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El asesino en serie Ted Bundy: mortífero, carismático y polémico

La figura del criminal despierta la fascinación del público, animado por una serie documental y una película protagonizada por Zac Efron

Ted Bundy en uno de sus juicios por asesinato.
Ted Bundy en uno de sus juicios por asesinato.Getty Images
Pablo León
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Aunque hayan pasado 30 años de su muerte, Ted Bundy mantiene su carisma. Este asesino en serie aterrorizó a Estados Unidos entre 1974 y 1978: mató, al menos, a 30 mujeres (la cifra podría ser hasta de 40) en ese tiempo, una de ellas menor de edad. Joven, apuesto, ambicioso, estudiante de derecho, con aspiraciones políticas... El perfil de Ted Bundy no encajaba con el estereotipo de maníaco homicida. Él lo sabía. Por eso se aprovechó de su imagen para convertir su juicio —y su historia— en un espectáculo donde él era el protagonista. Con el estreno de la serie Conversaciones con asesinos: las cintas de Ted Bundy (Netflix), ha vuelto a pasar: parte de la audiencia ha descubierto que el monstruo les parece sexy. La plataforma de streaming ha mostrado su preocupación y ha lanzado un mensaje: “Hemos visto a muchas personas idealizando el aparente sex appeal de Ted Bundy. Queremos recordarles que existen miles de hombres guapos en el mundo y la mayoría de ellos no son convictos asesinos en serie“, publicaron en redes sociales desde la cuenta oficial de la compañía.

Superficialmente, Ted Bundy (Vermont, 1946) era objetivamente guapo. Bajo su porte atlético, sus facciones angulosas y su sonrisa perfecta habitaban la manipulación, la ira y la violencia. Tras su azul mirada solo había oscuridad: “Cuando me estaba pegando, sus ojos se volvieron negros”, relata una mujer a la que Bundy intentó secuestrar. Consiguió escapar, fue clave en su procesamiento y, como otros protagonistas de la época, aparece en la docuserie dirigida por Joe Berlinger. La base de la serie son las más de 100 horas de grabación del propio Bundy analizando sus propios asesinatos, pero hablando en tercera persona; un trabajo realizado por los periodistas Stephen Michaud y Hugh Aynesworth en 1980, cuando el asesino estaba en el corredor de la muerte y ofreció dar una serie de entrevistas.

Berlinger añade imágenes de las noticias, entrevista a algunos de los protagonistas del caso y cuenta la historia del asesino en cuatro capítulos remarcando el espectáculo que rodeó al personaje y el impacto social que tuvo el caso. “Fue el primer juicio completamente televisado; la primera vez que Estados Unidos utilizaba asesinatos reales como entretenimiento”, decía Berlinger antes del estreno. “Ha habido muchos asesinos en serie en EE UU, pero Bundy siempre está presente. Quería intentar entender por qué Bundy mantiene ese perverso estatus de casi una estrella del rock”, agregaba Berlinger, que también ha dirigido una película sobre el personaje: Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile, protagonizada por Zac Efron, aún sin fecha de estreno en España.

Zac Efron, a la izquierda, interpretando al asesino Ted Bundy en la película 'Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile'.
Zac Efron, a la izquierda, interpretando al asesino Ted Bundy en la película 'Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile'.

Parece que ha resurgido cierta fascinación por el personaje de Bundy. Pero la realidad es que, en su momento, el caso ya enganchó a toda la sociedad. En enero de 1974, con 27 años, Bundy empezó su carrera homicida: se coló en la habitación de una estudiante de la Universidad de Washington, la golpeó con una pata metálica de su cama y la violó con el mismo objeto. La chica sobrevivió con daño cerebral permanente. En seis meses se extendió un reguero de sangre por la zona de Seattle con varias desapariciones de mujeres jóvenes y, al menos, seis muertes.

Bundy se aprovechaba de su imagen para colarse en los sitios. También para que sus víctimas fueran directas a la boca del lobo: una de sus estrategias era fingir que iba con un cabestrillo y pedía a la chicas ayuda para llevar unas bolsas al maletero de su Volkswagen escarabajo beis. Así, a pleno día, y en un lago donde miles de personas disfrutaban de un agradable día de sol, Bundy secuestró a dos mujeres.

Hubo un momento en que la policía lo valoró como sospechoso —su exnovia llamó al reconocerle por la descripción de una superviviente—, pero lo descartaron. No encajaba en el perfil. En agosto de 1975, en Utah, Bundy es detenido. Con decenas de muertes en varios Estados y varias acusaciones de secuestro, el caso era de interés público: periódicos, radios y televisiones siguieron el minuto a minuto. A todo el mundo le interesaba saber quién era ese joven y apuesto asesino.

El primer juicio contra Bundy arrancó en febrero de 1976. El verano del año siguiente, en una vista en Aspen (Colorado), Bundy saltó por una ventana de la biblioteca del juzgado. Estuvo seis días desaparecido. Seis meses después huyó de nuevo escabulléndose por un agujero que hizo en el techo de su celda. Era Navidad. Durante más de 15 horas nadie se dio cuenta. Bundy cruzó el país y llegó a Florida. En enero de 1978, el asesino atacó en menos de 15 minutos a cuatro mujeres en una hermandad universitaria. En su huida, violó a otra mujer. Condujo 200 kilómetros e intentó secuestrar a una adolescente. Falló y escogió a una menor a la que asesinó. El 15 de febrero, un control policial en Pensacola identificó a Bundy, una de las diez personas más buscadas del país.

Los asesinatos de Ted Bundy no solo sembraron el terror en siete Estados de EE UU , sino que también marcaron una época e impactaron en la cultura popular. Pocos años después del caso, surgió una oleada de cine de terror en la que los villanos eran asesinos en serie (el género slasher): Halloween, Viernes 13, Pesadilla en Elm Street. Rasgos de Bundy se atisban en personajes como Billy el niño de El silencio de los corderos; el pulcro Dexter Morgan (de la serie Dexter); o Patrick Bateman, de American Psycho. Porque además de popularizar la idea del homicida crónico, el caso Bundy dejó claro que cualquiera podía ser el asesino. Incluso ese universitario tan mono que vive en el piso de abajo. Hagan caso a Netflix: no se enamoren de Ted Bundy.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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