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Americanas
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Qué quiero ser cuando sea grande?

Muchos siguen pensando que las mujeres indígenas nacimos para quedarnos en la chagra. Pero tenemos las mismas capacidades de liderar y trabajar en territorio

Emilse Triana, guía de turismo en el departamento del Vaupés e indígena
Emilse Triana es guía de turismo indígena del grupo étnico Cubeo (Colombia).cortesía

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Hay algunas preguntas que no se hacen a menudo las niñas indígenas. Una de ellas es: ¿qué quiero ser cuando sea grande? En el departamento del Vaupés, en el sudeste colombiano, como en muchos territorios donde hay presencia de pueblos indígenas, existe una cosmovisión muy diferente a la del resto del mundo. Aquí ya se tienen roles definidos, por los cuales funciona todo, sin embargo, no había visto que se podía “romper un poco ese esquema”. Por eso, cuando era pequeña no se me pasaba por la cabeza que hubiese otras posibilidades más allá de ser una mujer que se dedica al cuidado de la chagra, su familia y atender el hogar.

Crecí en una comunidad en medio de la selva donde todas las mañanas nos reuníamos con la familia a desayunar quiñapira y mingao [un caldo de pescado y una bebida a base de fariña] y en las noches nos sentábamos a escuchar las historias que contaba el abuelo materno de cuando llegó a la comunidad. En algún momento eso cambió. Y pasé de esta rutina a ir a la capital, Mitú, a vender productos que la familia producía. Luego ya empezamos a quedarnos en la ciudad por periodos más largos, porque debíamos ir al colegio.

Al principio era muy extraño pasar de un lugar donde se puede correr por ahí, ir a la chagra, bañarse en el río y comer frutas de árboles que tenía uno en el patio, a tener cuidado para cruzar la calle y estar horas tratando de entender las clases de biología o matemáticas en una lengua diferente y rodeado de niños que sabían un poco más del tema que una. Estando ahí, nos empezaron a hablar de las múltiples opciones que había para el futuro y fue cuando me hice la gran pregunta: “¿Qué quiero ser o hacer más adelante?”

Algunas personas esperaban que fuera a la Universidad -habíamos logrado pasar algunas-, otros esperaban que volviera a mi comunidad y me dedicara a las actividades ya designadas, unos cuantos más querían que buscara trabajo… Y ahí estaba yo, una chica con un par de maletas en la entrada del aeropuerto, con la posibilidad de ir a la gran ciudad en busca de una carrera profesional y mil dudas sobre cómo sería mi vida ahí. Los días de antes fueron duros. Pensaba qué sería de mí, cuáles eran los pros y los contras de ir, si tenía o no los recursos para hacerlo. Y decidí que no. Decidí quedarme y dedicarme a algo en lo que fuera buena y que me gustara, pero al mismo tiempo, quería seguir siendo parte del territorio. Quise encontrar también una manera de protegerlo. En el camino me encontré con una realidad no muy agradable: aún sigue siendo difícil ser lideresa en territorios como este.

Cuando inicié en temas de turismo, trabajé en algunas entidades gubernamentales, uno de los trabajos que apoyamos fue el de hablar con las comunidades y contextualizar el turismo de acuerdo a lo que nos habían enseñado en la academia y lograr un equilibrio entre lo que se necesita y lo que se busca o quieren en las comunidades en temas de turismo. Pero al principio fue un caos porque el hecho de que dentro del equipo de trabajo hubiesen mujeres jóvenes y, además, solteras o era una distracción o era motivo para no tomarse en serio nuestra labor allí.

En varias ocasiones, durante estos inicios escuché de todo, desde “se dedica a eso porque no tiene nada más en qué pensar porque no tiene chagra” hasta “eso debe ser que le falta marido”. También nos pasó que varias personas se levantaran del lugar o casa donde nos encontráramos y abandonaran la reunión mientras intervenimos nosotras, lo que me llevó a pensar que siguen pensando que las mujeres indígenas nacimos para quedarnos dentro. Pero creo que, como algunas mujeres lideresas del territorio ya han demostrado, que tenemos las mismas capacidades de liderar, de organizar y trabajar en territorio. Como todos, tenemos que prepararnos y entender conceptos académicos, pero que con el estudio y el esfuerzo adecuados pueden dar grandes frutos.

Tampoco es que esté muy de acuerdo con que por ser joven, no se tengan las capacidades. Al contrario, creo que los jóvenes tenemos en nuestras manos la capacidad de entender el mundo que nos rodea y a la vez ver cómo pueden afectar al territorio en el que crecimos y vivimos. Somos nosotros los que podemos encontrar las maneras de adaptar esos conocimientos adquiridos por el bien del mismo, sin dejar de lado las costumbres que aún hay presentes. Como dijo alguien por ahí: “Que usemos nuestra inteligencia y sabiduría para nadar como pez en el agua entre dos culturas”.

*Emilse Triana es guía de turismo en el departamento del Vaupés e indígena del grupo étnico Cubeo.

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