tarea no es fácil. Ella tiene ahora una oportunidad muy grande con la COP16, que más allá de ser Colombia la sede, ha logrado poner el foco sobre la biodiversidad. Esto es muy importante porque, más allá de las colecciones de especies que tenemos, no hemos comprendido como país el cómo usar nuestra naturaleza como motor de desarrollo económico y social. Sin embargo, considero que el Plan Nacional de Biodiversidad no es lo suficientemente ambicioso en los planes de financiamiento para la conservación, ni tampoco cuál es el rol que cumple el sector privado.

P. ¿Qué compromisos espera que salgan de la COP16?

R. Para nuestra organización hay varias decisiones fundamentales que deben salir de la cumbre. Una de ellas es el compromiso por cerrar la brecha de financiamiento entre las inversiones para frenar la pérdida de biodiversidad y las que son para combatir el cambio climático, algo de lo que ya se ha dado cuenta el mundo: no puede ser solo a punta de deuda pública, ni tampoco podemos recargarnos solo del sector privado, entonces hay que diversificar. Colombia, además, no puede depender solo de la cooperación internacional.

P. Cuando se habla de cooperación se suele aludir a las responsabilidades que tienen los países desarrollados con el Sur Global. ¿Será un tema en la cumbre?

R. La biodiversidad trasciende el discurso de división de los países del norte y del sur. Para mí ya no tiene ningún sentido esa discusión porque los unos dependemos de los otros, entonces ahí está la importancia de las negociaciones. Hay países del sur como Brasil que tienen posiciones más duras y consideran que los demás deben hacer los mayores esfuerzos. Colombia siempre ha tenido una posición un poco más neutra, pues pide a los que tienen más capacidad que aporten más, pero también busca mecanismos internos para buscar soluciones.

P. El Gobierno apuesta por una importante presencia de la sociedad civil.

R. El rol de los pueblos indígenas y de las comunidades locales en la conservación de la biodiversidad para Colombia es absolutamente fundamental. La frase cliché de que son los guardianes de nuestros bosques es cierta y considero que la mejor manera de conservar grandísimas extensiones de naturaleza es permitiendo que los pueblos indígenas vivan en estos lugares y que no intervengamos en esa gobernanza.

P. En un momento en el que se alerta una escasez energética, el anuncio del hallazgo del mayor yacimiento de gas en 30 años se percibe como una buena noticia. ¿Cómo encontrar el equilibrio entre esto y la apuesta por la energía limpia?

R. Hay una serie de instrumentos de planeación temprana de proyectos de infraestructura energética que pueden ayudar a que esa explotación de ese recurso se haga con las menores consecuencias posibles para la biodiversidad. En nuestro lenguaje técnico eso se llama jerarquía de la mitigación, que es un concepto relativamente sencillo y se trata solo de hacer un plan antes de una construcción o una extracción que intente evitar al máximo los daños a la biodiversidad. Es inevitable que haya, pero se pueden limitar.

P. ¿Cuál es la importancia de la colaboración público privada para la conservación de la biodiversidad?

R. Es fundamental. Por ejemplo, los bosques amazónicos ya se ganaron, después de muchos años, el puesto número uno de la conciencia tanto pública como privada. Para todos está mal y es un delito deforestar la Amazonía, y así se deben llegar a más acuerdos para proteger otros ecosistemas como los páramos o las sabanas, que no se han valorado lo suficiente. Lo importante es que haya una comunicación horizontal y que tanto el Estado como las empresas comprendan el valor de los ecosistemas que van a utilizar.

P. En Estados Unidos y en Europa, la derecha política ha satanizado las políticas verdes. ¿Ve una tendencia similar en Colombia?

R. No. Creo que los sectores más conservadores en Colombia están entendiendo que los temas ambientales pueden afectar a la propia economía del país y que no es una cuestión de romantizar los pajaritos ni los árboles. Afortunadamente, Colombia no está entrando en esa polarización y puede ser un ejemplo en todo el mundo. Lo que sí hay que tener claro es que no se puede hablar de temas verdes solo para quedar bien y sin una visión integral. No tiene ningún sentido.

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Sobre la firma

Diego Stacey
Periodista de la sección Internacional. Anteriormente trabajó en 'El Tiempo', en Colombia. Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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