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Tribuna
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Uribe en el banquillo de los acusados

Por primera vez en más de medio siglo, un expresidente irá a juicio. Y no cualquier mandatario: el incombustible Álvaro Uribe es ahora imputado por soborno y fraude procesal

Alvaro Uribe
Álvaro Uribe durante una rueda de prensa en su casa en Rionegro, Antioquia, en 2018.Luis Benavides (AP)
Catalina Oquendo

¡Buenos días!

‌Se suele abusar de la palabra “histórica”. La vemos en cada hecho que se quiere resaltar como si la realidad necesitara aún más drama. La verdad es que las “noticias históricas” son contadas. Esta semana sí ocurrió una significativa: por primera vez en más de medio siglo, un expresidente colombiano se sentará en el banquillo de los acusados.

‌Además, no es cualquier exmandatario: el incombustible Álvaro Uribe, el que logró que el Congreso cambiara un artículo en la Constitución para reelegirse y que es la sombra política de las últimas décadas en Colombia, afrontará un juicio que podría durar meses e incluso años.

‌Se trata de un caso por soborno, fraude procesal y soborno a testigos en actuación penal que ha dado tantas vueltas y ha durado tanto tiempo que aún no es claro en qué terminará. Detrás de esa investigación está una de las acusaciones más graves que le persiguen desde hace años: sus presuntos vínculos con grupos paramilitares, como se contaba en este extenso perfil.

‌Por eso, como dice el colega Juan Pablo Vásquez, la jueza Sandra Liliana Heredia, que tomó la decisión, pasará a la historia. A ella se le recordará también por un “gracias, señor imputado”, la frase con la que respondió al expresidente durante la audiencia y no el usual “gracias, presidente”, como lo suelen llamar muchos en distintos ámbitos políticos, aunque Uribe terminara su mandato en 2010. Para un sector de los colombianos, él es su presidente eterno.

‌No así para muchas víctimas de los llamados falsos positivos. Bajo el principio de jurisdicción universal, Uribe ha sido denunciado por víctimas y organizaciones que piden que se investigue su responsabilidad penal en al menos 6.402 asesinatos de civiles cometidos por militares durante su Gobierno.

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‌Como escribe Juan Diego Quesada, su presidencia “fue un parteaguas en la concepción de Colombia como país”. Es probable entonces que muchos colombianos conozcan del caso, pero vale recordarlo rápidamente para entender cómo se llegó hasta acá:

‌En 2012, el representante Iván Cepeda hizo un debate de control político sobre el paramilitarismo en Antioquia y su relación con Uribe. El expresidente denunció a Cepeda ante la Corte Suprema por presentar testimonios falsos. Más tarde, en 2014, Cepeda hizo otro debate sobre las relaciones del expresidente con el narcotráfico y el paramilitarismo. En ese momento, la imagen fue la de Uribe abandonando el recinto y atravesando la plaza de Bolívar para ampliar la demanda contra Cepeda en la Corte Suprema.

‌Sin embargo, en 2018, la Corte Suprema archivó la denuncia de Uribe contra el senador Cepeda, y decidió en su lugar investigar al expresidente por presunta manipulación de testigos. Para ese momento, Uribe se había convertido en el senador más votado en la historia de Colombia, con 800.000 votos, y su partido, el Centro Democrático, en la mayor bancada del Congreso del momento.

‌Con su ahijado político, Iván Duque, elegido presidente, nadie esperaba que, en agosto de 2020, la Sala de Instrucción de la Corte Suprema ordenara la detención domiciliaria del senador y expresidente. Tampoco se esperaba que Uribe renunciara a su escaño como senador (lo cual el permitía mantener el fuero). Y aunque luego obtuvo la libertad, permaneció vinculado al caso hasta el pasado 24 de mayo, cuando oficialmente pasó a categoría de imputado.

‌Uribe, sin embargo, ya recusó al fiscal Gilberto Villareal y ha pedido que sea apartado del proceso y se nombre otro funcionario en su reemplazo. Como aquella vez en 1994, cuando le dio un puñetazo a un viejo amigo que en ese momento era un rival político, falta ver cuál será el siguiente golpe, jurídicamente hablando.

‌Y, más allá del caso, está pendiente el curso que tome el “juicio histórico” al expresidente que marcó a generaciones de colombianos. Para el historiador Jorge Orlando Melo, el gran juicio en su contra sería el de los falsos positivos. “Como presidente fue eficaz; sin embargo, creó un ambiente político que llevó a la consolidación de los paramilitares, a lo que se sumó un manejo inadecuado con las FARC. Se hizo mejor con Santos (su sucesor)”, dijo para el reportaje Uribe, el poder y el abismo, publicado en este medio.

Otras historias

Omar Geles toca el acordeón en Valledupar, en 2007.
Omar Geles toca el acordeón en Valledupar, en 2007. Ricardo Mazalan (AP)

Como esto nunca para, les recomiendo estar muy atentos a todos los reportajes sobre el sistema de salud que se publiquen en EL PAÍS América Colombia.‌

De lo más reciente, la decisión de la EPS Sura de retirarse del sistema de salud. La determinación de la empresa, con más de cinco millones de afiliados o el 10% de los colombianos, refleja la crisis del sector, escribe Santiago Torrado.‌

La noticia de las últimas horas que tiene muy felices a los animalistas: la decisión del Congreso colombiano de prohibir las corridas de toros.

‌Sobre otro de los grandes temas de la semana, les recomiendo este análisis de Camila Osorio, titulado Los globos constituyentes de Petro: una apuesta política arriesgada en un camino legal inviable.

‌La columna de Juan Camilo Restrepo, quien fue jefe del equipo negociador de Juan Manuel Santos, sobre lo que califica como ‘Las ambigüedades del acuerdo con el ELN sobre participación de la sociedad civil’.

‌La entrevista de Lucas Reynoso a Carlos Carrillo, el actual director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, quien habla de la corrupción que carcome a la entidad y que tiene en jaque al gobierno de Gustavo Petro.

‌Y una tribuna sobre la muerte del músico vallenato Omar Geles. En palabras de Gustavo Caraballo, autor del libro Pedazo de acordeón y otros relatos vallenatos, “un talento nato que sacó de su imaginación más de mil canciones en todo su andar artístico” y compuso para Diomedes Díaz, Silvestre Dangond, Martín Elías, Jorge Oñate, Iván Villazón y muchos otros. En otras palabras, un rey del vallenato.

‌Hasta la próxima.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.
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