Adelgazar en 2016 será más fácil gracias a estos avances
Píldoras, bacterías, inhibidores… La ciencia se puso las pilas en 2015. ¿Recogeremos los frutos en el nuevo año?
Una vez más, el año llega a su fin y nuestra lista de propósitos para el 2016 ya va tomando forma. Para aquellos que tengan en mente perder algo de peso o, al menos, seguir conservando unas dimensiones correctas, aquí van diez avances científicos recientes que ya han conseguido –o conseguirán en breve, tras las comprobaciones pertinentes– dar un paso más en una lucha que es cada vez más global. El sobrepeso afecta ya a 1.300 millones de adultos y a 42 millones de niños menores de cinco años, según informa la ONU. No es ninguna broma.
1. El queso se sitúa en el punto de mira de los alimentos adelgazantes
Por el momento ha sido un test a pequeña escala, pero es una noticia que gustará a los amantes del queso. Un estudio realizado conjuntamente por investigadores de las universidades danesas de Aarhus y de Copenhague comparó la muestra de orina y heces de varios hombres consumidores habituales de leche, mantequilla y queso. Se encontró que los que comían más queso habían desarrollado un tipo de bacterias notablemente distintas en sus intestinos, productoras de un ácido graso llamado butirato que favorece un mejor funcionamiento del metabolismo, mantiene el equilibrio de la grasa corporal y previene el desarrollo de la obesidad. Sin embargo, antes de tirarnos de cabeza a engullir una tabla de quesos… deberemos esperar a que refrenden los resultados obtenidos. Puede que el enigma de por qué los franceses, que se atiborran de queso y vino, se mantienen, por lo general, bastante delgados, esté a punto de ser desvelado.
2. Ya hay ensayos con una píldora saciante
En cierta manera, el invento trata de engañar al cuerpo haciéndole pensar que ha recibido una ingente cantidad de comida calórica para que este proceda a quemar el supuesto aporte de grasas. Esa es la idea primordial del último avance para acabar con la obesidad, la píldora de “comida imaginaria”, fruto de una investigación dirigida por el profesor y biólogo Ronald Evans, director del Laboratorio de Expresión Genética de Salk, en La Jolla, California, EE UU. La píldora en cuestión, constituida por un compuesto llamado fexaramine, envía al cuerpo las mismas señales que normalmente tienen lugar tras ingerir una gran cantidad de alimentos. Alguna de sus ventajas es que solo es absorbida por el intestino –no pasa al torrente sanguíneo, evitando daños colaterales– y podría reducir también el nivel de colesterol “malo” y de azúcar en sangre. Aún está en vías de investigación.
3. Éxito en las pruebas experimentales con la bacteria que suprime el apetito
Los científicos ya saben que existen diferentes tipos de bacterias intestinales que desempeñan un papel crucial en la descomposición de los alimentos, la producción de algunas vitaminas y en mantener a raya a toda una serie de microbios dañinos. Ahora, una investigación dirigida por el profesor de farmacología Sean Davies, de la Universidad estadounidense de Vanderbilt, ha diseñado una bacteria intestinal capaz de actuar como supresora del apetito. La bacteria libera un lípido que genera sensación de saciedad y ha cosechado un gran éxito en las pruebas experimentales. Acaba de iniciar su camino de pruebas con humanos.
4. Resulta más efectivo reducir carbohidratos que grasas
Rebajar los carbohidratos es mejor para perder peso que la eliminación de las grasas. Esa es la conclusión que han extraído investigadores de la Escuela Médica de Harvard, tras analizar los resultados de 53 estudios distintos en los que participaron unas 68.000 personas. Aunque desde la década de los años setenta la baja ingesta de grasa se consideraba la mejor forma para perder peso, ahora, según resultados publicados en la revista The Lancet, se considera más eficaz centrarse en una dieta que no esté muy cargada en hidratos de carbono. "Es más fácil obviar la pasta, las patatas y el arroz que disminuir el aporte de grasas", afirman. De todas formas, el equilibrio (dietas hipocalóricas equilibradas) sigue siendo la fórmula ganadora.
