Francisco de Roux: “Honradamente, era mejor que Duque no asistiera a la entrega del informe”
El presidente de la Comisión de la Verdad recibe a EL PAÍS dos días después del acto histórico para hablar del futuro de Colombia, de la política actual y de sus próximos planes
El padre jesuita Francisco de Roux (Cali, 78 años) ha corrido esta mañana seis kilómetros después de dos meses sin hacerlo por una lesión en el ligamento. Está feliz por volver a recuperar esos momentos en los que se queda en un “silencio muy profundo” para no pensar en nada. El presidente de la Comisión de la Verdad lleva cuatro años pensando demasiado. El martes hizo entrega del informe final, un trabajo condensado en miles de páginas escritas para tratar de desgranar una guerra que desangró Colombia durante seis décadas. Un conflicto que atravesó a toda la sociedad y que causó más de 450.000 muertos, millones de desplazados, decenas de miles de desaparecidos. La mayoría entre la población civil. De Roux protagonizó la entrega del documento, en las que sus dolorosas palabras se impusieron al clamor por la ausencia del presidente Iván Duque. “Traemos un mensaje de esperanza y futuro para nuestra nación vulnerada y rota”.
Dos días después del acto, De Roux recibe a EL PAÍS en la curia jesuita de Bogotá, donde vive, para hablar del informe, de la política actual y de sus planes de futuro. Se le ve relajado, con la sensación de haber culminado un trabajo inmenso. Solo se muestra un poco incómodo cuando se le hace posar para las fotos, entonces parece que tiene prisa, aunque aún hay tiempo de sobra para la misa de 12, que no se quiere perder. Sentado en un sillón, con su cuerpo delgado y sus huesudas manos sobre las rodillas, el cura al que le gusta correr avisa al fotógrafo de que se acaba su tiempo: “¿Usted ha leído al poeta que dice: ‘No le toques ya más, que así es la rosa’?”.
Pregunta. Tiene 78 años, casi toda su vida adulta Colombia ha estado en guerra. ¿Cree que llegará a ver un país en paz?
Respuesta. [Largo silencio] Tengo la ilusión de ver a Colombia en un proceso irreversible hacia la paz. Tengo mucha confianza en lo que está pasando en este momento. Mañana voy a Medellín. La mayor parte de los secuestrados y la mayor parte de las masacres se dieron en Antioquia, el pueblo más productivo de Colombia. Si Antioquia quiere la paz, habrá paz en Colombia. Si no la quiere, no la habrá. Y por eso me alegra tanto que el líder de Antioquia, que es Álvaro Uribe, se haya encontrado con Petro, porque es muy inspirador. También me alegra mucho la fuerza con la que la Iglesia ha entrado en un proceso de reconciliación entre todos los colombianos. Y que haya una juventud apasionada. Los jóvenes quieren un país nuevo, distinto.
P. ¿Qué sintió al entregar el informe final?
R. Tuve muchos sentimientos. Sentía por una parte la presencia de las víctimas que había allí, unas 400. Estaba absolutamente lleno el teatro con 1.600 personas. Había muchos luchadores por la paz y por los derechos humanos. También tenía muchas preguntas en mi cabeza. Cómo transmitir este sentimiento tan hondo del país, estos deseos de identificarnos con nuestra tragedia, para a partir de ahí poder construir un futuro. Estaba también el hecho de que habíamos esperado al presidente de la República, la llegada del nuevo presidente, de la nueva vicepresidenta, que es muy querida. Todo se me juntaba, pero también sentía descanso.
P. ¿Le dolió la ausencia del presidente Duque?
R. No me dolió, me pareció normal. Yo hasta pensé, honradamente, que era mejor.
P. ¿Por qué?
R. Porque me temo que hubiera podido ser un ambiente de reclamo muy hondo hacia él, en contraste con lo que pasó con la entrada del nuevo presidente. Las víctimas vienen con un clamor muy hondo desde hace mucho tiempo. Y nosotros no queremos polarizar el país. Nuestra gran preocupación de fondo es que el informe cree un ambiente de acuerdos entre todos nosotros, de búsqueda de la reconciliación
P. El miércoles se reunieron por sorpresa con el Gobierno. ¿Cómo fue?
R. Nos habían citado primero el 6 de julio. Nos dieron el mensaje de que el presidente no asistiría el martes porque se iba a una reunión de Medio Ambiente en Portugal. Pero se precipitaron las cosas y nos llamaron para vernos antes.
