Por qué nos fascinan los asesinos en serie
El creador de ‘Mindhunter’ repasa las entrañas de un género en auge en la ficción: “Hollywood los convierte en personajes icónicos, pero solo son seres tristes y muy jodidos”
Aunque la segunda temporada de Mindhunter (Netflix) se emitió en 2019, todavía muchos de sus seguidores siguen preguntando si volverá la producción que, en sus dos entregas, seguía el trabajo de dos agentes del FBI y una psicóloga que ponen en marcha la Unidad de Análisis de la Conducta del cuerpo en los años setenta. La serie, que tiene entre sus directores y productores al cineasta David Fincher, se basa en las memorias del exagente John E. Douglas y el escritor Mark Olshaker. A partir de ese material y muchas entrevistas con policías reales, expertos en análisis del comportamiento, e incluso con los agentes que capturaron a asesinos en serie como Green River y Ted Bundy, el autor teatral y guionista Joe Penhall (Londres, 55 años) ficcionó las vidas de quienes trataron de meterse en la mente de los criminales más peligrosos.
Cuando era niño, uno de sus amigos fue víctima de un asesino en serie. Penhall cree que ese fue el germen de su fascinación por estos personajes, que alimentó cuando tenía 20 años y trabajaba como periodista de sucesos. Por eso, cuando la actriz y productora Charlize Theron compró los derechos para convertir el libro en una serie y el proyecto terminó cayendo en sus manos, su objetivo fue desmitificar tanto a estos criminales como a quienes tratan de atraparlos. “Queríamos hacer todo lo que el resto no hacía. La idea era dar la vuelta a El silencio de los corderos y cosas así. En esas historias, el asesino es encantador, misterioso, complicado, le gusta la ópera y el buen vino. Queríamos que nuestros asesinos fueran como los de la vida real, seres brutales, disfuncionales, dañados y muy jodidos”, cuenta el creador de la serie en una entrevista previa a una clase magistral que ofreció el jueves pasado dentro de las actividades que el Serielizados Fest organizó en Madrid. “Los policías también son siempre heroicos y decididos y saben qué hacer en todo momento”, se interrumpe para reír. “Queríamos que los nuestros no supieran nunca qué hacer, que estuvieran continuamente nerviosos y asustados”.
Para Penhall, su pasado como periodista le ha ayudado a mirar a los criminales desde una perspectiva diferente, con más atención al detalle y sus vidas cotidianas, alejada de la mirada de Hollywood. “Yo no vengo de Hollywood, no estoy interesado en los otros millones de películas y series que se han hecho sobre asesinos en serie y policías. La realidad es siempre diferente de como la reflejan en las pantallas”. “Creo que mucha de la gente que hace películas y series en Hollywood son gente que fueron criados con películas y series y eso es todo en lo que están interesados. Te sorprendería lo poco que saben de la vida real”, añade. Recuerda, por ejemplo, haber leído cuando ejercía como periodista la transcripción de los interrogatorios a un asesino que mató a cinco personas en Londres. “Era fascinante. Era todo tan trivial y tan aburrido... Creo que ahí es donde empecé a pensar que sería interesante escribir sobre criminales”.
Las ficciones sobre asesinos en serie, sostiene Penhall, suelen caer en los mismos errores. “Mucha gente empezó a hacer series sobre asesinos en serie otra vez después de Mindhunter. Muchos copiaban la plantilla estilística, como el ruido industrial de fondo, tomas largas y lentas, una atmósfera siniestra… Pero eso es solo la tapicería, lo decorativo. Me sorprende que en Hollywood todavía persista la noción del asesino en serie como alguien carismático y fascinante. Lo único fascinante sobre los asesinos en serie es lo aburridos que son y lo normales que son, y cómo gente normal se convierte de alguna forma en alguien aberrante. Normalmente, son gente muy banal, con problemas muy interesantes de fondo, pero eso no les hace fascinantes. Muchas de estas series convierten al asesino en alguien icónico. Nosotros mostramos que muchos solo son seres tristes y muy jodidos”.
