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Omar Geles
Tribuna
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Omar Geles, alegoría de la parranda y la muerte

Muere un rey del vallenato que compuso para Diomedes Díaz, Silvestre Dangond, Martín Elías, Jorge Oñate, Iván Villazón y muchos otros

Omar Geles toca el acordión en Valledupar, en 2007.
Omar Geles toca el acordión en Valledupar, en 2007.Ricardo Mazalan (AP)

Cuando pensamos en la realeza, nuestra mente se transporta a Inglaterra, España u otros países cuyas monarquías sobreviven al paso de los siglos. Sin embargo, hay otros países que tienen realezas que cambian, se veneran y hacen parte de las entrañas populares de una sociedad. Esa es, tal vez, una definición del Festival de la Leyenda Vallenata que se celebra cada año en la ciudad de Valledupar, al norte de Colombia, y que corona año a año a un rey ante una nobleza que lo aclama con aplausos, coros y notas salidas de un instrumento que es europeo, pero se siente tan colombiano como el cauce del Río Magdalena.

El acordeón, ese pequeño instrumento que llegó al Caribe colombiano, transformó para siempre la historia musical de un país. Con él se entonan la cumbia y otros ritmos que hacen parte de la riqueza cultural colombiana. Pero únicamente el vallenato tiene un mito fundacional: el legendario encuentro entre Francisco el Hombre y el Diablo.

Este duelo hace parte de la inmensa riqueza mitológica de nuestro continente. De México a Argentina tenemos varias versiones de hombres que lucharon contra el diablo: pero el contrincante colombiano fue quien lo venció. El vallenato creció y creció para convertirse en un fenómeno cultural hasta el punto que la Unesco lo declaró patrimonio inmaterial de la humanidad en el 2015. Muchos han sido los reyes, los maestros, los mitos y el talento desde entonces. Uno de esos reyes se llamó Omar Geles, una leyenda que nació cuando su vida se apagó.

La relación del vallenato con la muerte parece simbiótica. Cuando más vida tiene, cuando más parece que derrota a las fuerzas del mal, aparece la muerte para recordar a los reyes que su acordeón se puede apagar de cualquier forma y en cualquier momento. El último sábado de su vida, Omar Geles estuvo en un apoteósico concierto de Silvestre Dangond en Bogotá. Allí recibió un homenaje por parte de este. Y Silvestre sabe reconocer a un monarca: gran parte de su carrera se la debe a los éxitos que compuso Omar Geles, como A Blanco y Negro o Mi amor por ella. Y cuando todos hablaban de un espectáculo inolvidable, llegó la muerte a rondar los acordeones, y Omar Geles trascendió para volverse eterno con sus canciones.

Así, la muerte volvió a rondar el vallenato, desde los juglares que se perdían en los caminos de herradura llevando noticias hasta los desafortunados accidentes de tránsito en los cuales han fallecido muchos intérpretes. Pareciera que los caminos vuelven a reclamar a los juglares.

Cuando se habla de Geles se habla de un compositor que tiene canciones de salsa y que incluso incursionó en el género urbano, situación que no fue del agrado de los puristas del vallenato. Hablamos de un talento nato que sacó de su imaginación más de mil canciones en todo su andar artístico. Dichas composiciones fueron apetecidas por Diomedes Díaz, Silvestre Dangond, Martín Elías, Jorge Oñate, Iván Villazón y muchos otros que sabían que Omar era sinónimo de éxito.

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Con su grupo, Los Diablitos, Geles consolidó una nueva forma de interpretar el género, llevándolo más allá de los aires tradicionales y posicionando las letras románticas como una nueva forma de sentir y cantar. Los Diablitos se tomaron el país entero y sus canciones, como Los caminos de la vida o Cuando casi te olvidaba, ya se consideran clásicos del sentir vallenato.

El jueves los acordeones estaban tristes. Las lágrimas se tomaron los versos, y sus líneas parecían estar afligidas en el río Guatapurí. Pero ya el viernes el vallenato volvió a ser el vallenato, ese que ante las penas canta canciones, ante la tristeza crea versos y ante la muerte transforma a los humanos en leyendas. Omar dejó canciones para la vida, para la muerte, para los amigos, para el amor, para las madres, para recordarlo por siempre.

Ahora que el vallenato es patrimonio inmaterial, se vuelve más que necesario que Geles viva en la memoria de la música, que los museos se interesen por su historia, que se hable de sus composiciones en universidades y espacios académicos. Lo que hoy es tristeza, mañana será alegría, y así es como se debe recordar a Omar Geles y sus composiciones: con la alegría propia del vallenato, “porque cuando estoy en la parranda, no me acuerdo de la muerte”.

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