P. ¿Qué le dijo a Duque?
R. Le dije que agradecíamos que nos recibiera, que veníamos a presentar el informe nacido del dolor de las víctimas para encontrar el camino de futuro. Él dijo que lo recibía, que agradecía nuestra presencia y que era un informe que quería que se discutiera muy en profundidad, lo cual para nosotros es muy importante. Queremos que el país entre en una conversación a fondo sobre el informe.
P. Quien sí estuvo en el acto fue Gustavo Petro. ¿Darle la palabra politiza el informe?
R. De ninguna manera. Es imposible invitar a una persona que ha sido elegida por todos los colombianos y no darle la palabra. Y de haber estado los dos, le hubiéramos dado las palabras de cierre al presidente actual. Hay una cosa que es importante, los colombianos escogieron para la segunda vuelta a dos candidatos que estaban diciendo, cada uno a su manera, esto tiene que cambiar. Y ganó Petro, que para nosotros es un mejor mensaje, más claro.
P. ¿Cómo ve los primeros días de Petro como presidente electo?
R. Muy positivamente. Las discusiones que han empezado a presentarse nos dan mucha esperanza. Quiero decir, con toda franqueza, que nosotros no tuvimos ninguna conversación con él ni con su campaña. Yo la última vez que había visto a Gustavo Petro fue cuando era alcalde de Bogotá, hace ya bastantes años. Lo que sí me sorprendió es que cuando uno se mete en la Colombia profunda, a escuchar las cosas desde la hondura de las comunidades, de los territorios, de las víctimas, de los luchadores por un futuro, se encuentra con un lenguaje muy parecido. Muchas de las cosas de la Comisión coinciden con temas que, a su manera, plantea la campaña de Petro. No me sorprendió que él con tanta facilidad dijera que quiere recoger en serio el informe para que sea parte de lo que va a hacer.
P. ¿Qué piensa de la reunión entre Petro y Uribe?
R. Es muy positiva. Creo que se están organizando muchas cosas en el país que harán posible avanzar hacia la reconciliación y zafarnos de lo que nosotros llamamos el modo guerra, que es un modo simbólico que tenemos de tratarnos, como entre enemigos. Petro y Uribe se excluían profundamente, por eso me pareció muy importante el encuentro. También pienso que es muy buena elección la del canciller Álvaro Leyva, un hombre que ha sido un luchador por la paz toda la vida. Controvertido, pero como todos los que trabajamos por la paz. Y me parece excelente el nombramiento del ministro de Hacienda porque José Antonio Campo, miembro del Consejo Asesor de la Comisión de la Verdad, es uno de los economistas más respetados a nivel internacional y un gran amigo.
P. Petro quiere darle a la Iglesia un papel de mediadora para lograr la paz. ¿Está dispuesto usted a asumir un papel activo?
R. Si los obispos quieren que yo ayude, lo hago con mucho gusto. De todas maneras seguiré ayudando a que la paz entre nosotros sea posible.
P. ¿Le ha propuesto el próximo Gobierno mediar con el ELN?
R. No, todavía no he conversado con Petro. Pero una de las recomendaciones de la Comisión es ir al diálogo con el ELN rápidamente y de la forma en la que el ELN plantea las cosas, con su metodología, con su insistencia en que las cosas se hagan desde la gente y muy posiblemente desde conversaciones regionales.
P. ¿Estaría dispuesto a participar en esas conversaciones?
R. Por supuesto. Si las dos partes aceptan.
P. Si pudiera elegir su próximo destino. ¿Qué haría?
R. Me gustaría poder ir a la parroquia de los jesuitas en la Amazonía y vivir con la gente como los 14 años más felices de mi vida, que los viví en el Magdalena Medio. Y escribir sobre todo esto que ha pasado.
P. Dice que el país conoció la paz en 2017. ¿Por qué la perdió?
R. Se conoció la paz porque nos impresionó a todos ver cómo bajaban los guerrilleros de las montañas, de 350 lugares distintos, acompañados de los policías y los militares. Los que se habían matado entre ellos iban caminando juntos. Pero se perdió porque los espacios que dejaron las FARC fueron ocupados rápidamente por las disidencias, por el ELN, por el aparato de los grupos que están vinculados con el narcotráfico. Porque vinieron las muertes de los líderes sociales, de los excombatientes. En La Habana se acabó la guerra entre dos ejércitos, pero el país quedó dividido. La paz entre los colombianos no se da todavía y es comprensible. Pero el país probó un año de paz y estamos convencidos de que ya no lo suelta.