La atracción del público por los asesinos en serie es innegable. Desde las películas de terror hasta thrillers como Seven o Zodiac han dejado muestra del interés que despiertan sus historias. El último gran éxito en sumarse a esta categoría es la serie Dahmer, en la que Evan Peters interpreta a Jeffrey Dahmer, el Caníbal de Milwaukee. Se trata de la segunda serie en inglés más vista en la historia de Netflix en sus primeros 28 días, solo superada por la cuarta temporada de Stranger Things, según datos de la propia plataforma. ¿Qué tienen los asesinos en serie para atraer al público? “Creo que es una respuesta pauloviana: la gente está condicionada a creer que las historias sobre asesinos en serie son tan disfrutables y fáciles de ver como las historias de Star Wars o Marvel. Se han convertido en una gran marca. Jeffrey Dahmer se ha convertido en una marca, como un personaje de Marvel. En realidad, esas series no están muy bien hechas, son incluso bastante malas. La premisa, toda la idea, es una tontería. Sin embargo, son masivamente populares”, dice Penhall.
Glamorizar al psicópata
Las tramas de Mindhunter incluyen asesinos reales, como Ed Kemper, Dennis Rader, Charles Manson, David Berkowitz, William Henry Hance o Wayne Williams, con un enorme listado de asesinatos en su haber, víctimas reales cuyos nombres fueron alterados en la serie. Un riesgo de las ficciones que abordan este tipo de personajes es que caigan en la glamorización del criminal. “Esa no fue una dificultad para mí, porque son seres horribles en la vida real. Charles Manson llamó a un productor cuando todavía vivía [murió en 2017 tras pasar casi medio siglo en la cárcel] y le dejó un mensaje de Navidad, y sonaba exactamente como lo que es, como un balbuceante y psicópata asesino en serie. Si vives solo en la burbuja del cine y la tele y no conoces gente real, quizá puedas escribir a un asesino como un villano, como el malo de la peli. Robert Harris [autor de la novela en la que se basa El silencio de los corderos] es un gran escritor, pero Hannibal Lecter es una invención. Hannibal Lecter es tan real como Harry Potter”.
La misma labor desmitificadora quiso llevar a cabo con los policías que protagonizan estas historias. “Los policías que escriben libros sobre ellos mismos son narcisistas. Si tiras una piedra en Hollywood Boulevard, darás a 10 policías o investigadores que han escrito un libro que quieren convertir en película. Nosotros no nos basamos en policías reales, son mezcla de varias personas y también tienen cosas mías y cosas inventadas. Esa es otra de las cosas buenas de Mindhunter, que nos movimos fuera de la industria que se ha creado en torno a los asesinos en serie, toda esa gente que hace películas y series sobre asesinos en Hollywood. Pero yo quería desmitificar completamente todo eso”, añade quien también firmara el guion de la película La carretera, protagonizada por Viggo Mortensen y Charlize Theron.
Se acerca el final de la charla, pero antes había que hacer la pregunta: ¿nos despedimos totalmente de la opción de una tercera temporada de Mindhunter? “Creo que sí. Nunca digas nunca, pero a Fincher le encanta hacer películas, y hacer películas es mucho más fácil que 10 capítulos de Mindhunter. La cosa es que para hacer series para Netflix tienes que hacerlas como una fábrica de salchichas. Tienes que sacar los capítulos adelante con poco dinero. Yo hacía 25 o 30 reescrituras de guion por capítulo. Se volvió imposible. Fincher se dio cuenta de que no podía hacer eso muchas más veces y además hacer películas. El presupuesto era demasiado elevado, teníamos a los mejores directores… Para seguir adelante tendríamos que rebajar el nivel, y por eso creo que no ocurrirá. Pero he dicho a David [Fincher] que tengo más temporadas en mente. Él siempre me dice, ‘bueno, ya veremos, quién sabe…”. De hecho, Penhall escribió en 75 páginas las líneas maestras de lo que ideó como cinco temporadas de la serie. “En la quinta, Tench [interpretado por Holt McCallany] y Holden [Jonathan Groff] se convierten en autores, escriben libros. Van a estrenos en Hollywood y ya no trabajan como policías, se hacen famosos y firman autógrafos, y tienen una batalla con otros rivales por quién inventó la ciencia del comportamiento e incluso se convierten en asesores de una película de Hollywood. Era una idea muy juguetona”, sonríe.
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