Muere Francisco Lopera, el médico colombiano que lideró la investigación contra el alzhéimer en América Latina
El científico dedicó más de la mitad de su vida a investigar las causas y las posibles curas del alzhéimer. Fue reconocido a nivel internacional por sus investigaciones sobre la “mutación paisa”
Francisco Lopera, un médico colombiano que dedicó más de la mitad de su vida a entender el alzhéimer, y a buscar su cura, ha fallecido este martes. El dedicado investigador estudió esta enfermedad degenetativa con un nivel de detalle con el que pocos científicos lo han hecho, y por esto sus investigaciones fueron reconocidas internacionalmente: en 2020 se convirtió en el único latinoamericano en ganar el prestigioso premio Bengt Winblad Lifetime Achievement, y este año recibió el Premio Potamkin, conocido como el Nobel para la investigación sobre el alzheimer. Lopera fue durante décadas director del Grupo de Neurociencias de la Universidad de Antioquia, que hoy dio la noticia de que el gran investigador ha muerto. “Despedimos hoy a un ser humano invaluable, profesional riguroso, profesor inspirador e investigador curioso y creativo que trazó un camino en la lucha contra el alzhéimer”, escribió la institución al dar la noticia. Nacido en 1951 en Santa Rosa de Osos, municipio de Antioquia, Lopera falleció a sus 73 años, a causa de un cáncer.
En una entrevista publicada por la Universidad de Antioquia, Lopera contó que al principio de su carrera, cuando decidió dedicarse al alzhéimer, sus colegas le decían que se estaba metiendo en una causa perdida. “Que uno se está metiendo en un área perdida, donde uno no tiene posibilidad de éxito, porque son enfermedades huérfanas, sin solución, sin cura, por las que uno puede hacer muy poco. Sin embargo yo lo que he aprendido es que uno puede hacer mucho”, dijo. “Antes por el contrario: es donde más lo necesitan a uno, donde más uno puede hacer, es donde la comunidad más agradece”, añadió.
Antioquia siempre fue la casa de Lopera. En ese departamento surcado por la cordillera andina hay un pueblo llamado Yarumal donde 25 familias sufren de alzhéimer genético o hereditario: más de 6.000 miembros con la llamada “mutación paisa” han participado en las investigaciones que Lopera dirigió desde la Universidad de Antioquia. “Colombia tiene la población más grande de alzhéimer genético del mundo y Yarumal la más grande de Colombia”, dijo el científico a El PAÍS en entrevista hace dos años. El alzhéimer genético es solo el 1% del total de casos de la enfermedad, pero las investigaciones de Lopera estaban dirigidas a curar este y el otro tipo, la variante llamada esporádica. “Creemos que lo que se descubra en el genético es aplicable a la población que va a sufrir el esporádico porque los síntomas son los mismos, lo que varía es el origen. En el genético sabemos que se desarrolla por una mutación de un gen, en el esporádico aún no está clara la causa”, añadió.
En sus últimos años se enfocó mucho en el caso de Aliria Rosa Piedrahíta, la única mujer en el mundo que tenía la mutación genética del alzhéimer, pero no había desarrollado síntomas, a diferencia de varios miembros de su familia en las montañas de Antioquia. “Su caso fue un experimento natural. Nos dimos cuenta de que su cerebro estaba protegido por una mutación que evitaba que la enfermedad se desarrollara”, contó Lopera sobre la extraña doble mutación. “Encontramos que era portadora del gen de Presenilina 1, la mutación e280a, que la enfermaba, y de la mutación APOE 3 Christchurch, que la protegía”, añadió. El médico dedicó buena parte de sus últimos años a buscar vías que imitaran el mecanismo del gen protector en el cerebro.
En una entrevista a la revista Cambio, cuando le preguntaron cómo le gustaría ser recordado, Lopera dijo que quería ser visto como “alguien que hizo su tarea”. Uno que le dedicó más de 40 años a la ciencia, que se sorprendió con todo lo que encontró en las montañas de Antioquia, que trabajó intensamente para resolver una enfermedad que afecta a más de 40 millones de personas. Incluso apreciaba los años en los que hizo ensayos clínicos que fallaron, explicó, porque demostraron “por donde no era la cosa”. Un médico que de pronto no encontró la receta mágica contra la enfermedad, pero quería ser recordado como alguien que “logró visualizar donde está la cura y la prevención del alzhéimer. Que ya nos demoremos para lograrlo, ya eso es otra cosa, esa ya es una tarea de muchos investigadores”. Con su partida, generaciones de estudiantes de la Universidad de Antioquia, que Lopera dirigió durante décadas, continuarán con la difícil tarea. Como escribió la institución en su comunicado de despedida: “Mantendremos en alto su nombre y continuaremos su legado inspirador”.
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