5. No solo el “cuánto”, también el “cuándo” importa
El doctor Satchidananda Panda, asociado al Instituto Salk de Estudios Biológicos, concluye que en la pérdida de peso es crucial cuándo comemos y durante cuántas horas al día ingerimos nuestra comida. Panda afirma que la obesidad va a costarle a la salud pública un montón de dinero y que, quizás, cambiando un poco nuestro estilo de vida, tendríamos una vida saludable durante mucho más tiempo. No es solo lo que comemos sino cuándo lo comemos, afirma. Panda y su equipo ya han comprobado en ratones que cuando estos comen sus diversas ingestas a lo largo de solo 8 o 9 horas al día y no más, no desarrollan ni obesidad ni diabetes. La efectividad del sistema en humanos aún no se ha comprobado, pero todo indica que va a funcionar y que será una vía eficaz para contribuir a atajar este enorme problema global.
6. Ser feliz ayuda a bajar peso
Estamos hartos de ver cómo en las películas (sobre todo, estadounidenses) a las personas que tienen un mal día o han sufrido un disgusto les da por atiborrarse de helados en tarrinas king size frente al televisor. No sabemos si es eso lo que inspiró el estudio de la psicóloga australiana Sharon Roberts de la Universidad de Adelaida. Pero en su tesis evidenció que ser feliz es de gran ayuda en la cuestión del peso. “Las técnicas de la psicología positiva promueven pensamientos y sentimientos positivos, y este efecto de sentirse bien pueden conducir a un aumento de la motivación... que a su vez pueden promover un comportamiento que redunde en una pérdida de peso”, afirma. Ciertamente, muchas personas, en su lucha por bajar de peso, acaban perdiendo, en lugar de los kilos sobrantes, el buen humor e incluso la motivación. “Si primero trabajamos el bienestar de esas personas, lo demás acaba siendo mucho más fácil”. También un estado de equilibrio emocional y de bienestar personal ayuda a no caer en los excesos gastronómicos o en los de cualquier otro tipo.
7. Un inhibidor enzimático en el horizonte
En el Centro Nacional de Investigaciones Científicas Oncológico (CNIO), de Madrid, están testando, en animales por el momento, una píldora que logra una pérdida de peso corporal sin alterar ningún otro proceso metabólico (cosa que suele suceder con otros medicamentos), según se ha publicado en la revista especializada Cell Metabolism. El descubrimiento se realizó durante el estudio de ciertos supresores tumorales que protegen contra el cáncer. Fue en ese proceso cuando los investigadores vieron que un supresor denominado PTEN, además de proteger contra nuevos tumores, inhibía una enzima denominada P13K que hace adelgazar. La regulación de esta enzima, tal y como ya se ha probado en animales, consigue una reducción de hasta un 20% del peso en los primeros 50 días sin que disminuyan ni la masa muscular ni la ósea. Un aspecto muy positivo de este inhibidor enzimático es que solo adelgaza a aquellos sujetos sobrealimentados, no tiene ningún efecto secundario y funciona a largo plazo.
8. Los vegetarianos lo tienen más fácil
¿Practica el veganismo o el vegetarianismo? Si es así y quiere perder algo de peso, está de suerte (y no solo porque se ahorre un dineral en comida). Aunque algunos optan por alimentarse solo de proteína animal para adelgazar, ahora un estudio publicado en Journal of General Internal Medicin apunta lo contrario: los veganos y vegetarianos lo tienen mejor para conseguir una pérdida de peso. El estudio, realizado por Ru-Yi Huang del Hospital E-Da de Taiwán, afirma que una persona vegana o vegetariana que se someta a un programa para perder peso lo logrará con mayor facilidad que otra cuya ingesta de productos animales sea más alta. Una dieta vegana o vegetariana es más efectiva: comer de forma abundante cereales integrales, frutas y verduras colabora en la obtención de resultados favorables.
9. Hay que beber agua entre las comidas
Así lo afirma un grupo de investigadores de la Universidad de Birmingham, en Reino Unido. Lo que proponen, concretamente, es la ingestión de medio litro de agua media hora antes de comer, porque mata la sensación de “hambre desesperada”, y ayuda a controlar de forma razonable el tamaño de las raciones. Así lo pudieron comprobar tras monitorear a lo largo de 12 semanas a un grupo de adultos con obesidad. A una parte de ellos, entre otros consejos sobre cómo llevar una vida más saludable, se les instó a llenar su estómago con esos 500 ml de agua y realmente funcionó. Perdieron 1,5 kilos más que el resto del grupo. No es mucho, pero para una persona que lucha por adelgazar puede resultar de gran ayuda.
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