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Restaurantes de lujo y salmones noruegos

‘Boiling Point’ se adentra en una cocina de un restaurante de postín en Londres, mientras que ‘La isla del salmón y la discordia’ muestra el capitalismo más voraz a partir de la industria del salmón en Noruega

Una imagen de 'La isla del salmón y la discordia'.
Una imagen de 'La isla del salmón y la discordia'.Sebastian S. Bjerkvik
Ángel S. Harguindey

Puede ser el azar o la moda pero lo cierto es que en dos plataformas televisivas distintas coinciden un par de series con el denominador común de la comida aunque, eso sí, con enfoques muy distintos.

De una parte está Boiling Point en Movistar Plus+, una excelente y exhaustiva radiografía de una cocina de un restaurante de postín en el Londres de hoy. Diez o 12 empleados encerrados en un espacio reducido que tendrán que compartir durante varias horas al día bajo la presión de realizar platos con la calidad y rapidez suficientes que justifiquen su precio. El que lo hace, lo cobra.

Naturalmente, no todo ocurre en la cocina, lo que es un plus añadido a la trama. Historias individuales, pequeños o grandes conflictos bajo la inevitable autoridad de una chef que manda y ordena con firmeza y con creatividad. Y aquí cabe destacar una cualidad de las series bien hechas: la información, algo que en Boiling Point está más que confirmada. Philip Barantini, cocreador y director de dos de los cuatro episodios de la serie, trabajó durante 12 años en cocinas profesionales. Sabe de lo que habla. Con un sólido plantel de profesionales de la interpretación destaca entre ellos Vinette Robinson, la chef con un complicado pasado y un presente no menos complicado en ese micromundo de los fogones.

La otra serie, la noruega La isla del salmón y la discordia, en Netflix, nos habla de la principal industria de la isla de Frøya, en la región de Trøndelag: el salmón. Y al hablar de industria resulta inevitable hablar de empresarios, que en el caso de la serie es Ingrid Skjerven, la propietaria de la mayor empresa de salmón de la isla y obsesionada con engullir a su rival local, una compañía familiar. Llegados a este punto es de justicia señalar las ventajas del “copiar y pegar” que ofrece la informática y que ahorra referencias complejas como las de los creadores de la serie Anne Bjørnstad y Eilif Skodvin.

De nuevo, calidad e información, pues tras contemplar los episodios de la serie sabemos mucho más del capitalismo voraz y de las piscifactorías de salmón, una voracidad que encarna la implacable Julie Lange frente a un más tradicional Knut Holstad, también capitalista pero más comprensivo con lo que llamamos el género humano. Hijos rebeldes, amores prohibidos y mucho salmón en una pequeña isla noruega.

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