P. Habla mucho de la insensibilización de la sociedad.
R. Quedamos como entumecidos ante tanto dolor. Fuimos testigos todos los días por la televisión de las grandes masacres, de los pueblos desplazados. Escuchamos el grito de los secuestrados y de las familias que lloraban. Y era como si estuviéramos viendo una telenovela barata, como si no fuera con nosotros. El país se endureció frente a eso y se montó en un mundo de negacionismo y de silencio.
P. ¿Y cómo se recupera la sensibilidad?
R. Hay que enfrentarse a eso. Mientras no se haga, Colombia está perdida en su propia identidad, no puede salir hacia adelante. Muchas veces me da la impresión de que estamos parados [levantados] sobre sangre y sobre piernas muy débiles, tapando los hechos, cuando lo que tenemos que hacer es recogernos y rescatarnos como seres humanos.
P. ¿Usted nunca la perdió?
R. No, nunca. Estoy metido en eso desde hace mucho tiempo, si no mi vida no tendría sentido. No podría estar viviendo en medio de esto y dictando clases en la universidad, o actuando con rituales en las cosas de la Iglesia, o viviendo confortablemente con mi familia. No puedo. Es una fractura humana muy profunda.
P. ¿Se ha sentido solo?
R. Por supuesto, en muchos momentos. Pero ahora estoy muy acompañado. Por el movimiento que fue la Comisión de la Verdad, por la fuerza de mis compañeros, por la comunidad internacional. La Unión Europea ha estado todo el tiempo a nuestro lado. Esto es lo único en lo que están unidos completamente Rusia y Estados Unidos y todos los países que forman el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El papa Francisco también nos llamó y nos envió una carta diciendo ‘estamos con ustedes’.
P. El informe destaca el narcotráfico como uno de los puntos claves de la violencia en todo el país.
R. Si no se acaba con el narcotráfico no va a haber paz en Colombia. El narcotráfico está en la mitad del conflicto, en la sangre del conflicto, lo mantiene vivo y penetró al país por todas partes. Está en el corazón de la economía colombiana, de la formal y de la informal. La guerra contra el narcotráfico lo que hace es activar la guerra, con el agravante de que lo convierte en un mejor negocio, le da mayores ganancias. Estamos diciendo que así no, esto no se puede solucionar con más guerra. Hay que empezar por un desarrollo rural muy serio, para que los campesinos que se han tenido que arrinconar cerca de la selva para sembrar coca como medio de vida puedan tener su propia tierra. Y hay que encarar a fondo todas las redes que están metidas en Colombia, lo cual requiere de un esfuerzo de inteligencia muy serio y de un proceso de justicia, que también que tiene darse en un escenario de diálogo.
P. Si hay una sola frase del documento que le gustaría que se grabará en la memoria de los colombianos, ¿cuál sería?
R. El título que dice ‘hay futuro si hay verdad’. Todos los colombianos tenemos que asumir la verdad, aceptar que parte de nuestra identidad es la tragedia que vivimos y tomar conciencia de lo infinitamente intolerable que es eso.
P. ¿Tiene miedo a que se le dé la espalda al informe?
R. Más que miedo, siento un desafío. Estoy convencido de que las cosas nunca serán tan buenas como soñabas, ni tan malas como temías. Lo que sí sé es que le vamos a poner el alma para que esto le llegue a Colombia a fondo. Una de las cosas que yo quise decir en la presentación del informe fue lo que nos pasó con los falsos positivos. Y al hablar de ello tenía que hacer referencia al ministro y al presidente de la época [Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe], aunque sin nombrarlos. Pero sí dije que el presidente Santos describió después cómo hacían las cosas y reconoció responsabilidad. Me sorprendió que luego él me llamó por teléfono y me dijo ‘cómo le agradezco que haya hablado así’. Otras personas que estaban completamente en el otro lado, en la posición crítica, también me han llamado estos días diciendo ‘cómo se lo agradecemos, nos han mostrado un camino’.
P. ¿Álvaro Uribe fue uno de ellos?
R. Álvaro Uribe no me ha llamado, no.
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